La inteligencia artificial está desempeñando un papel cada vez más importante en nuestra vida cotidiana. Los populares asistentes virtuales cono Siri, Google Assistant y Alexa usan la IA para responder las preguntas que les hacemos y realizar las tareas que les encomendamos como buscar información o encender las luces del salón. La IA también se emplea actualmente en la automatización de procesos industriales para aumentar la eficiencia y en la medicina, para diagnosticar enfermedades, como el cáncer o enfermedades cardíacas gracias a su capacidad de analizar grandes cantidades de datos y realizar predicciones basadas en patrones.

La conducción autónoma es otra de las áreas que emplea IA, concretamente sistemas avanzados para percibir el entorno, tomar decisiones en tiempo real y conducir de manera segura. En este sentido, la inteligencia artificial tiene el potencial de reducir accidentes de tráfico y mejorar la eficiencia del transporte.
Otro ejemplo de cómo usamos la IA de manera cotidiana es cundo entramos en los traductores automáticos, como Google Translate. Estas aplicaciones usan algoritmos de IA para traducir texto y voz entre diferentes idiomas.
Estos son solo algunos casos en los que la inteligencia artificial ayuda a las personas, pero conforme las tecnologías de IA se desarrollan, aparecen otras maneras de colaboración.
A pesar de las ventajas que hoy en día brinda la inteligencia artificial a los seres humanos, existen varios desafíos y limitaciones que se podrían considerar defectos. El propio ChatGPT enumera cuáles son los cuatro defectos más destacados.
Falta de entendimiento contextual y creatividad. Las IA, incluso las más avanzadas, no pueden comprender ni manejar contextos como lo hacen los humanos. Aunque las IA pueden ser entrenadas para realizar tareas específicas y tomar decisiones basadas en patrones, no pueden realmente "entender" o "sentir" como lo hace una persona. Esto limita su capacidad para ser creativas o adaptarse a situaciones nuevas e imprevistas. Es cierto que se puede crear un libro con ChatGPT y eso puede hacernos creer que el chatbot es creativo, cuando no lo es. ChatGPT crea a partir de las instrucciones que se le dan y el entrenamiento que ha recibido en base a textos de Internet.
Dependencia de los datos. La IA se entrena con datos, pero estos datos pueden estar sesgados, incompletos o ser inexactos, contener prejuicios o desigualdades. El modelo, por tanto, puede aprender y perpetuar esos sesgos en sus respuestas. “Esto es particularmente problemático en situaciones donde los datos son inherentemente sesgados, como puede ser el caso en ciertas áreas de la sociedad”, apunta el chatbot.
Transparencia y explicabilidad. Muchas formas de IA, especialmente las redes neuronales profundas, son como "cajas negras" en el sentido de que no es fácil entender cómo llegaron a una decisión o predicción particular. Esto puede dificultar la confianza y la adopción de la IA en ámbitos más sensibles como la medicina o la justicia.
Responsabilidad y ética. En este punto, ChatGPT se refiere a que cuando una IA comete un error, determinar luego quién es el responsable puede ser complicado. También hay preocupaciones de tipo ético sobre el uso de la IA, desde la privacidad de los datos, “ya que la recopilación y el uso de grandes cantidades de datos personales plantean riesgos para la seguridad y la protección de la información”, hasta la posibilidad de que la inteligencia artificial pueda ser usada con fines maliciosos, como difundir información errónea o generar contenido falso.
“Cada una de estas limitaciones presenta desafíos significativos y áreas de investigación activa”, dice ChatGPT.