Durante siglos y por todo el mundo, la chavalería ha jugado a un juego desconcertante que, además, tiene la apariencia de ser algo paranormal. Una persona (vamos a llamarla ‘el sujeto’), mejor si es más bien pesada, se sienta en una silla. Dos personas se ponen detrás de él y otras dos a un lado junto a sus rodillas. Uno de los que se encuentra detrás mete su dedo índice por debajo del brazo del sujeto, por ejemplo en la axila izquierda. Después hace lo propio su compañero, que lo coloca en la derecha. De igual modo, el que está a la izquierda pone su dedo índice en la corva (o “sobaco de la pierna”) derecha y el último, en la izquierda. Entonces deciden levantarlo. ¿Qué sucederá? Como el sujeto es muy pesado y les será imposible alzarlo ni siquiera un centímetro, o en el mejor de los casos, lo elevarán un poco pero se les irá hacia alguno de los lados, desequilibrando el proceso.

El ritual de levitación
Entonces el que dirige la sesión comenta que para lograrlo hay que realizar un pequeño ritual. Cuál es depende de dónde se haga, pues cada lugar tiene su propio ritual predefinido. El más extendido es aquel en el que cada ‘levantador’ ponga una de sus manos, con la palma hacia abajo, sobre la cabeza del sujeto. La forma de ponerla difiera: en unos sitios la tiene que dejar colocada un centímetro por encima del cuero cabelludo y en otros debe colocarla sobre él. Después el segundo levantador coloca su mano encima de la del primero (ya sea tocándola o sin tocarla, dependiendo del ritual a aplicar), y así sucesivamente hasta que se acaba formando una torre de ocho manos sobre el sujeto. Entonces empiezan a retirarlas en orden uno tras otro empezando por quien tiene la mano más arriba. Obviamente todo este ritual tiene que realizarse en el más absoluto silencio. Una vez terminado, los cuatro vuelven a poner sus dedos en el “sobaco” que le toca. Alguien cuenta hasta tres y… ¡sorpresa! Consiguen levantar al sujeto prácticamente sin hacer esfuerzo. Es más, levantarlo es tan fácil y tan sencillo que los participantes piensan que el peso del sujeto ha descendido de repente.
Un juego antiguo
La primera referencia que tenemos de este juego es de 1665, en la entrada a correspondiente al 31 de julio de los famosos diarios de Samuel Pepys, una de las fuentes primarias más importantes del período de la Restauración inglesa.

Este juego ha tenido cierta repercusión científica a los largo de la historia: lo comenta el físico inglés David Brewster en su libro Letters on Natural Magic de 1862 y en el del aeronauta y divulgador científico francés Gaston Tissander en su libro de 1886 Les Récréations scientifiques. En este último caso la levitación se realiza con dos personas poniendo sus dedos bajo los zapatos, otros dos bajo sus codos doblados y un quinto bajo su mentón.
¿Por qué funciona la levitación?
Cuando intervienen cuatro personas, el peso se total de la persona se distribuye entre los cuatro. Así, si el sujeto peso 80 kilos, cada uno se hace cargo de tan solo 20 kilos.

En el primer intento los ‘levantadores’ no comienzan a izarlo a la vez, en el mismo instante, y el peso del sujeto se distribuye de forma no proporcionada: el pobre se inclinará hacia un lado, haciendo que resulte más pesado para alguno de los ‘levantadores’. El ritual, sea cual sea, y el levantar al sujeto al terminar la cuenta atrás asegura la coordinación del esfuerzo conjunto. Además, el ritual tiene el efecto psicológico de hacer que cada uno de los ‘levantadores’ lo intente con más ímpetu.
A veces se pide aguantar la respiración, lo que contribuye al éxito de la levitación ya que la mayoría de nosotros deja de respirar cuando intenta levantar algo pesado. En alguno de los rituales se dice que los levantadores deben presionar con sus manos la cabeza del sujeto durante un rato, lo que contribuye a que sientan sus brazos más ligeros cuando empiezan la levitación. Este es otro fenómeno bien conocido desde antiguo: hay un viejo juego de niños que consiste en ponerte bajo el dintel de una puerta abierta con los brazos en cruz y presionar con las palmas de las manos contra ambos lados del marco de la puerta durante uno o dos minutos. Después das un paso al frente y tus brazos empiezan a levantarse por sí solos como impulsados por un resorte.
No solo funciona con personas
Es más, no es necesario ni que el sujeto sea una persona, puede ser cualquier cosa. En Ked Shivapur, un pueblecito cerca de Pune, en la parte occidental de la India, hay un famoso mausoleo que se encuentran los restos de Hazrat Kamar Ali, un ilustre sufí cuyo nombre significa "sabiduría" que falleció a los 18 años y que desde su muerte se le honra como un santo musulmán. Fue enterrado en ese mausoleo hace unos 700 años.

Justo en la entrada sobre el suelo hay una enorme esfera de piedra de 35 cm de diámetro y un peso de 64 kilos con la que se hace un ritual similar. En este caso la tradición obliga a que se dispongan a su alrededor un número impar de devotos (lo habitual suelen ser once) y que coloquen su dedo índice en algún punto en el ecuador de la piedra o por debajo de él. Después de recitar al unísono “Kamar ali Darvesheeeeeeeee” uno de ellos de la orden de levantarla... y la bola se alza lentamente. Para los devotos musulmanes es un milagro de Alá.