Entrevista a Antonio Damásio “Los ordenadores carecen de las características básicas de la vida”

António Damásio dirige el Instituto del Cerebro y la Creatividad en la Universidad del Sur de California (EE. UU.). Aquí nos explica su visión sobre los procesos cerebrales y la relación de nuestro encéfalo con las emociones, los sentimientos y la conciencia.
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Una mujer de 54 años cuyas iniciales son SM exhibe una característica extremadamente rara para el resto de los mortales: no tiene miedo. Vive en un lugar no identificado de Estados Unidos y oculta su nombre y dirección por una buena razón. Como es incapaz de asustarse, cualquier ladrón o delincuente podría aprovecharse fácilmente de su condición, porque el miedo es lo que nos hace reaccionar ante el peligro. Pero ella no sabe lo que es. 

Nacido en Lisboa en 1944, António Damásio estudió Medicina en la universidad de su ciudad y luego dirigió sus pasos a la investigación sobre neurología del comportamiento.  - AGE

Cuando tenía treinta años, mientras caminaba por un parque considerado peligroso, alguien le puso un cuchillo en el cuello, la insultó y amenazó con matarla. Ella reaccionó con calma. Eran las diez de la noche. Escuchó la letanía de un coro de una iglesia cercana y respondió tranquilamente al asaltante que antes tendría que enfrentarse “al ángel de mi Dios”. La mujer se desembarazó de su agresor y se alejó sin alterarse. 

Cualquiera habría evitado volver a pasar por allí, pero ella lo hizo al día siguiente. Vive en un barrio conflictivo, ha sido amenazada varias veces a punta de pistola y se ha visto envuelta en peleas. Incluso en una ocasión recibió una paliza que casi le cuesta la vida, pero nunca reaccionó con temor, sino exhibiendo una increíble sangre fría. No obstante, SM sufría colapsos nerviosos, y en los años noventa acudió a ver a António Damásio, el neurocientífico nacido en Lisboa y afincado en Estados Unidos que se ha ganado fama mundial por sus investigaciones sobre las emociones humanas.

La razón de la ausencia de miedo

Tras estudiar detenidamente el caso, Damásio concluyó que SM padecía la enfermedad de Urbach-Wiethe, un raro síndrome que solo afecta a unas cuatrocientas personas en todo el mundo. Consiste en una progresiva calcificación de las amígdalas cerebrales, unas estructuras en forma de almendra situadas en las profundidades de la corteza cerebral. Las amígdalas procesan las emociones y en especial el miedo. SM no recuerda apenas lo que es este sentimiento, ya que el trastorno se manifestó cuando estaba en su veintena. Lo más que puede expresar sobre la última vez que sintió temor se remonta a cuando de niña iba a pescar con su padre y le daba miedo coger los peces enganchados al anzuelo por si le mordían. 

Damásio y su equipo intentaron que SM les dibujara el rostro de alguien con miedo, pero la mujer fue incapaz. ¿Se puede vivir sin miedo? ¿O sin sentir emociones? Ser miedoso es muy útil. Si alguien nos pusiera delante una mamba negra (Dendroaspis polylepis), la serpiente más mortífera de África, nuestro pulso se aceleraría inevitablemente. Se vertería cortisol al torrente sanguíneo, para proporcionarnos energía extra en milisegundos. Damásio define la serpiente como un objeto competentemente emocional, es decir, algo que produce una emoción instantánea y una respuesta automática. 

Uno no se pregunta sobre la agresividad de la mamba o la potencia de su veneno en relación con el de otras serpientes, ni si el reptil se asustará o nos atacará. En esos momentos, la consciencia no existe. Actuamos sin pensar. O nos quedamos paralizados o echamos a correr. El miedo es una emoción, y no podemos vivir sin emociones. Estas están más relacionadas con la acción, la respuesta automática diseñada para que el sistema nervioso nos ponga a salvo del peligro, de acuerdo con Damásio. Cuando uno percibe una emoción y la examina, se encuentra con un sentimiento asociado. Ambas cosas —emociones y sentimientos— no son exactamente lo mismo. Es algo que hay que aprender a dominar en el vocabulario básico cuando se habla con este neurocientífico.

¿Acaso no estamos hechos de emociones?

En un programa de radio al que Damásio fue invitado, se escuchó el testimonio grabado de SM por el neurólogo Daniel Tranel, de la Universidad de Iowa (EE. UU.), que lleva estudiando su caso durante años. Damásio ha comprobado que SM no se asusta ni de las arañas ni de las serpientes, pero eso no significa que no sepa localizar los peligros. SM no es estúpida, y se apartaría de un coche que viniera hacia ella sin control, aunque su pulso no se pondría a mil. Sus amígdalas calcificadas son la prueba científica que de las emociones, al igual que los sentimientos, no son etéreas, se procesan y tienen un sustrato físico. 

