La invención de la primera máquina mecanógrafa, la skrivekugle, por Rasmus Malling-Hansen en 1865, marcó un hito en la historia de la escritura. Te contamos la fascinante historia de la máquina de escribir.
Invención de la primera máquina mecanógrafa: la "skrivekugle"
Rasmus Malling-Hansen y su contribución
En 1865, el reverendo Rasmus Malling-Hansen fue nombrado director del Instituto Real para Sordomudos de Copenhague e inventó la primera máquina mecanógrafa, que llamó skrivekugle (bola de escribir) por su forma.
El Instituto Real para Sordomudos de Copenhague: inspiración y pruebas
En su trabajo se dio cuenta de que mientras la mayoría de la gente solo podía escribir cuatro caracteres por segundo, con el lenguaje de sordos se llegaba a doce. ¿Podría diseñarse un aparato que lo imitara?
Desafíos técnicos: visibilidad del papel y diseño innovador
Había que resolver la parte mecánica, lo que no era complicado porque ya existía algo similar: el piano. Lo más costoso sería averiguar la mejor disposición de las letras en el teclado para obtener la velocidad de escritura rápida.

El nacimiento del teclado: de la disposición a la eficiencia
La búsqueda de velocidad: estudio de rendimiento de escritura
Malling-Hansen fabricó un modelo de porcelana semiesférico, dibujó las letras sobre él y se puso a estudiar con paciencia los tiempos de escritura para diferentes configuraciones de teclado. Al final colocó las letras más usadas al alcance de los dedos más rápidos, con las vocales a la izquierda y las consonantes a la derecha. Logró 800 pulsaciones por minuto. Con esta base diseñó la skrivekugle, parecida a un gran alfiletero.
La evolución hacia el teclado QWERTY
Uno de los aspectos claves seguía siendo el teclado. Densmore sugirió separar las combinaciones de letras más habituales para impedir los atascos, pues el tiempo de recuperación de una tecla una vez pulsada era lento: así nació por idea de Sholes el teclado QWERTY. Sin embargo, Sholes estaba cada vez más harto de su invento, al que consideraba “un cruce entre un piano y una mesa de cocina”. Al final vendió a Densmore la parte de su patente por 12000 dólares.
Colaboraciones clave en el desarrollo de la máquina de escribir
Christopher Latham Sholes y el equipo de innovadores
Mientras, en Estados Unidos, el editor Christopher Latham Sholes y el impresor Samuel W. Soulé patentaron en 1866 una máquina para numerar páginas de libros y tiques, y se la mostraron a Carlos Glidden, un abogado e inventor aficionado que estaba trabajando en un arado mecánico. Este les preguntó si la máquina no podría imprimir letras además de números, así que los tres unieron fuerzas y se pusieron a diseñar una.
Su primer modelo tenía un teclado con dos filas con teclas de marfil para letras mayúsculas y teclas de ébano para números. No incluyeron ni el 1 ni el 0 porque pensaron que bastaba con la O y la I, que cumplirían doble función. La máquina era una más de tantas que había en circulación y eso dificultaba la búsqueda de un socio financiero. Lo encontraron en James Densmore, que cuando vio la máquina no quedó muy convencido y propuso al trío mejorarla. Soulé y Glidden abandonaron el proyecto y dejaron solos a Sholes y Densmore.

Dificultades financieras y el camino hacia el éxito
Después que Densmore abandonase la empresa, el único socio que quedaba en pie se puso a buscar un fabricante a gran escala y lo encontró en una empresa de armamento de la guerra de Secesión: E. Remington and Sons.
Pensaron que entre sus posibles clientes estarían los taquígrafos, así que de cidieron pedir ayuda a algunos. Entre los que aceptaron, hubo uno en Washington, James O. Clephane, que se tomó el trabajo con más ganas. Probaba los prototipos con tal intensidad que destrozó varios, pero sus comentarios, que solían ser cáusticos, fueron muy útiles y les ayudaron a afinar su máquina y a mejorar la calidad. Quedó claro que, antes de lanzar un producto al mercado, convenía buscar el consejo de quien vaya a ser el usuario principal. Como dijo Densmore, “es mejor descubrir un defecto ahora que después de que haya mos empezado a fabricar”.
La producción a escala comercial y la expansión global
De la patente a la producción: el papel de E. Remington and Sons
La compañía E. Remington and Sons, al terminar la contienda americana, se había puesto a diversificar su oferta y además de armas construía máquinas de coser y maqui naria agrícola. El 1 de marzo de 1873 Remington entró en el juego y se comprometió a fabricar mil máquinas de escribir con opción de producir otras 24000. Densmore se quedó con la exclusiva de la venta y distribución. Para ambas partes fue un negocio redondo.
Exposiciones internacionales y la aceptación del mercado
La patentó y no dejó de mejorarla. La bola triunfó en Copenhague y en las exposiciones universales de Viena (1873) y París (1878). Recibía pedidos de todo el mundo y se convirtió en la primera máquina de escribir que se produjo a escala comercial, pero tenía un fallo: no se veía el papel ni lo que se escribía en él a medida que pasaba el dispositivo.

Curiosidades de la máquina de escribir y su legado
Impacto cultural y tecnológico a lo largo del tiempo
El impacto de la máquina de escribir en la cultura y la tecnología ha sido profundo y duradero. Más allá de su función como herramienta de escritura, la máquina de escribir transformó la forma en que se producían y distribuían los documentos, facilitó el acceso a la información y mejoró la comunicación en diversos ámbitos, desde el personal hasta el profesional.
Culturalmente, la máquina de escribir se convirtió en un símbolo de modernidad y progreso. Su presencia en oficinas, hogares y escuelas cambió la dinámica del trabajo y la educación, y permitió una producción más rápida y precisa de textos. Además, la máquina de escribir fue una herramienta clave para escritores y periodistas, quienes encontraron en ella un medio para expresar sus ideas de manera más ágil y organizada. Tecnológicamente, la máquina de escribir sentó las bases para el desarrollo de dispositivos de escritura más avanzados, como las computadoras y los procesadores de texto.
La máquina de escribir antigua: información y valor histórico
Las máquinas de escribir antiguas son hoy en día objetos de interés histórico y coleccionismo, apreciadas por su valor estético y su importancia en la evolución de la tecnología de la comunicación. Desde los primeros modelos rudimentarios hasta las versiones más sofisticadas, cada máquina representa un paso en la evolución de la escritura mecanográfica.
El valor histórico de las máquinas de escribir antiguas radica en su papel como precursoras de las tecnologías de comunicación modernas. Su legado perdura en la forma en que escribimos y comunicamos hoy en día.
Referencias
- Adler, Michael H. The writing machine: a history of the typewriter. Routledge, 2023.
El artículo en el que se basa este texto fue originalmente publicado en una edición impresa de Muy Interesante.