Si hay algo que caracteriza a los genios es que son unos adelantados a su tiempo. Hasta principios del siglo XXI no supimos con evidencias científicas que los animales tenían supersentidos, es decir, sentidos especiales ajenos a los seres humanos por los que son capaces de percibir radiación infrarroja, cambios de presión o el campo magnético de la Tierra. Pues bien, cincuenta años antes, Albert Einstein ya concebía la posibilidad de que los animales contaran con estos supersentidos. Así lo hemos podido saber gracias al descubrimiento de una carta escrita por el científico en 1949.

Supersentidos animales antes de su descubrimiento
Los tiburones pueden percibir campos electromagnéticos que a los humanos nos pasan desapercibidos. Las serpientes detectan a sus presas por la radiación infrarroja que emiten. Las palomas cuentan con una “brújula biológica” con la que perciben el campo magnético de nuestro planeta y les permite orientarse, de ahí su uso como mensajeras. La primera evidencia de que las aves utilizaban el campo magnético para orientarse se publicó en un artículo de Michael M. Walker en el año 2002. Un equipo de investigadores encontró una carta desconocida de Albert Einstein escrita en octubre de 1949 en la que el científico escribió:
“Es concebible que la investigación del comportamiento de las aves migratorias y las palomas mensajeras pueda algún día conducir a la comprensión de algún proceso físico que aún no se conoce”.
Ya lo decíamos: un adelantado a su tiempo. Adrian G. Dyer, del Departamento de Fisiología de la Universidad de Monash, en Australia, ha encabezado un estudio cuyos resultados se publicaron en la revista Journal of Comparative Physiology A. Informan sobre una carta previamente desconocida del físico y premio Nobel Albert Einstein que fue escrita en octubre de 1949 donde aborda brevemente el trabajo de Karl von Frisch, fundador de la propia revista y científico fundamental en el conocimiento del comportamiento de las abejas. En la carta también se cuestiona cómo la comprensión de la percepción y la navegación de los animales puede conducir a innovaciones en la física.
“Es sorprendente que [Einstein] haya concebido esta posibilidad, décadas antes de que la evidencia empírica revelara que varios animales pueden efectivamente percibir campos magnéticos y utilizar dicha información para la navegación”.

Correspondencia predictiva
La carta de Einstein se trata de una respuesta a un ingeniero llamado Glyn Davys, que debió preguntar al genio algo sobre la percepción animal y la física, aunque no se ha podido localizar la carta original de Davys. Lo que sí podemos conocer es el contexto científico en el que tuvo lugar esta correspondencia y ello nos permite afirmar que, aunque Albert Einstein fuera uno de los pensadores más importantes del siglo XX, contaba con algunas pistas para poder emitir el juicio que dejó por escrito en las últimas líneas de su carta a modo de predicción.
A mediados del siglo, las ciencias biológicas y físicas empezaban a fusionarse a niveles insospechados. Se habían realizados grandes avances en la ecolocalización de los murciélagos y la tecnología de radar (con la que trabajó el ingeniero Glyn Davys) empezaba a dar jugosos frutos. Quizás pueda ser esta conexión la que llevó a ambos investigadores a cartearse reflexionando sobre supersentidos animales y la aplicación que ello pudiera tener en futuros avances tecnológicos. De hecho, los investigadores que publicaron la carta aprovecharon el estudio para, “en el contexto histórico de las teorías y experimentos mentales de Einstein, analizar algunos descubrimientos más recientes de capacidades sensoriales animales ajenas a los humanos y potencialmente valiosas para mejoras en el diseño bioinspirado. También abordamos la orientación de animales como las aves migratorias mencionadas por Einstein hace 70 años, que traspasa los límites de nuestra comprensión de la naturaleza, tanto de su biología como de su física”.

En la carta, Einstein deja claro que conoce a Karl von Frisch y había asistido a sus conferencias en la Universidad de Princeton sobre los recientes descubrimientos acerca de que las abejas se orientan utilizando los patrones de polarización de la luz. Desde que se envió la carta, hemos aprendido mucho sobre el comportamiento de las abejas y cómo estos curiosos insectos perciben el mundo. Tal como predijo Einstein, ese conocimiento ya nos está ayudando a mejorar la tecnología, como por ejemplos las cámaras de nuestros smartphones.
Sin embargo, a pesar de décadas de investigación, todavía queda mucho misterio. Los mecanismos exactos por los cuales los animales perciben la luz o detectan el campo magnético de la Tierra todavía están siendo desentrañados, y podría no ser el mismo para todas las especies. Lo que está claro y podemos afirmar leyendo la carta de Einstein a Davys, es que el físico alemán se interesaba por campos científicos más allá de sus especialidades y que, incluso en estas ramas más ajenas a sus conocimientos, era capaz de pensar y sacar conclusiones brillantes.

Referencias:
- Dyer, A. et al. 2021. Einstein, von Frisch and the honeybee: a historical letter comes to light. Journal of Comparative Physiology A 207, 449-456. DOI: 10.1007/s00359-021-01490-6.