Ciertos discursos históricos mantienen la idea de que América era un lugar atrasado e incivilizado hasta que llegaron los europeos para ponerle remedio. Este punto de vista ha sido superado y nuevos estudios nos hablan de civilizaciones, comercio, estructuras y formas de vida tanto o más sofisticadas que en el continente europeo. Te contamos cómo era la América prehispánica.
La riqueza y diversidad de las civilizaciones prehispánicas
Un cambio de paradigma
Hay una imagen tradicional acerca de la historia de América que ha quedado obsoleta en el ámbito académico. Sin embargo, todavía es fácil encontrar reflejos de esa errónea visión entre el gran público. Es por ello que la divulgación histórica debe continuar insistiendo para acabar con afirmaciones totalmente superadas. Esto es: que el continente americano estaba lleno de salvajes que no conocieron los avances de la civilización hasta la llegada de los conquistadores europeos a finales del siglo XV.
Por suerte, empezamos a reunir obras que rompen con esta idea y nos descubren un pasado muy desconocido. Charles C. Mann es autor de una de los títulos más interesantes al respecto: “1491. Una historia de las Américas antes de Colón”. El autor nos avisa de un problema común:
No hay nada más sano para el saber y el conocimiento histórico que lanzarse de lleno a los silencios del pasado. Hasta no hace mucho, apenas sabíamos quiénes eran y cómo vivían los habitantes de América antes de la llegada de Colón. Solo se hacía hincapié en aquellas culturas con las que los castellanos (y luego demás europeos) entraron en contacto. Sobre todo, se infería en su condición de salvajes, incivilizados, indígenas atrasados y, para colmo, infieles a la religión verdadera. Aquella gente casi parecía merecer ser conquistada, educada y evangelizada para que fueran personas de bien en este mundo.
No es de extrañar que esta visión haya arraigado en muchos discursos durante años. A fin de cuentas, al igual que la visión de los romanos nos ha influenciado sobremanera en nuestra percepción sobre los bárbaros, los informes y crónicas europeas de la Edad Moderna tenían claramente diferencias al “otro”, el salvaje a civilizar.
Y, aunque entonces ya hubiera voces contrarias al pensamiento, objetivos y tratos para con los indígenas americanos, al igual que las fuentes romanas que alabaron a reyes bárbaros, han sido menos tenidas en cuenta. Ya sabemos que la historia nunca es inocente.
Por suerte, hoy día se ha extendido la sana costumbre de ponerse en el lugar del “otro” cuando escribimos historia. Se publican estudios desde el punto de vista de Alarico, Atila, Saladino y otros “malos de la historia” que, tras un acercamiento menos partidista, muestran virtudes tan elogiables y actos tan repugnantes como los de los “buenos de la historia”.
Con esta tendencia historiográfica más extendida, ya hemos ganado con solo empezar a preguntarnos por incógnitas que hasta no hace mucho apenas importaban a nadie: ¿cuántos habitantes había en la América prehispánica? ¿Cómo vivían? ¿Qué culturas y formas de entender el mundo existían? ¿Cómo se organizaban social, económica y políticamente? ¿Cómo era su arte? Y, en fin, las preguntas que nos hacemos para investigar el pasado humano, vaya.

Una América con un pasado rico, diverso y complejo
Es a partir de entonces cuando empezamos a descubrir una riqueza oculta por la homogeneidad propia de la simpleza con la que se había tratado la historia de los indígenas americanos. Más allá de las grandes civilizaciones como los aztecas, los mayas, multitud de pueblos se dispersaban por geografías desiguales a lo largo de kilómetros y kilómetros de continente en los que se dieron guerras, conquistas, comercio, auges, caídas y demás manifestaciones propias del pasado de cualquier territorio de nuestro planeta.
El “Nuevo Mundo” ya era un lugar diverso, complejo y fascinante antes de que llegaran los europeos.
Las estimaciones apuntan a una población entre 40 y 60 millones de habitantes. Sí, nos falta ir afinando. Estamos en ello. Con tanta gente, no es de extrañar que hubiese 1200 idiomas. Un continente con su propia historia, formas de escritura y un bagaje histórico abrumador.
Por poner un par de ejemplos: la domesticación y selección artificial de plantas fue uno de los aspectos más desarrollados por los indígenas. El maíz, originario de Mesoamérica, pasó a ser un alimento esencial en todo el mundo. En América se inventó el cero. El cero no aparece en Europa hasta el siglo XII. El primer cero del que se tiene constancia en América aparece en un bajorrelieve maya del año 357.
"Una forma razonable de resumir este nuevo saber consistiría en decir que, por fin, ha comenzado a colmarse una de las mayores lagunas de la historia: la que corresponde al hemisferio occidental antes de 1492. Según los conocimientos actuales, se trataba de un lugar próspero, de asombrosa diversidad, con un tumulto de lenguas, con un comercio nutrido, con una cultura notable; una región en la que decenas de millones de personas amaban y odiaban y adoraban igual que se hacía en cualquier otro lugar del mundo. Buena parte de este mundo se volatilizó después de Colón, barrido por las enfermedades y por su sometimiento a los extranjeros. Ese borrado fue tan complejo que, al cabo de pocas generaciones, ni conquistadores ni conquistados eran conscientes de que tal mundo había existido. Ahora, sin embargo, vuelve a aflorar. Parece que es de nuestra incumbencia echarle un vistazo a fondo".
