Cuando tu rostro no refleja lo que sientes: el doble malentendido y el agotador esfuerzo social del autismo

Un nuevo estudio da voz a adultos autistas que explican cómo viven la comunicación no verbal y por qué los malentendidos con personas neurotípicas no son solo cuestión de falta de empatía, sino de estilos de interacción diferentes.
Fuente: ChatGPT / E. F.

Una sala de reuniones, una charla entre amigos o incluso una videollamada informal pueden convertirse en un auténtico campo de batalla emocional para algunas personas. Un gesto malinterpretado, una pausa demasiado larga, una mirada que no llega a tiempo... para quienes están dentro del espectro autista, estos detalles no son simples momentos incómodos: pueden desencadenar ansiedad, incomprensión e incluso exclusión. La comunicación no verbal, esa red invisible de gestos, tonos y silencios, a menudo funciona como un idioma paralelo que no todas las personas comparten de la misma forma.

Un estudio reciente, publicado en la revista PLOS ONE, se ha propuesto escuchar directamente a quienes viven esta realidad desde dentro. En lugar de observar desde fuera, el equipo investigador analizó más de 1.100 mensajes de adultos autistas en foros online para comprender cómo experimentan ellos mismos la comunicación no verbal. El resultado no solo ofrece información clave sobre sus desafíos diarios, sino que también desmonta algunos prejuicios profundamente arraigados sobre el autismo y la interacción social. “Hay demasiadas cosas ocurriendo a la vez”, escribió una de las personas participantes. Y esa frase, que da título al estudio, resume el núcleo del problema.

Sobrecarga sensorial: demasiadas señales, muy poco tiempo

Uno de los hallazgos centrales del estudio es que las personas autistas suelen experimentar la comunicación no verbal como una fuente constante de sobrecarga cognitiva y sensorial. A diferencia de lo que ocurre en la mayoría de las personas neurotípicas, para quienes gestos, expresiones faciales o tonos de voz se integran de forma automática, en el caso del autismo este procesamiento requiere un esfuerzo consciente, sostenido y agotador.

Una de las citas textuales del estudio lo resume con claridad: “There is just too much going on there” (“Hay demasiadas cosas ocurriendo a la vez”). Esta frase, tomada de uno de los foros analizados, refleja una experiencia común entre los participantes: la dificultad para filtrar y jerarquizar la enorme cantidad de estímulos no verbales que se presentan en una conversación. En palabras del estudio, “la información no verbal se describe como ambigua, contradictoria o simplemente abrumadora”.

Este exceso de señales no solo complica la interpretación del mensaje, sino que también puede generar ansiedad. En muchos casos, las personas autistas reportan que se sienten observadas o juzgadas por no “responder bien” a lo que otros esperan a nivel gestual o emocional. Este nivel de exigencia externa se suma al esfuerzo interno, generando un círculo vicioso de tensión y agotamiento.

Fuente: ChatGPT / E. F.

El doble malentendido: no se trata solo de no entender, sino de no ser entendido

Tradicionalmente, las dificultades comunicativas en el autismo se han descrito como unidireccionales: la persona autista tendría una capacidad reducida para “leer” a los demás. Sin embargo, el estudio reivindica una visión más matizada. Introduce el concepto de “problema de doble empatía” (Double Empathy Problem), que señala que la incomprensión puede ser mutua, derivada de estilos de comunicación diferentes entre personas autistas y no autistas.

El artículo señala que muchos participantes expresan frustración por no ser comprendidos cuando sus señales no verbales no se ajustan a las expectativas sociales predominantes. En ocasiones, sus expresiones faciales no reflejan con claridad su estado emocional, o sus movimientos corporales pueden malinterpretarse como desinterés o frialdad. Esto puede llevar a situaciones en las que, pese a tener una intención clara, su mensaje no llega a destino.

Es atribuido erróneamente a una falta de interés o empatía.

Tal como recoge el estudio, “Los participantes expresaron frustración cuando otros esperaban que produjeran señales no verbales que les resultaban poco naturales o difíciles de generar”. Este tipo de interacción asimétrica no solo provoca malentendidos, sino que puede reforzar el aislamiento social y afectar la autoestima de quienes lo viven.

Este doble malentendido no es una simple anécdota social. Tiene consecuencias reales en el acceso al empleo, en las relaciones afectivas y en la salud mental. Y lo más preocupante: muchas veces pasa desapercibido o es atribuido erróneamente a una falta de interés o empatía por parte de la persona autista, cuando en realidad se trata de una diferencia en los modos de expresión.

Fuente: ChatGPT / E. F.

Estrategias de adaptación: entre la máscara social y el agotamiento

Para hacer frente a estas dificultades, muchas personas autistas desarrollan estrategias conscientes de adaptación en contextos sociales. Algunas aprenden a imitar expresiones faciales, a mantener contacto visual forzado o a modular su tono de voz según lo que se espera. Este fenómeno, conocido como “camuflaje” o “masking”, aparece repetidamente en los mensajes analizados por el estudio.

