Ynes Mexía: la botánica mexicana que floreció a los 55 años

A los 55 años, cuando muchos creen que ya es tarde para empezar de nuevo, Ynes Mexía se convirtió en una de las exploradoras botánicas más prolíficas del siglo XX, desafiando convenciones, cruzando continentes y dejando un legado que aún florece.
Fuente: Wikipedia + ChatGPT

En el mundo de la botánica, pocas figuras han desafiado tantas expectativas como Ynes Enriquetta Julietta Mexía. Mexicana-estadounidense, empezó su carrera científica pasados los cincuenta años, cuando la mayoría de las personas piensan en retirarse, no en comenzar una aventura. A lo largo de solo 13 años, recolectó más de 145.000 especímenes de plantas, descubrió un nuevo género y más de 500 especies nuevas. No era doctora ni catedrática. Era, simplemente, una mujer decidida a explorar la naturaleza.

Su historia es tan sorprendente como inspiradora. En una época en que las mujeres eran excluidas de la ciencia de campo, Mexía cabalgó sola por los Andes, descendió el Amazonas en canoa y durmió bajo las estrellas, recolectando tesoros botánicos para los herbarios del mundo. Lo hizo mientras sorteaba peligros naturales y, también, los prejuicios de una sociedad que no esperaba valentía, ni ciencia, de una mujer como ella.

Una juventud marcada por la inestabilidad

Ynes Mexía nació el 24 de mayo de 1870 en Washington D.C., hija de un diplomático mexicano y una madre estadounidense. Su infancia transcurrió entre Estados Unidos y México, con etapas en Texas, Filadelfia, Ontario (Canadá) y Maryland. A los 17 años se trasladó a México, donde vivió durante una década en la hacienda familiar. Allí también vivió la pérdida de su padre y su primer matrimonio, con un empresario español-germano que falleció en 1904.

Su segundo matrimonio fue aún más turbulento: su esposo, 16 años menor, arruinó el negocio avícola que Ynes intentó levantar. Tras divorciarse, su salud física y mental se deterioró, y en 1909 se mudó a San Francisco para recibir tratamiento médico. Este periodo de crisis marcó un punto de inflexión. Lo que parecía una retirada de la vida, terminó siendo el principio de una transformación radical.

Retrato a lápiz de Ynes Mexía, por Kiara Prado-Albizures (LHIP 2022). Crédito: National Park Service.

Un descubrimiento tardío pero profundo

En California, Mexía empezó a salir con el Sierra Club en excursiones a la montaña. En esos paseos comenzó a desarrollar un interés creciente por la naturaleza y las plantas. Este nuevo entusiasmo la llevó a inscribirse en la Universidad de California en Berkeley, donde conoció a botánicos que la inspiraron profundamente. Su vida cobró sentido nuevo, con propósito y alegría renovada.

Fue en 1925, a los 55 años, cuando emprendió su primera expedición botánica a México, acompañada por Roxanna Ferris, curadora asistente del Herbario de la Universidad de Stanford. Durante ese viaje sufrió una caída grave —se rompió varias costillas—, pero aun así logró recolectar 500 especímenes. Uno de ellos fue una nueva especie de mimosa, la Mimosa mexiae, bautizada en su honor.

Aventuras sin mapa ni miedo

Después de ese primer viaje, nada pudo detener a Ynes Mexía. En los siguientes años viajó por Alaska, América Central, México, y sobre todo Sudamérica. Bajó en canoa el río Amazonas durante más de dos años, recorriendo 4800 kilómetros, y vivió tres meses con el pueblo indígena Aguaruna. No viajaba como turista ni con comodidades: montaba a caballo, dormía al aire libre y vestía pantalones, algo escandaloso para su tiempo.

A menudo rechazaba las críticas con humor y determinación. Cuando un explorador dijo que era imposible que una mujer viajara sola por Sudamérica, Mexía simplemente decidió hacerlo. Su frase lo resume todo: “Si quería conocer Sudamérica, la mejor manera era atravesarla.”

Durante su carrera, Mexía recolectó plantas en lugares extremos: desde el monte McKinley (actual Denali) en Alaska hasta la selva ecuatoriana. Llegó a reunir más de 65.000 especímenes solo en la región del Amazonas, muchos de ellos especies no documentadas hasta entonces.

Dibujo de Arbutus xalapensis por Ynes Mexia. Fuente: Wikipedia

Una científica autodidacta y rigurosa

Aunque no contaba con títulos académicos avanzados, Mexía era meticulosa, disciplinada y muy respetada por su conocimiento del terreno y de las culturas locales. Dominaba el español, lo que le permitía comunicarse con poblaciones indígenas y guías, algo muy útil para sus exploraciones. Sus compañeros científicos, como la botánica Mary Agnes Chase, reconocían su valor como recolectora y su compromiso con la ciencia.

Uno de sus logros más importantes fue el descubrimiento de un nuevo género de plantas de la familia Asteraceae, al que se llamó MexianthusMás de 50 especies fueron nombradas en su honor, y sus especímenes están hoy en los herbarios más importantes del mundo, desde el Jardín Botánico de Nueva York hasta el Smithsonian.

Legado de una pionera

Ynes Mexía murió el 12 de julio 1938, a los 68 años, tras enfermar gravemente durante una expedición en Oaxaca. Fue diagnosticada con cáncer de pulmón poco después de regresar a Estados Unidos. Su muerte puso fin a una carrera breve pero extraordinaria.

Su legado va mucho más allá de los especímenes recolectados. Fue una mujer que desafió los límites de género, edad y nacionalidad, una figura que aún hoy inspira a científicas, exploradoras y defensoras del medio ambiente. Fue miembro vitalicio de la Academia de Ciencias de California, y dejó parte de su herencia a organizaciones como la Sierra Club y la Save the Redwoods League, reafirmando su compromiso con la conservación de la naturaleza.

Su historia ha sido recuperada en los últimos años gracias a documentales, publicaciones científicas y hasta un Google Doodle en 2019, que celebró su valentía y su contribución a la ciencia. En palabras de un colega, "viajaba por donde pocos se atrevían a ir, con una sonrisa y una lupa en el bolsillo".

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