Principales civilizaciones: mayas, aztecas, incas y más
Entre las civilizaciones más conocidas de la América prehispánica se encuentran los mayas, los aztecas y los incas. Los mayas, ubicados en Mesoamérica, eran famosos por su conocimiento astronómico y sus impresionantes ciudades como Tikal y Chichen Itzá. Desarrollaron un sistema de escritura jeroglífica y un calendario preciso.
Los aztecas, con su capital en Tenochtitlán, eran una sociedad guerrera y muy organizada. Su economía se basaba en el comercio y el tributo, y su religión estaba profundamente embebida su vida cotidiana. La arquitectura monumental de los aztecas, como el Templo Mayor, testimonia su poder y sofisticación.
En Sudamérica, los incas construyeron un vasto imperio que se extendía a lo largo de la cordillera de los Andes. Su red de caminos, conocida como el Qhapaq Ñan, facilitaba la administración y el comercio en todo el imperio. Los incas también eran expertos en la agricultura en terrazas, lo que les permitía cultivar en las difíciles condiciones montañosas.
Estructuras sociales y logros culturales
Jerarquías y organización social
En muchas de estas sociedades preshipánicas, la organización social estaba basada en linajes y castas, con líderes religiosos y políticos que ejercían un control significativo sobre la población. Los mayas, por ejemplo, tenían una estructura jerárquica en la que los nobles y sacerdotes ocupaban posiciones de poder, mientras que los campesinos y artesanos formaban la base de la sociedad.
Los aztecas también disponían de una organización social estricta, con un emperador al frente de su imperio. Los nobles y guerreros gozaban de privilegios especiales, mientras que los comerciantes, conocidos como pochtecas, desempeñaban un papel crucial en la economía. La sociedad inca, por su parte, estaba organizada en ayllus, grupos familiares que compartían tierras y recursos, y estaban dirigidos por un líder local.
El desarrollo de la agricultura y técnicas avanzadas
La agricultura fue un pilar fundamental de las civilizaciones prehispánicas. Les permitió sostener grandes poblaciones y desarrollar sociedades complejas. Los mayas, por ejemplo, practicaban la agricultura intensiva en las tierras bajas de Mesoamérica. Utilizaban técnicas como el sistema de roza y quema para cultivar maíz, frijoles y calabazas.
Los incas, por su parte, desarrollaron avanzadas técnicas de cultivo en las montañas andinas a través de terrazas agrícolas que permitían el uso eficiente del agua y el suelo. Las técnicas agrícolas avanzadas y la domesticación de plantas como el maíz y la papa son ejemplos de la innovación y adaptabilidad de las civilizaciones prehispánicas.

La domesticación de plantas y el concepto del cero
El maíz, una planta nativa de Mesoamérica, fue domesticado y mejorado a lo largo de milenios hasta convertirse en un alimento básico en todo el continente, al igual que la patata. Además de la agricultura, las civilizaciones prehispánicas hicieron importantes contribuciones al conocimiento matemático. Los mayas, en particular, desarrollaron el concepto del cero, un avance crucial en las matemáticas que les permitió realizar cálculos complejos y crear un calendario preciso. Este concepto del cero no apareció en Europa hasta el siglo XII, lo que subraya la sofisticación intelectual de las culturas prehispánicas.
Creencias, arte y arquitectura
Creencias y prácticas religiosas
Las creencias religiosas desempeñaban un papel central en la vida de las civilizaciones prehispánicas. Los mayas, por ejemplo, practicaban una religión politeísta. Adoraban a una multitud de deidades relacionadas con la naturaleza, el tiempo y la guerra.
Los aztecas también tenían un sistema religioso complejo, con dioses como Huitzilopochtli y Quetzalcóatl que ocupaban un lugar destacado en su panteón. Los sacrificios humanos eran una práctica común en su religión, y se entendían como una forma de asegurar la continuidad del universo y apaciguar a sus deidades.
En el imperio inca, la religión estaba estrechamente vinculada al culto al sol y a la adoración de la naturaleza. El Inca, considerado un descendiente directo del dios sol Inti, tenía un papel crucial en las ceremonias religiosas. Las prácticas religiosas incas incluían ofrendas de alimentos, textiles y animales, así como rituales en honor a las montañas y otros elementos naturales.
Arte, escultura y arquitectura monumental
El arte y la arquitectura de las civilizaciones prehispánicas reflejan su sofisticación y creatividad. Los mayas destacan por las impresionantes esculturas y murales que adornaban templos y palacios. Sus ciudades, como Tikal y Palenque, seguían una planificación urbana avanzada y una arquitectura monumental que incluía pirámides escalonadas y plazas ceremoniales.
Los aztecas también dejaron un legado arquitectónico impresionante, con la construcción de Tenochtitlán, una de las ciudades más grandes del mundo en su tiempo. El Templo Mayor, un centro religioso y político, es un ejemplo destacado de su habilidad arquitectónica.
