En las áridas laderas del Alto Atlas marroquí, donde hoy solo sopla el viento sobre la roca, hace unos 168 millones de años caminaba uno de los animales más insólitos que jamás haya existido. Medía apenas cuatro metros de largo y era herbívoro, pero su cuerpo estaba cubierto por una auténtica muralla viviente: placas, espinas y púas afiladas de todos los tamaños sobresalían de su cuello, su espalda, su cadera y sus costillas. Algunas de estas estructuras óseas alcanzaban casi un metro de longitud. El descubrimiento de Spicomellus afer, presentado recientemente en la revista Nature, ha sacudido los cimientos de la paleontología, revelando una versión primitiva, pero al mismo tiempo extraordinariamente elaborada, de los dinosaurios acorazados.
Hasta hace poco, Spicomellus era apenas un nombre en los márgenes de la ciencia, conocido únicamente por un fragmento de costilla fosilizada hallado en 2021. Sin embargo, el hallazgo de un conjunto más completo de restos —incluyendo múltiples vértebras, placas dérmicas y una especie de collar óseo con espinas— ha confirmado no solo su pertenencia al grupo de los anquilosaurios, sino que lo posiciona como el más antiguo de su linaje y el más ornamentado de todos ellos. Un hecho que contradice completamente las teorías evolutivas tradicionales.
Una armadura que no tiene igual
Los anquilosaurios son célebres por su blindaje corporal y, en sus formas más tardías, por la icónica maza en la cola. Pero este hallazgo va mucho más allá. Su esqueleto conserva evidencia de algo nunca antes visto: púas fusionadas directamente con las costillas. Este rasgo es absolutamente único en todo el reino animal, tanto en especies actuales como extintas. Es como si el dinosaurio hubiese nacido con lanzas saliendo directamente de sus costados. Y no hablamos de pequeñas protuberancias: algunas de estas espinas midieron hasta 87 centímetros, y posiblemente fueron más largas en vida.
Además del “collar” con púas, Spicomellus también tenía grandes placas y estructuras puntiagudas sobre las caderas, y una posible maza en la cola, de acuerdo con los restos fosilizados de vértebras caudales fusionadas que recuerdan a las de otros anquilosaurios más modernos. Estos rasgos sugieren que muchos de los elementos que definieron a este grupo ya estaban presentes mucho antes de lo que se pensaba.
Lo más desconcertante es que se trata del primer miembro del grupo que conocemos —vivió 30 millones de años antes que otros anquilosaurios ya descritos—, y sin embargo, ostenta la armadura más exagerada y variada. Esto desafía el patrón evolutivo habitual, donde las formas más primitivas suelen ser más simples y las complejidades aparecen con el tiempo. En este nuevo dinosaurio ocurre justo lo contrario.

¿Armas o adornos?
Una de las grandes preguntas que plantea el descubrimiento es la funcionalidad de semejante panoplia corporal. A primera vista, el blindaje sugiere una adaptación defensiva contra depredadores, y en parte lo sería. Sin embargo, los investigadores destacan que ciertas estructuras, como las púas del cuello, parecen demasiado exageradas y poco prácticas como para haber tenido solo ese propósito. El animal vivía en un entorno de vegetación densa y moverse con ese peso y tamaño extra habría supuesto un coste energético significativo.
Así, se plantea que muchas de estas estructuras pudieron tener funciones sociales y de exhibición, como ocurre hoy en día con las astas de los ciervos o la cola de los pavos reales. Podrían haber servido para atraer pareja, intimidar rivales o reforzar jerarquías dentro del grupo. Es un recordatorio de que, en la evolución, el combate y la reproducción son fuerzas tan poderosas como la supervivencia misma.
Una rareza africana que cambia la historia
El descubrimiento de Spicomellus también tiene una gran relevancia geográfica. Hasta ahora, la mayoría de los anquilosaurios se habían hallado en ecosistemas del hemisferio norte, particularmente en América del Norte, Europa y Asia. Este es el primer anquilosaurio conocido en África, y además, el más antiguo del mundo. Lo que indica que el grupo pudo haberse originado en este continente o, al menos, que tuvo una distribución mucho más amplia de lo que se pensaba durante el Jurásico Medio.
La región marroquí del Atlas, donde se hallaron los fósiles, está emergiendo como una mina de oro paleontológica. Con un registro fósil históricamente subestimado, Marruecos empieza a cobrar protagonismo como un enclave crucial para reconstruir la evolución de los dinosaurios en Gondwana, el antiguo supercontinente del hemisferio sur.

El hallazgo fue posible gracias a una colaboración internacional liderada por paleontólogos del Natural History Museum de Londres, la Universidad de Birmingham y la Université Sidi Mohamed Ben Abdellah de Fez. Fue en 2023 cuando un agricultor marroquí local encontró los restos tras unas inundaciones. El equipo acudió al lugar bajo un permiso oficial y realizó la excavación completa. Ahora, con los fósiles analizados y el estudio publicado, comienza una nueva etapa en la exploración de este ecosistema jurásico poco conocido.
Otro de los aspectos más fascinantes del caso Spicomellus es que su morfología podría representar un “experimento evolutivo” temprano dentro del grupo de los anquilosaurios. Posteriormente, con la aparición de grandes depredadores como Allosaurus en el Jurásico tardío y Tyrannosaurus rex en el Cretácico, los anquilosaurios evolucionaron armaduras más funcionales, menos vistosas y más eficientes desde el punto de vista defensivo. Su espectacularidad pudo haber sido un rasgo descartado por la selección natural conforme las amenazas crecieron.
Por tanto, el dinosaurio marroquí podría ser el último vestigio de una línea evolutiva más decorativa y exhibicionista, una que fue sustituida por la sobriedad letal de la funcionalidad pura. Pero en su tiempo, en un paisaje aún no dominado por los grandes carnívoros, Spicomellus fue un espectáculo andante: un herbívoro cubierto de espinas, caminando lentamente con su extravagante armadura como estandarte de un mundo aún en construcción.
El estudio ha sido publicado en la revista Nature.