El futuro incierto del patrimonio que emerge en nuestros embalses

En colaboración con el CSIC. Restos arqueológicos y arquitectónicos afloran cada año con la bajada del nivel del agua. Su valor histórico, cultural y científico exigen una respuesta urgente basada en su documentación y estudio antes de que desaparezcan por completo.
Figura 3. Ruinas del antiguo Real Sitio de La Isabela y ejemplos del deterioro por colapsos, depósitos de lodo, vegetación lacustre y eflorescencias, entre otros. Fuente: Proyecto DAMAGE (Análisis del Deterioro en Ambientes de Aguas Embalsadas del Patrimonio Cultural en Piedra. PID2019-109605RB-I00).
Ruinas del antiguo Real Sitio de La Isabela y ejemplos del deterioro por colapsos, depósitos de lodo, vegetación lacustre y eflorescencias, entre otros. Fuente: Proyecto DAMAGE.

Desde mediados del siglo XX, la creación de embalses en España ha tenido un impacto significativo sobre el patrimonio cultural, sumergiendo desde vestigios arqueológicos hasta pueblos enteros que, en muchos casos, nunca fueron documentados ni, por supuesto, protegidos adecuadamente. La Convención de la UNESCO de 2001 establece que un bien debe llevar al menos 100 años sumergido para ser considerado como patrimonio subacuático; sin embargo, muchos de estos yacimientos en embalses no llegarán a cumplir con ese criterio debido al rápido deterioro observado. Este tipo de patrimonio, a menudo olvidado hasta que emerge nuevamente, plantea un gran desafío: si bien su conservación material suele ser inviable en la mayoría de los casos, la documentación rigurosa y el seguimiento de su deterioro se vuelven fundamentales para preservar su valor histórico y científico.

En las últimas décadas, ha aumentado la visibilidad de bienes emergentes en embalses, especialmente a partir de trabajos de superficie como los realizados cerca del embalse de Valdecañas (Cáceres), donde se han encontrado numerosos restos arqueológicos entre los que destaca el Dolmen de Guadalperal o los restos romanos de Augustobriga. Estas intervenciones, aunque valiosas, intentan paliar los daños provocados por la continua amenaza de las fluctuaciones del nivel de agua; sin embargo, no son suficientes para preservar la totalidad del patrimonio sumergido. 

El futuro incierto del patrimonio que emerge en nuestros embalses 1
Dolmen de Guadalperal. Embalse de Valdecañas, Cáceres. Fuente: Ministerio de Cultura y Deporte.

El principal problema de este tipo de patrimonio son las condiciones variables y cíclicas a las que está expuesto que, además, dificultan enormemente el trabajo de los profesionales que documentan, monitorizan y estudian el deterioro de estos bienes.

Las áreas permanentemente sumergidas o enterradas suelen ofrecer un entorno más estable, alcanzando un equilibrio que protege en cierto modo a los materiales. El deterioro no se evita, pero sí se ralentiza. Cuando una pieza arqueológica o los restos de un naufragio se encuentran en el fondo del mar, el proceso para extraerlos a la superficie suele ser delicado y costoso. A menudo, las piezas se conservan en la propia agua marina en las que se encontraron y, paulatinamente, se van sometiendo a procesos de desalinización y limpieza hasta poder exponerlos en un museo. De lo contrario, el cambio brusco de condiciones podría desencadenar una serie de procesos tremendamente perjudiciales e irreversibles para los materiales.

Ahora comparemos con lo que ocurre en los embalses: durante los periodos de estiaje, el patrimonio emerge total o parcialmente en cuestión de semanas o días, ya sea por las altas temperaturas, la falta de precipitaciones o por un trasvase. Simplemente, la acción mecánica del agua puede provocar el arrastre de sedimentos, exhumando y desestabilizando estructuras, de la misma forma que nosotros perdemos el equilibrio en la orilla de playa, cuando el agua mueve la arena bajo nuestros pies. Cada entorno es único, pero algunos agentes de deterioro comunes a las que quedan expuestas las estructuras patrimoniales son la erosión por viento y lluvia, la exposición solar, los depósitos de lodo que cubren los materiales, la corrosión, la colonización de animales, vegetales e insectos y, sobre todo, el vandalismo y el turismo incontrolado. 

