“No podía creer que fuera oro”: tras 50 años de búsqueda, un aficionado halla un brazalete vikingo de hace 1.000 años en la Isla de Man

Un fragmento de brazalete de oro de hace más de mil años ha sido descubierto en la Isla de Man, reavivando el interés por el pasado vikingo del lugar y sorprendiendo a toda una comunidad de arqueólogos y aficionados a la Historia.
Descubren tesoro vikingo de oro en la Isla de Man gracias a un detectorista con medio siglo de experiencia
Descubren tesoro vikingo de oro en la Isla de Man gracias a un detectorista con medio siglo de experiencia. Foto: Manx National Heritage/Simon Park

Durante la primavera de 2025, mientras realizaba una salida rutinaria con su detector de metales, el veterano buscador Ronald Clucas —miembro del Manx Detectorist Society— encontró algo que cambiaría su trayectoria personal y, en cierta medida, el conocimiento arqueológico de la región. No era la primera vez que Clucas encontraba un objeto antiguo, pero sí la primera que topaba con oro vikingo. Y no cualquier pieza: se trata de un brazalete fabricado en torno al año 1000 d.C., una joya vikinga trabajada con notable pericia que fue recientemente declarada “tesoro” por la Oficina del Forense de la Isla de Man.

El hallazgo fue anunciado oficialmente por Manx National Heritage, la organización responsable del patrimonio cultural de la isla, a través de un comunicado de prensa fechado el 29 de mayo. Esta institución también confirmó que la pieza ya ha sido incorporada a la colección pública del Museo Manx en Douglas, donde puede visitarse desde el 31 de mayo en la galería dedicada al mundo vikingo.

El oro de los dioses vikingos

La joya en cuestión es un fragmento de brazalete —o arm-ring— confeccionado con una técnica de trenzado que implicaba la torsión de ocho finas varillas de oro. Aunque el fragmento actual mide apenas 3,7 centímetros, se estima que su longitud original era de unos 7,7 cm. Lo más impactante no es solo su antigüedad o el tipo de trabajo artesanal que revela, sino su peso: 27,26 gramos, una cifra considerable teniendo en cuenta su tamaño, lo que refuerza la hipótesis de que era un objeto valioso tanto en lo simbólico como en lo económico.

A diferencia de los adornos actuales, estas piezas en la era vikinga no eran únicamente joyas. Cumplían múltiples funciones: símbolo de estatus, elemento ornamental y, sobre todo, instrumento de intercambio. En una época donde el comercio podía realizarse tanto con monedas como con metales preciosos al peso, un brazalete como este podía transformarse en “dinero” al instante.

Ronald Clucas localizó el fragmento de brazalete vikingo durante una salida con su detector de metales en la Isla de Man esta primavera
Ronald Clucas localizó el fragmento de brazalete vikingo durante una salida con su detector de metales en la Isla de Man esta primavera. Foto: Manx National Heritage

El brazalete hallado presenta dos cortes evidentes. Uno de ellos eliminó uno de sus extremos, y otro lo partió casi por la mitad. Este tipo de fragmentación era común en la economía del periodo vikingo, especialmente en contextos donde la plata y el oro se utilizaban como moneda fraccionada. Las piezas eran literalmente cortadas según el valor requerido para realizar una transacción. El fragmento hallado parece haber tenido esta misma historia: probablemente fue utilizado como medio de pago antes de ser finalmente enterrado.

¿Fue escondido por su dueño como reserva para tiempos difíciles? ¿O tal vez se trató de una ofrenda ritual a los dioses nórdicos? Las razones exactas por las que este fragmento terminó bajo tierra siguen siendo desconocidas. Lo que sí está claro es que, al igual que otros objetos de la Edad Vikinga descubiertos en la isla, arroja luz sobre una época de intensas conexiones comerciales y culturales en el corazón del mar de Irlanda.

La Isla de Man y su pasado vikingo

Este hallazgo no es un episodio aislado. La Isla de Man, enclavada estratégicamente entre Gran Bretaña e Irlanda, fue un centro clave de actividad vikinga entre los siglos IX y XI. Los escandinavos no solo se establecieron en la isla, sino que también introdujeron un sistema económico mixto, en el que se utilizaban tanto monedas como metales preciosos —lo que los historiadores denominan una “economía dual”.

La mayoría de los hallazgos vikingos en la isla han sido de plata, lo cual hace que el descubrimiento de una joya de oro sea especialmente notable. En el contexto de la arqueología vikinga, el oro es significativamente más raro y, por tanto, de mayor valor histórico.

La pieza también destaca por su calidad técnica. El trenzado a ocho hebras exige no solo habilidad, sino herramientas específicas y un conocimiento metalúrgico avanzado. Esto indica que no se trataba de una joya producida en serie, sino de un encargo particular, probablemente hecho para alguien de estatus elevado.

Para Ronald Clucas, el descubridor, este hallazgo tiene un significado especial. El año 2025 marca su cincuentenario como detector de metales. Su trayectoria incluye otros descubrimientos valiosos, como un lingote de plata y otro de plomo hallados en 2005. Pero ningún hallazgo anterior tiene el peso simbólico ni el impacto del fragmento de oro vikingo recientemente encontrado.

No es casual que los expertos en arqueología lo consideren uno de los descubrimientos más significativos en años recientes en la Isla de Man. Según Manx National Heritage, la contribución de Clucas, así como la cooperación del propietario del terreno, ha sido esencial para que la pieza no solo haya sido conservada, sino también estudiada y puesta a disposición del público y de la comunidad científica.

Ronald Clucas lleva medio siglo rastreando la Isla de Man con su detector de metales
Ronald Clucas lleva medio siglo rastreando la Isla de Man con su detector de metales. Foto: Manx National Heritage

De la tierra al museo: el viaje de una joya milenaria

El fragmento ya forma parte de la exposición permanente del Museo Manx, junto a otros objetos que narran la historia vikinga de la isla. Pero su importancia trasciende lo museístico: representa la forma en que el pasado sigue emergiendo en el presente, a veces de forma inesperada. También recuerda la relevancia del trabajo de los detectoristas, muchas veces infravalorado, en la recuperación de piezas fundamentales para comprender nuestras raíces.

Además, el descubrimiento ha reavivado el interés público por el legado vikingo en la Isla de Man, y se espera que incentive tanto nuevas investigaciones como el turismo cultural en la región. La joya no solo habla de un pasado glorioso, sino de un presente en el que la historia sigue escribiéndose con cada hallazgo.

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