Damásio recibió el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2005. Además, es autor de varios libros; el más reciente, El extraño orden de las cosas (Planeta, 2018). - GETTYI

Su reino es el cerebro. Se habla de inteligencia emocional o de usar las emociones de manera eficaz en la toma de decisiones. Si hay alguien preparado para hablar de las emociones y sentimientos en el cerebro con perspectiva científica es Antonio Damásio. Pero no hay que confundirse. Los sentimientos y las emociones no pueden reducirse a un mero aunque complejísimo intercambio de moléculas. El reduccionismo no funciona a la hora de explicar al cerebro. MUY habló con Damásio, que estaba en su casa de Los Ángeles el pasado mes de marzo cuando en España se decretó el estado de alerta por la pandemia de la COVID-19.

Usted es célebre por sus estudios sobre las emociones en el cerebro. ¿Sigue siendo el órgano más misterioso o quizá ya lo es un poco menos?

Mantiene su misterio. Pero es que el cerebro es mucho más que un órgano. Es un sistema complejo que nos ayuda a gobernar la vida. Junto al sistema nervioso en general, nos hace posible vivir y adaptarnos a las condiciones extremadamente complejas de la existencia. Su belleza reside en que nos permite administrarla mucho mejor. La hace llevadera para organismos complejos que viven en mundos complicados. Sabemos bastante sobre el cerebro, pero hay muchísimas cosas que quedan por descubrir antes de que podamos comprenderlo en su totalidad.

¿Cuáles son los mitos frecuentes que se han vertido sobre el encéfalo?

Se nos dice que es como un ordenador o que memoriza todo lo que percibe. Podría añadir otros aún más ridículos, como cuando la gente dice que solo entendemos el uno por ciento del cerebro. Desde luego comprendemos mucho más, aunque eso no significa que lo sepamos todo. Pero quizá el mito más falso de todos es el que considera que el órgano pensante trabaja en solitario y que es como una computadora.

¿Por qué?

Bueno, en cierto sentido sí funciona como un ordenador o un sistema informático si atendemos a que hace cálculos constantes. Pero la característica más importante es que el cerebro no funciona solo. Lo hace en colaboración con todos los órganos del cuerpo. Si me preguntas cuál es el componente más importante de nuestra vida, te diría que sería todo aquello que está relacionado con el metabolismo, con el control y el manejo de la energía y el mantenimiento de la salud. Pero los tejidos del cuerpo se bastan por sí solos para administrar todo esto.

Entonces, ¿cómo interviene nuestra masa gris? 

Ayuda al organismo a encontrar la mejor situación para obtener o transformar fuentes de energía y disponer de la que necesitamos. Es decir, el cerebro no trabaja solo. Y nosotros no somos solo cerebro. Eso destruye el mito de la inteligencia artificial y los robots, la idea de que son similares a nosotros. Desde luego que no lo son. Admito que los programas informáticos resultan muy útiles en ciertas condiciones, pero no están vivos. Y desde luego carecen de las características fundamentales de la vida. Considerar al cerebro como una computadora o cómo el único creador de nuestras mentes es una idea equivocada.

En el film de ciencia ficción Lucy (2014) se afirma que usamos solo el 10 % de la capacidad cerebral. ¿Por qué la gente acepta eso sin rechistar? 

Bueno la gente cree en muchas cosas absurdas, y no voy a detenerme aquí a buscar explicaciones. Quizá muchas personas se den cuenta de que no saben mucho sobre el cerebro y perciban que los misterios que encierra no han sido aún revelados. Pero este tipo de cosas no tienen ningún fundamento ni conexión con la realidad.

Según afirma Damásio: "Considerar al cerebro como una computadora o cómo el único creador de nuestras mentes es una idea equivocada." - iStock

Se dice que el cerebro construye su propia realidad —por ejemplo, los colores no existen, son una invención suya—, y que esa realidad construida no tiene por qué coincidir con la de fuera. 

Eso se puede debatir. Creo en la idea de que cuando el cerebro construye colores y formas en el espacio está usando la realidad, moviliza mecanismos, imparte instrucciones, activa redes y neuronas que procesan trocitos de realidad. Mientras hablo con usted estoy mirando por el ventanal que hay en mi despacho y veo árboles y un cielo hermoso. Desde luego eso es real. Claro que no hay garantía de que el mundo de fuera sea exactamente tal como lo vemos o como lo escuchamos. Pero sería absurdo pensar que es diferente de lo que percibimos. El sistema nervioso capta estos fundamentos de la realidad que se expresan de manera realista en nuestra mente.

Sin embargo en algunas enfermedades como la esquizofrenia los pacientes creen que están hablando con alguien que realmente no existe. 

Sí, es una ilusión. Su cerebro no funciona con normalidad. Lo mismo sucede cuando se toman drogas psicodélicas, que cambian los mecanismos de percepción. Los drogadictos ven el mundo de forma distinta que usted o yo. La gente que padece enfermedades, como la psicosis o la depresión profunda, tiene una visión alterada de la realidad, que precisamente es muy diferente por lo distintas que son las emociones que sienten.