Incluso a escala microscópica, debemos tener en cuenta que la mayoría de los materiales de construcción, desde materiales pétreos a morteros y ladrillos, son porosos. La entrada y salida de agua pueden ser altamente perjudiciales debido a procesos físicos y químicos que alteran su estructura interna y favorecen la cristalización de sales superficiales (eflorescencias) o la colonización biológica. Cada vez que hay una época de inundación seguida de una época de sequía, todos estos procesos de alteración se reinician. Esto puede ocurrir anual o incluso estacionalmente, de modo que podemos empezar a imaginar lo acelerada que resulta la degradación de este patrimonio.

Para hacer frente al deterioro del patrimonio en embalses, se han planteado distintas estrategias de conservación que dependen en gran medida del contexto. Las intervenciones más directas buscan proteger y estabilizar los yacimientos en riesgo inmediato de destrucción. En el embalse de Valdecañas, por ejemplo, se han reforzado las bases del Dolmen de Guadalperal para frenar el deslizamiento de los ortostatos, mientras que la columnata de Augustobriga requirió medidas urgentes como el desplazamiento de elementos en riesgo inminente de destrucción.

El futuro incierto del patrimonio que emerge en nuestros embalses 2
Columnata de Los Mármoles en Augustobriga durante su traslado (Cáceres, ca. 1963). Fuente: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

Aunque este tipo de intervenciones pueden ser eficaces en casos específicos, no siempre son viables para grandes estructuras o poblaciones completas, como ocurre en el caso de los restos del antiguo Real Sitio de La Isabela en el embalse de Buendía (Guadalajara) o de la aldea de La Luz en el embalse de Alqueva (Valladolid). En estos casos, el patrimonio en riesgo puede convertirse en una valiosa fuente de estudio para los profesionales de Ciencias del Patrimonio, ayudando a comprender los procesos de deterioro y a desarrollar estrategias futuras de conservación. La realidad es que los embalses no van a desaparecer, y las inundaciones y sequías no se pueden controlar, lo que implica que, lamentablemente, debemos asumir que muchos de estos bienes se acabarán perdiendo. No obstante, su pérdida no habrá sido en vano si al menos han generado conocimiento que pueda ponerse al servicio de la comunidad científica para la preservación de otros casos.

El futuro incierto del patrimonio que emerge en nuestros embalses 3
Ruinas del antiguo Real Sitio de La Isabela y ejemplos del deterioro por colapsos, depósitos de lodo, vegetación lacustre y eflorescencias, entre otros. Fuente: Proyecto DAMAGE (Análisis del Deterioro en Ambientes de Aguas Embalsadas del Patrimonio Cultural en Piedra. PID2019-109605RB-I00).

El método más importante para la conservación del valor histórico y cultural de estos lugares es la rigurosa documentación, tanto de los bienes en sí, como de la metodología aplicada. Técnicas como la fotogrametría, el georradar o la digitalización en 3D permiten realizar reconstrucciones virtuales detalladas que ayudan a registrar el presente estado de conservación y a interpretar el pasado. Un ejemplo es el caso del impresionante campamento romano Aquis Querquennis, en las orillas del embalse de As Conchas (Orense). Este yacimiento es visitable cuando baja el nivel del embalse, pero también cuenta con un centro de interpretación que ofrece acceso continuo a su historia y valor cultural.

Figura 3. Ruinas del antiguo Real Sitio de La Isabela y ejemplos del deterioro por colapsos, depósitos de lodo, vegetación lacustre y eflorescencias, entre otros. Fuente: Proyecto DAMAGE (Análisis del Deterioro en Ambientes de Aguas Embalsadas del Patrimonio Cultural en Piedra. PID2019-109605RB-I00).
Ruinas del antiguo Real Sitio de La Isabela y ejemplos del deterioro por colapsos, depósitos de lodo, vegetación lacustre y eflorescencias, entre otros. Fuente: Proyecto DAMAGE (Análisis del Deterioro en Ambientes de Aguas Embalsadas del Patrimonio Cultural en Piedra. PID2019-109605RB-I00).

El patrimonio sumergido en embalses sigue estando desprotegido frente a su progresiva degradación. La legislación actual no contempla sus particularidades, y la ausencia de protocolos específicos impide actuar con eficacia en muchos casos. Más allá de los avances técnicos en documentación o digitalización, es imprescindible que se promueva una normativa adaptada que garantice su estudio y protección. Esto requiere no solo voluntad política y planificación a largo plazo —especialmente ante futuros proyectos de embalses o infraestructuras hidráulicas—, sino también una mayor concienciación social sobre el valor de estos bienes, muchas veces invisibles, pero profundamente ligados a nuestra historia compartida.


Ada Sáez Cobo

Ada Sáez Cobo

Graduada en CC. Químicas. Investigadora predoctoral en IGEO (CSIC-UCM)

Recomendamos en