Una de las adaptaciones evolutivas que hemos adquirido los Homo sapiens con el paso del tiempo es la identificación de rostros conocidos. Una necesidad que surge en la prehistoria para reconocer a los miembros de nuestro grupo o clan de aquellos que son desconocidos y, por tanto, potenciales enemigos.
Sin embargo, no todos los individuos tienen el mismo grado de fiabilidad ante el reconocimiento de un rostro: en un extremo se encuentran los grandes fisonomistas, especialistas en el reconocimiento de personas, y en las antípodas están aquellos cuyo discernimiento facial se encuentra por debajo de la normalidad, son las personas que sufren prosopagnosia o ceguera visual.
Incapacidad para reconocer caras
La prosopagnosia es un ´termino médico acuñado a mediados del siglo XX y que deriva de las palabras griegas que se utilizan para referirse a “rostro” (prosopon) y “falta de reconocimiento” (agnosia). Y es que las personas que lo sufren tienen problemas para reconocer los rostros de personas conocidas, desconocidas o famosas.

Durante mucho tiempo se pensó que la enfermedad era en todos los casos adquirida, pero estudios recientes han permitido saber que, en algunas ocasiones, se nace con esta enfermedad, si bien existen enormes dificultades para llegar a su diagnóstico.
Cuando la enfermedad es adquirida suele manifestarse en la edad adulta y suele ser provocada por un traumatismo craneoencefálico, una enfermedad neurodegenerativa o infecciones cerebrales.
Hasta hace poco tiempo se pensaba que esta enfermedad la sufrían, aproximadamente, un 2% de la población, pero la cifra se ha elevado recientemente hasta un 3.1%, lo que significa que hay unos 240 millones de personas en el planeta con prosopagnosia. Entre los casos más conocidos se encuentran el divulgador científico Oliver Sacks y el actor Brad Pitt, quien ha manifestado que “no puede reconocer caras”.
La enfermedad de Brad Pitt
En muchas ocasiones el actor ha sido etiquetado de inaccesible, engreído o egoísta por su forma de desenvolverse en los eventos sociales, cuando en realidad lo que subyace en ese comportamiento es un trastorno neurológico que le incapacita para experimentar una sensación de familiaridad con un rostro conocido.
En alguna ocasión el protagonista de “Leyenda de pasión” (1994) ha llegado a afirmar: “mucha gente me odia porque piensa que les estoy faltando el respeto”.
La verdad es que no lo hace por snobismo o prepotencia, realmente es la última derivada de su problema neurológico, hasta el punto que le ha hecho rechazar algunos eventos sociales para no generar la impresión de ser distante.
No tiene tratamiento y no suele revertir
A grandes rasgos, existen dos tipos de prosopagnosia, la primera es la aperceptiva, una situación en la que la persona es incapaz de diferenciar un rostro de otro, y la segunda es la asociativa –la que sufre Brad Pitt- en la que existe una incapacidad para distinguir algunos rasgos y la imposibilidad para asociarlos con la persona conocida.
Las personas que padecen esta enfermedad, en mayor o menor grado, se sienten incapaces de experimentar una sensación de familiaridad frente a rostros conocidos, así como un pobre reconocimiento de elementos asociados a los rasgos faciales, como pueden ser la edad, el sexo y la raza. En los casos más graves las personas con este trastorno cognitivo son incapaces de reconocer su propio rostro.

De alguna forma lo que sucede es que el cerebro no graba los rasgos físicos de las personas y, por tanto, incapacita para un reconocimiento posterior. A nivel anatómico la lesión se encuentra habitualmente en el hemisferio derecho, estando implicadas áreas cerebrales de las zonas temporal, occipital y parte del sistema límbico. En la zona inferotemporal se ubica el giro fusiforme, el cual participa de forma activa en el reconocimiento facial.
Las personas que sufren prosopagnosia tratan de fijarse en la forma del pelo, cejas, verrugas faciales, en alguna cicatriz identificativa o en la forma de vestir para poder reconocerlas.
En el caso de Brad Pitt, al parecer, los primeros síntomas comenzaron en el año 2013 y, al igual que sucede con el resto de los enfermos que sufren esta enfermedad cognitiva, los síntomas lejos de mejorar se van acentuando con el paso del tiempo. Además, en este momento no existe ningún tratamiento efectivo que pueda revertir la enfermedad o frenar su evolución, lo cual puede hacer que las personas que la sufren se vuelvan más retraídas o rehúsan acudir a reuniones sociales. Además, la prosopagnosia puede tener consecuencias graves en la esfera psíquica, desde baja autoestima hasta ansiedad, pasando por depresión.
Basta con un sencillo test para llegar al diagnóstico
Hay muchas personas que sufren prosopagnosia y que no están diagnosticadas. Para facilitar ayudar a diagnosticarles un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia, publicó un test –la conocida como prueba facial UNSW- que dura unos 15 minutos y que se encuentra disponible en internet. Básicamente, consiste en mostrar varias imágenes de rostros y confirmar cuáles son de las mismas personas.