En el imperio inca, la arquitectura monumental se concretizó en Machu Picchu y otros sitios emblemáticos. Los incas eran maestros en la ingeniería de piedra, capaces de crear estructuras que se integraban armoniosamente con el paisaje montañoso. Su arte, aunque menos conocido que el de los mayas o aztecas, incluía textiles finamente tejidos y cerámica decorativa.

Comercio y economía en la América prehispánica
Redes comerciales y su impacto
El comercio fue un elemento clave en la economía de las civilizaciones prehispánicas. Los mayas, por ejemplo, establecieron extensas redes comerciales que conectaban sus ciudades con otras culturas mesoamericanas con las que intercambiaban productos como el cacao, el jade y la obsidiana.
Los aztecas también tenían un sistema comercial sofisticado, con mercados como el de Tlatelolco que atraían a comerciantes de todo el imperio. En el imperio inca, el comercio se realizaba a través de una red de caminos que permitía el intercambio de productos agrícolas, textiles y metales preciosos. Aunque el trueque era la forma principal de intercambio, el comercio inca estaba altamente organizado y regulado por el estado.
Economía basada en el trueque y el intercambio
La economía de las civilizaciones prehispánicas se basaba en gran medida en el trueque y el intercambio, ya que no utilizaban moneda en el sentido moderno. En Mesoamérica, productos como el cacao y el jade se utilizaban como medios de intercambio en los mercados, mientras que en los Andes los hacían los textiles y la cerámica.
El trueque permitía a las comunidades obtener bienes que no podían producir localmente. Este sistema económico también reflejaba las relaciones sociales y políticas, ya que el intercambio de bienes a menudo estaba ligado a alianzas y acuerdos entre comunidades. Aunque el trueque era el método principal de intercambio, las civilizaciones prehispánicas desarrollaron complejas economías que incluían la producción especializada y la distribución de recursos.
La influencia europea y el borrado cultural
Consecuencias de la llegada europea en el siglo XVI
La llegada de los europeos en el siglo XVI tuvo un impacto devastador en las civilizaciones prehispánicas. La introducción de enfermedades como la viruela, para las cuales los indígenas no tenían inmunidad, diezmó a la población y provocó un colapso social y económico. Además, la conquista militar y la imposición de nuevas estructuras políticas y religiosas alteraron profundamente la vida de los pueblos indígenas.
Los europeos también llevaron a cabo un proceso de aculturación. Impusieron su idioma, religión y costumbres a las poblaciones locales. Este borrado cultural causó la pérdida de muchas tradiciones y conocimientos indígenas, aunque algunas prácticas y creencias lograron sobrevivir y adaptarse al nuevo contexto colonial. La llegada europea, por tanto, no logró erradicar completamente la rica diversidad cultural de la América prehispánica.
La rica historia borrada y la urgencia de su recuperación
La rica historia de la América prehispánica fue en gran parte borrada tras la llegada de los europeos, pero en las últimas décadas ha habido un renovado interés en recuperar y valorar este legado. Investigaciones arqueológicas y estudios históricos han permitido reconstruir aspectos de las civilizaciones prehispánicas con el objetivo de desafiar las narrativas tradicionales que las presentaban como primitivas o incivilizadas.
El trabajo de autores como Charles C. Mann ha sido fundamental para cambiar esta percepción. Su obra 1491 es un ejemplo de cómo la historia se puede reescribir desde una perspectiva más inclusiva y menos eurocéntrica. Entender y valorar el legado indígena es esencial para reconocer la diversidad y riqueza de las culturas que habitaron América antes de la llegada de Colón.
Investigaciones modernas y el legado indígena
Charles C. Mann y la obra "1491"
Charles C. Mann es un autor destacado en el estudio de la América prehispánica. En su obra 1491. Una historia de las Américas antes de Colón, Mann desafía las percepciones tradicionales de las civilizaciones indígenas al presentar un retrato más complejo y matizado de estas sociedades.
Mann argumenta que las civilizaciones prehispánicas eran sofisticadas y avanzadas, con logros en áreas como la agricultura, la arquitectura y las matemáticas. Su obra ha sido fundamental para cambiar la narrativa sobre la América precolombina. El estudioso ha destaca la importancia de estudiar estas culturas desde una perspectiva que valore su legado.
Perspectivas inclusivas en el estudio de la historia
En los últimos años, ha habido un creciente interés en estudiar la historia desde perspectivas menos partidistas. Esto implica reconocer y valorar las contribuciones de las culturas indígenas. Valorar la historia de la América prehispánica es esencial para reconocer la diversidad y riqueza de las culturas que habitaron el continente antes de la llegada de los europeos. Al hacerlo, contribuimos a una comprensión más completa y matizada de nuestro pasado compartido.
Referencias
- Equipo de Periodismo Visual de BBC News Mundo. 12 de octubre: cómo era realmente América antes de la llegada de Cristóbal Colón. bbc.com.
- Mann, C. C. 2022. 1491. Una historia de las Américas antes de Colón. Capitán Swing.