¿Por qué no recordamos todo lo que nos pasa en la vida? ¿Puede que el encéfalo lo capte todo pero que no sepamos recuperar las memorias? 

Es una mezcla de las dos cosas. No hay forma de que el cerebro registre y mantenga las grabaciones de todo lo que experimentamos. En su interior se produce una competencia entre las diferentes experiencias que pueden ser retenidas. Por lo común, se decide por las que son más importantes para nosotros, aunque no siempre. A veces retenemos recuerdos de pequeños acontecimientos que apenas tienen consecuencias. Simplemente están ahí. A medida que envejecemos, siempre hablando en términos de personas sanas que han almacenado una buena cantidad de recuerdos, la competición por el espacio disponible y para la recuperación de esas memorias se acrecienta. Es un sistema que aloja procesos que compiten entre sí. Cuando surgen enfermedades como el alzhéimer, el sistema se rompe y el enfermo no puede memorizar más ni acceder a los recuerdos.

¿Cómo percibe el cerebro el tiempo? 

A veces da la sensación de que transcurre más lento de lo normal, pero a medida que pasan los años las cosas parecen ir más deprisa... Es algo que cambia constantemente y se altera por la cantidad de detalles que advertimos en nuestras observaciones. Cuantos más detalles fijemos, más lento nos parecerá que discurre el tiempo. Nuestras condiciones emocionales también influyen de forma notable en la percepción temporal. Lo vemos continuamente en las películas. Una de las habilidades de un director de cine es la manipulación del tiempo. Las escenas que están bien dirigidas producen esa sensación. Una secuencia que en la vida real duraría media hora apenas supone unos minutos o incluso segundos en la pantalla. El gran cineasta británico Alfred Hitchcock hacía que situaciones que necesitarían casi una eternidad en la vida real cobren vida en cuestión de pocos minutos.

Cary Grant es perseguido por una avioneta en Con la muerte en los talones. En esta y otras películas de Hitchcock hay una percepción alterada de la temporalidad. - ALBUM

¿Cree que existe alguna estructura cerebral encargada de percibir el tiempo? 

No creo que vayamos a descubrirla. El tiempo es el resultado del ritmo en el que suceden nuestras experiencias. En nuestra mente consciente las cosas ocurren a un ritmo. Así que la maquinaria que nos permite percibir los eventos que suceden en la mente —y la que permite que asociemos los sentimientos a estos sucesos— son las que construyen los ladrillos de nuestra consciencia. Todo eso es lo que nos permite tener una percepción del tiempo.

¿Cómo definiría la consciencia? 

En mi libro El extraño orden de las cosas (Planeta, 2018) dedico capítulos a los sentimientos y la consciencia, y ahora estoy escribiendo artículos y también un libro centrado en esta cuestión. La forma más sencilla de definir la consciencia para sus lectores sería: se trata de una forma de decirle a nuestra mente que nos pertenece. En otras palabras, supone una manera de proporcionar a los procesos mentales una referencia de nosotros mismos, una referencia de que son una posesión nuestra, de nuestra identidad. No es algo tan misterioso como se cree. Significa una reducción del conocimiento en los procesos mentales para llegar a una conclusión simple: “esta mente es mía, me pertenece”, está sucediendo en mi cuerpo, es individual.

A menudo se suele pensar que si tomamos una decisión en base a nuestras emociones nos vamos a equivocar. 

No tiene por qué ser así. Depende. Los sentimientos ayudan a tomar la mayoría de las decisiones. No trabajamos mentalmente como los robots. Sopesamos muchas cosas y les adjudicamos valoraciones. Los sentimientos son muy relevantes para nuestras emociones. Y el sistema de los sentimientos es en sí mismo la base de todo nuestro razonamiento. Muchas de las decisiones que guían la vida se basan en sentimientos como la ira, la sed, el dolor, el bienestar o el deseo. Sobre estos sentimientos hemos construido otra capa basada en hechos, en razonamientos, que tiene que ver con la realidad objetiva, con un mecanismo dedicado a la toma de decisiones. Ahora bien, no todas las decisiones tienen que ser emocionales, desde luego. Cuando tenemos una emoción de la que se deriva un sentimiento negativo, como el miedo, la ira y el odio, estos suelen funcionar como pésimos consejeros del razonamiento. Las decisiones que tomas en estos casos suelen ser las peores si se basan en estas emociones.

¿Hay razones para ser optimistas y pensar que se podrán vencer finalmente enfermedades como el alzhéimer? 

Desde luego. No va a suceder mañana. Pero habrá remedios. Con respecto al alzhéimer, es más complejo. Desde luego es una enfermedad, pero está relacionada con el envejecimiento. Suele golpear a los más ancianos, así que aparece con la edad. Es una dolencia pero también aparece al envejecer. En el primer caso creo que se encontrarán soluciones, pero tratar el envejecimiento llevará más tiempo.

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