Durante décadas, miles de personas han salido al campo con un cuaderno, una red o una cámara para observar el mundo natural. A menudo lo hacían sin saber que sus anotaciones, aparentemente modestas, acabarían formando parte del mayor archivo histórico sobre la vida en la Tierra. Lo que parecía una colección de apuntes dispersos se ha convertido en una herramienta científica de enorme poder: una base de datos que revela, con crudeza, cómo hemos transformado el planeta. Y la cuenta atrás ya ha comenzado.
Esa herramienta se llama BioTIME. Y acaba de presentar su versión 2.0, con más del doble de registros que la anterior, incluyendo datos desde 1874 hasta 2023. El artículo científico que la describe, publicado en la revista Global Ecology and Biogeography, no deja lugar a dudas: los ecosistemas del mundo están cambiando profundamente, y ahora podemos rastrear ese cambio con una precisión sin precedentes gracias a los 11,9 millones de registros recogidos en más de 553.000 ubicaciones del planeta. La pregunta que nos viene: ¿es inevitable la destrucción de los ecosistemas?
Qué es BioTIME y por qué importa
BioTIME no es una base de datos cualquiera. Es un archivo planetario que permite estudiar cómo cambia la vida en la Tierra a lo largo del tiempo. Su foco no está en especies sueltas, sino en lo que los ecólogos llaman ensamblajes, que son grupos completos de organismos que habitan en un mismo lugar. Esto hace posible calcular métricas de diversidad, riqueza de especies y variaciones en la composición ecológica con un nivel de detalle sin precedentes.
La nueva versión, BioTIME 2.0, incluye 708 estudios, casi el doble que la anterior, y abarca desde 1874 hasta 2023. Reúne datos de 56.400 especies, distribuidas en hábitats terrestres, marinos y de agua dulce, con una resolución espacial y temporal cuidadosamente estandarizada. Según los autores, “la base de datos contiene una colección de series temporales de observaciones de abundancia de especies en ensamblajes biológicos muestreados con métodos consistentes”. Esta homogeneidad en los métodos de muestreo permite comparar zonas y periodos muy distintos con fiabilidad científica.
Además, el equipo ha desarrollado un paquete estadístico en R, BioTIMEr, que facilita el análisis de los datos y la generación de métricas ecológicas. Esto ha convertido a BioTIME en un recurso clave para la investigación sobre biodiversidad, cambio climático y conservación.

Un esfuerzo colectivo de escala global
Uno de los aspectos más impresionantes de BioTIME es su dimensión colaborativa. En la creación de la base han participado 485 coautores de más de 400 instituciones científicas, distribuidas en 40 países. Este nivel de cooperación internacional no solo garantiza una amplia cobertura geográfica, sino que también refuerza la credibilidad y solidez del proyecto.
El trabajo de campo que alimenta esta base ha sido realizado por científicos, estudiantes y voluntarios de ciencia ciudadana durante generaciones. Algunas de las observaciones más antiguas fueron hechas a mano, en libretas de campo, mucho antes de que existiera un plan global para unificarlas. Hoy, gracias a ese legado, BioTIME permite mirar al pasado ecológico del planeta con una claridad única. En palabras del artículo de prensa, “los ojos y oídos humanos son los principales instrumentos de esta gigantesca base de datos”.
Para garantizar la calidad, los datos han sido sometidos a un riguroso proceso de curación. Se han eliminado entradas erróneas, verificado ubicaciones geográficas y corregido clasificaciones taxonómicas con ayuda de herramientas especializadas. El 97 % de los registros están identificados al menos a nivel de familia, y un 74 % llegan hasta el nivel de especie.

Qué está pasando con la vida en la Tierra
Lo que muestra BioTIME no es un simple descenso de especies. Lo que revela es un cambio radical en la composición de los ecosistemas. En muchos casos no hay pérdida neta de especies, pero sí se observan sustituciones: unas desaparecen, otras llegan o cambian su abundancia. Estas transformaciones, que pueden parecer sutiles en el corto plazo, alteran profundamente la dinámica de la vida en el planeta.
Al cruzar los datos con variables como temperatura, uso del suelo o protección ambiental, los investigadores han podido identificar patrones globales de alteración ecológica. Por ejemplo, en áreas con alta presión humana se detectan aumentos de especies oportunistas en detrimento de las especializadas. En ecosistemas marinos, los cambios de temperatura están provocando desplazamientos en la distribución de muchas especies, lo que a su vez afecta a toda la red alimentaria.
Uno de los grandes aportes del artículo es que permite mirar más allá de los titulares sobre extinción. Los autores explican que BioTIME permite “explorar preguntas más amplias y profundas sobre el cambio de ecosistemas y poblaciones en el contexto del uso del suelo, el cambio climático y los esfuerzos de conservación”. Esto implica un giro importante: no solo interesa si hay más o menos especies, sino cómo ha cambiado la estructura misma de la vida en el planeta.
Estos hallazgos permiten a los científicos evaluar la eficacia de las áreas protegidas, entender la respuesta ecológica al calentamiento global o detectar efectos retardados en los ecosistemas. Todo esto es esencial para elaborar estrategias de conservación más ajustadas a la realidad.

Limitaciones y desafíos pendientes
A pesar de su valor, BioTIME no está exento de limitaciones. El muestreo no es uniforme: las zonas templadas del hemisferio norte están mucho mejor representadas que los trópicos, donde la biodiversidad es mayor. También hay un sesgo taxonómico importante: los insectos, que constituyen la mayor parte de la vida animal del planeta, apenas aparecen en el 0,9 % de los registros, como muestra el gráfico de la página 7 del artículo científico.
Otro punto crítico es que muchos de los datos más antiguos carecen de información detallada sobre los métodos de muestreo. Aunque los responsables de BioTIME han hecho un enorme trabajo de curación, hay límites en cuanto a la precisión con la que se pueden comparar observaciones realizadas con tecnologías, escalas y objetivos distintos.
Sin embargo, estos obstáculos no restan valor a la base. Al contrario, subrayan la necesidad de seguir ampliándola y mejorándola. El equipo mantiene abierto el acceso a la base y fomenta su uso por parte de investigadores, educadores y gestores ambientales. Además, han incorporado nuevas herramientas que permiten estandarizar el esfuerzo de muestreo en el tiempo y en el espacio, lo que mejora la calidad de los análisis.
Una herramienta para no repetir errores
Más que una colección de datos, BioTIME es una advertencia. Lo que muestra es que los humanos hemos reconfigurado la vida en la Tierra de forma profunda, constante y global, incluso sin darnos cuenta. No es una historia de catástrofes súbitas, sino de cambios graduales que, sumados, han alterado el planeta en apenas un par de generaciones.
Esta base de datos nos da una oportunidad única: entender esos cambios y evitar que se repitan. Nos permite detectar patrones que antes eran invisibles y comprobar si las medidas que tomamos tienen efecto o no. En un contexto de crisis climática y colapso de ecosistemas, contar con este tipo de información puede marcar la diferencia entre actuar a tiempo o llegar demasiado tarde.
Los autores lo dejan claro: BioTIME seguirá creciendo. Es un proyecto vivo, en expansión, y su valor no hará más que aumentar en los próximos años. Pero para que cumpla su propósito, no basta con que exista: hay que usarlo, divulgarlo y convertir su mensaje en políticas concretas.
Referencias
- Maria Dornelas et al., BioTIME 2.0: Expanding and Improving a Database of Biodiversity Time Series, Global Ecology and Biogeography, 2025. DOI: https://doi.org/10.1111/geb.70003.