Marion du Fresne: el explorador de Nueva Zelanda que acabó en el plato de los maoríes

Uno de tantos aventureros fracasados que no suelen aparecer en los libros de historia.
Marion du Fresne: el explorador de Nueva Zelanda que acabó en el plato de los maoríes

Qué bonita la aventura, ¿verdad? Sobre todo desde el sofá de casa a través del papel de un libro o la pantalla del móvil con artículos como este. Bonita la aventura, ser aventurero ya empieza a tener algunos inconvenientes, más aún cuando se trata del aventurero que fracasa, de ese que no tiene ninguna biografía dedicada a sus peripecias, sino un mísero párrafo en la Wikipedia como mucho. Porque sí, de Colón hemos hablado todos, pero ¿cuántos navegaron hacia el mismo lugar y no lograron nada que aparezca en los libros de historia? “Y es que el precio de los aventureros metepatas, de los chapuzas atrevidos, de los pioneros inútiles es, a menudo, la muerte”. Porque aquí hablamos de la aventura de verdad, eh. Nada de experiencias de un finde en alguna boutique. Hablamos de exploradores del mundo que no estaba recogido en los mapas. Aquellos como Marion du Fresne, que viajaron hacia lo desconocido para acabar en el plato de los nativos caníbales de Nueva Zelanda.

Jefe maorí. iStock.

Dinero y gloria

En los siglos modernos, en plena “era discoverer”, se sucedieron algunos de los personajes más pintorescos y llamativos de los anales. Hombres (en enorme mayoría frente a las mujeres) que se podrían catalogar de muchas maneras: navegantes, piratas (o corsarios si estaban bien vistos por alguna monarquía), comerciantes, exploradores, conquistadores... De hecho, muchos de ellos fueron todo esto a la vez según el momento de su vida al que prestemos atención. Todos tenían dos motivaciones principales: el dinero y la gloria (algunos incluso se preocuparon por reunir un poco de conocimiento, pero sin perder de vista los dos primeros objetivos). Marc-Joseph Marion du Fresne fue uno de estos hombres. Si no lo conoces es porque no alcanzó el éxito, al igual que todos los personajes recogidos en el libro “Los fracasados de la aventura” de Bruno Léandri.

Marion du Fresne cumplía una de las características habituales de los descubridores: era un experto marinero. Uno solo se hace experto a base de experiencia y du Fresne se embarcó con solo 11 años en el Duc de Bourgogne, de la Compañía francesa de las Indias Orientales. Lógicamente, pasados sus 45 años era un tipo fiable al menos en lo que se refiere a encomendarle el mando de cualquier flota. Asentado en la Isla de Francia, la actual Mauricio en el océano Índico, recibió un encargo peculiar a ojos del siglo XXI.

Expedición en busca de islas australes

Louis Antoine de Bougainville fue el primer francés en dar la vuelta al mundo. Concluyó la hazaña en 1769 y en su periplo se llevó a un indígena de Tahití hasta Versalles para mostrárselo al rey de Francia como muestra de sus viajes. Una costumbre de la época como lo son los souvenirs en la nuestra. Pero Ahutoru, el indígena, debía ser devuelto a su tierra. Lo llevaron hasta la Isla de Francia y Marion du Fresne se encargaría de realizar el resto del trayecto hasta Tahití y, de paso, aprovechar para explorar varias islas australes en Oceanía que podían reportar pingües beneficios.

El 18 de octubre de 1771, Marion du Fresne zarpó de la isla Mauricio capitaneando dos navíos, el Mascarin y el Marquis de Castries. En apenas un mes la viruela hizo estragos entre la tripulación. Uno de los que murieron fue Ahutoru, por lo que du Fresne ya no tenía nada que entregar en Tahití. Se centró en la segunda parte del viaje.

La muerte de Marion du Fresne. Charles Meryon. Siglo XIX. Wikimedia.

Maoríes hostiles

La expedición se detuvo en la isla de Tasmania para reabastecerse y reparar los barcos. A principios de mayo de 1772 llegaron a las costas de Nueva Zelanda. Allí establecieron contacto amistoso con las tribus maoríes. Los jefes indígenas permitieron a los franceses abastecerse de víveres y maderas para los navíos. Todo eran risas y fraternidad hasta que los maoríes se volvieron hostiles sin que los intrusos llegasen a comprender el motivo. Marion du Fresne y los suyos se comportaron como siempre, pero en una ceremonia de los indígenas encontraron la muerte.

“Al ver que el patrón no vuelve, el capitán del segundo barco envía un bote con doce hombres para recoger víveres y averiguar las razones del retraso. Por la tarde, ve que uno de los hombres regresa herido a la nave. Sus once compañeros han sido masacrados y, si les quedaba alguna duda acerca de la suerte del capitán, los bailes amenazadores a los que se entregan los maoríes al día siguiente en la playa mientras agitan la ropa ensangrentada de Marion du Fresne se encargan de disiparla”.

Los testimonios de los supervivientes no sirvieron para esclarecer qué fue lo que ocurrió para que los indígenas cambiaran de humor de una manera tan drástica. La cuestión es que los barcos franceses no estaban preparados para zarpar de inmediato. Durante un mes vivieron atrincherados y llegaron a atacar a los indígenas, causando unas 250 bajas maoríes.

El descubrimiento de unos restos de comida demuestra que los marineros y su jefe fueron cocinados en salsa por los isleños, cosa que tampoco suaviza mucho la atmósfera. Los dos barcos consiguen levar anclas el 12 de julio con cierto alivio y veintisiete hombres menos, y viran hacia otras tierras con tradiciones gastronómicas más pacíficas”.

Referencias:

  • Léandri, B. 2022. Los fracasados de la aventura. Errata naturae.
  • 2017. Marion du Fresne. New Zealand History. nzhistory.govt.nz.

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