Aunque estas estrategias pueden facilitar la integración social en ciertos contextos, tienen un alto coste emocional y cognitivo. El estudio lo deja claro: “El camuflaje de conductas no verbales para parecer neurotípico se describió como agotador, estresante y, a veces, perjudicial para el bienestar”.

Además, el uso constante de estas técnicas puede conducir a una desconexión interna, donde la persona siente que está representando un papel en lugar de interactuar desde su autenticidad. Esto no solo incrementa el riesgo de agotamiento, sino que también puede dificultar la formación de vínculos genuinos con otras personas.

El problema no es la voluntad de comunicarse, sino la presión por adaptarse a unas normas que no contemplan la diversidad de estilos comunicativos. Como explica una de las personas citadas en el estudio, actuar según las normas sociales esperadas puede sentirse como “una interpretación continua, más que como una conversación real”.

Un cambio necesario: hacia una comunicación más inclusiva

El estudio no se limita a describir los desafíos, también propone cambios concretos en la forma en que la sociedad puede facilitar la comunicación con personas autistas. Una de las recomendaciones más destacadas es el uso de canales alternativos, como la comunicación escrita o la interacción en línea, que ofrecen más tiempo para procesar y responder. Según el artículo, “la comunicación escrita permitía a los participantes procesar la información a su propio ritmo y reducía la presión de interpretar las señales no verbales”.

Asimismo, sugiere que la sociedad debe revisar sus expectativas sobre lo que significa una “buena” comunicación no verbal. No todas las personas sonríen de la misma manera, ni miran a los ojos con la misma frecuencia, ni usan las manos para enfatizar lo que dicen. Reconocer esta diversidad no es solo una cuestión de cortesía, sino de inclusión.

"La comunicación escrita permitía a los participantes procesar la información a su propio ritmo y reducía la presión de interpretar las señales no verbales"

Para que estos cambios se consoliden, es necesario que los entornos educativos, laborales y sanitarios incluyan formación específica sobre neurodiversidad y estilos comunicativos. Además, los medios de comunicación juegan un papel clave al visibilizar estas experiencias sin caer en estereotipos ni dramatizaciones.

El mensaje del estudio es claro: escuchar a las personas autistas sobre cómo viven la comunicación no verbal no solo mejora nuestra comprensión de su mundo, sino que enriquece también el nuestro. Porque cuando alguien no responde como esperábamos, quizás el problema no sea su silencio o su respuesta desproporcionada, sino nuestra forma de escuchar.

Recomendaciones para una comunicación más inclusiva con personas autistas

  • Dar tiempo suficiente para procesar la información. Las personas autistas pueden necesitar más tiempo para comprender e interpretar lo que se dice, especialmente cuando hay múltiples señales no verbales al mismo tiempo. Es importante no interrumpir ni apurar la conversación, y permitir que la otra persona termine sus pensamientos sin presiones.
  • Reducir la velocidad de la comunicación no verbal. Los gestos rápidos, cambios bruscos de tono o expresiones intensas pueden resultar abrumadores. Se recomienda comunicar de forma más pausada y clara, tanto en gestos como en expresiones faciales y tono de voz.
  • Ser explícito y directo al hablar. Muchas emociones y matices que habitualmente se transmiten con la expresión corporal o facial no siempre son fácilmente reconocibles para una persona autista. Por eso, conviene decir de forma clara lo que se piensa o siente, por ejemplo: “Estoy contento”, en lugar de confiar solo en una sonrisa.
  • Consultar y respetar las preferencias comunicativas. Algunas personas autistas prefieren formas de comunicación alternativas, como mensajes escritos, correos electrónicos o chats. Siempre que sea posible, es útil preguntar cuál es el medio más cómodo y efectivo para la otra persona.
  • Evitar hacer suposiciones basadas en el lenguaje corporal. No se debe asumir lo que una persona está sintiendo o pensando únicamente por cómo se ve su rostro o cómo se mueve. Es preferible preguntar directamente y confirmar si se ha comprendido bien lo que quiso expresar.
  • No forzar conductas neurotípicas. Obligar a mantener contacto visual, sonreír constantemente o actuar con determinadas expresiones no siempre es natural ni cómodo para una persona autista. Se recomienda permitir que cada persona se exprese de manera genuina, sin presionarla a “actuar” para encajar.
  • Fomentar la comprensión mutua en interacciones mixtas. Las diferencias de estilo comunicativo entre personas autistas y no autistas pueden generar malentendidos. Es útil tener presente que no se trata de un déficit, sino de una diferencia. Adaptar la propia forma de comunicar puede marcar una gran diferencia en la calidad del diálogo.
  • Comprobar el entendimiento durante la conversación. Preguntar frases como “¿Eso tiene sentido para ti?” o “¿Quieres que lo explique de otra forma?” ayuda a asegurar que ambos lados están comprendiendo el intercambio, especialmente cuando hay ambigüedad en las señales no verbales.

Referencias

  • Crompton, C. J., Stark, E., Fletcher-Watson, S., & Kenny, L. (2025). “There is just too much going on there”: Nonverbal communication experiences of autistic adults. PLOS ONE, 20(7), e0325465. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0325465.

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