El cielo está lleno de enigmas que aún desconciertan a los astrónomos. Uno de los más intrigantes tiene que ver con el nacimiento de las estrellas gigantes, aquellas que superan con creces la masa de nuestro Sol. Su radiación es tan intensa que debería impedir que sigan acumulando materia, pero aun así crecen hasta convertirse en verdaderos colosos cósmicos. El misterio parecía irresoluble, hasta que un grupo de investigadores utilizó el telescopio ALMA en el desierto de Atacama para observar con una resolución inédita una de estas regiones de formación estelar.
El resultado fue sorprendente. El estudio, publicado en Science Advances, demostró que la clave no son los discos de acreción, como se pensaba hasta ahora, sino enormes flujos de gas llamados “streamers”. Estas corrientes actúan como rutas directas de material desde la nube molecular hacia la protoestrella, con la fuerza suficiente para vencer la presión de la radiación. En palabras del artículo, “estos flujos son lo bastante masivos como para alimentar la región central a un ritmo suficiente para contrarrestar los efectos de retroalimentación de la estrella joven”.
Un reto para las teorías clásicas
Las estrellas de alta masa (más de ocho veces la masa del Sol) siempre han sido un desafío para la astrofísica. Su influencia es decisiva: producen elementos pesados que enriquecen el medio interestelar y generan explosiones de supernova que remodelan su entorno. Sin embargo, había un problema teórico evidente. Si su radiación es tan poderosa, ¿cómo logran acumular suficiente gas para nacer?
El modelo más aceptado proponía que grandes discos de gas y polvo cumplían la función de alimentar a la estrella en formación. Al igual que ocurre con estrellas más pequeñas y con sistemas planetarios en gestación, los discos servían como reservorios y embudos naturales. Pero las observaciones de ALMA contradicen esa visión simplificada. En el caso de G336 ALMA1, la estrella joven observada, no se detectó un disco grande y estable, sino dos corrientes de gas que penetraban directamente hasta la región central.
Este hallazgo implica que los discos no son la única vía de crecimiento. El propio paper lo señala de manera clara: “estos flujos persisten bien dentro del radio esperado para un disco, lo que indica que desempeñan un papel sustitutivo canalizando material… directamente al protostar en formación”.

Los streamers como autopistas cósmicas
Lo que ALMA mostró en detalle fue la presencia de dos streamers principales, uno con movimiento azul desplazado hacia nosotros y otro rojizo en sentido contrario. Ambos transportan gas a gran velocidad desde distancias de miles de unidades astronómicas hasta apenas unas decenas alrededor de la estrella joven.
Estas corrientes no solo existen, sino que son lo bastante masivas como para garantizar el crecimiento estelar. Los cálculos del equipo indican tasas de acreción cercanas a 10⁻³ masas solares por año, un valor mucho mayor que el observado en estrellas de baja masa. Esto explica cómo los gigantes cósmicos logran desarrollarse en plazos relativamente cortos.
Un detalle relevante es que los autores midieron la competencia entre la presión de radiación de la estrella y la fuerza del flujo. El resultado fue claro: la presión del gas supera en dos órdenes de magnitud a la de la radiación cerca del núcleo. Gracias a esa diferencia, el material no es expulsado, sino que sigue cayendo sobre la estrella en formación.

Evidencia molecular y dinámica del gas
Las observaciones de ALMA no se limitaron a la imagen directa del polvo. Los científicos analizaron líneas de emisión de moléculas como el metanol y el óxido de azufre. Estas señales son importantes porque delatan zonas de gas caliente y choques locales, justo en los puntos donde los streamers impactan con el entorno cercano a la estrella.
En la Figura 1 del artículo puede verse cómo los mapas de velocidad revelan la conexión entre los flujos y el núcleo estelar. Además, en los diagramas de posición-velocidad, los patrones observados no coinciden con lo esperado de un disco rotatorio clásico, sino con la combinación de caída y rotación propias de un flujo en movimiento. Como resumen el equipo, “la continuidad del flujo desde unas 2000 hasta 60 unidades astronómicas indica que el material realmente llega a la estrella en formación”.
Estos datos no solo confirman la existencia de los streamers, sino que muestran que son estructuras activas y estables. No se trata de restos pasivos de gas, sino de corrientes vivas que transportan masa de manera continua.

Qué cambia con este descubrimiento
El impacto de este hallazgo es significativo. Si los streamers resultan ser comunes en otros sistemas, habría que replantear las teorías de formación estelar masiva. Ya no bastaría con suponer que los discos gigantes son la regla, sino que habría que incorporar mecanismos alternativos de transporte de materia.
Esto también tiene consecuencias para comprender la historia de nuestra propia galaxia. Las estrellas masivas modelan la evolución química de la Vía Láctea y de otras galaxias. Saber cómo surgen ayuda a reconstruir el ciclo de vida del gas interestelar y la aparición de nuevos sistemas estelares. En este sentido, los streamers podrían ser piezas clave del rompecabezas cósmico.
El trabajo también plantea nuevas preguntas. ¿Qué tan frecuentes son estos flujos en regiones de formación estelar? ¿Existen siempre en paralelo con discos pequeños, invisibles a las observaciones actuales, o pueden sustituirlos por completo? La investigación futura tendrá que responder a estos interrogantes.
El futuro de las observaciones
El equipo de Olguín y colaboradores planea extender su análisis a otros núcleos de formación masiva. El objetivo es comprobar si los streamers son un fenómeno aislado o un proceso recurrente. Para ello, ALMA seguirá siendo una herramienta esencial. Su capacidad de captar emisiones milimétricas con gran resolución es única, pero se combinará con telescopios infrarrojos como el James Webb, que aportan información complementaria sobre el polvo caliente y las moléculas orgánicas.
Además, los próximos radiotelescopios de nueva generación permitirán seguir estos flujos con mayor detalle y en diferentes etapas de la formación estelar. Con ello se podrá responder a la gran pregunta que ha motivado este trabajo: cómo es posible que surjan estrellas que parecen desafiar los límites de la física conocida.
Referencias
- Olguin, F. A., Sanhueza, P., Ginsburg, A., Chen, H-R. V., Tanaka, K. E. I., Lu, X., Morii, K., Nakamura, F., Li, S., Cheng, Y., Zhang, Q., Luo, Q., Oya, Y., Sakai, T., Saito, M., Guzmán, A. E. (2025). Massive extended streamers feed high-mass young stars. Science Advances, 20 August 2025. DOI: 10.1126/sciadv.adw4512.