Científicos encuentran el hielo más antiguo jamás extraído y lo derretirán para resolver un enigma climático de hace 1,5 millones de años

Un núcleo de hielo de 1,5 millones de años extraído en la Antártida podría revelar secretos climáticos nunca antes descubiertos.
Las muestras de hielo más antiguas jamás recuperadas son almacenadas bajo cero en túneles helados, a la espera de ser analizadas en Europa
Las muestras de hielo más antiguas jamás recuperadas son almacenadas bajo cero en túneles helados, a la espera de ser analizadas en Europa. Foto: PNRA/IPEV

Durante siglos, los científicos han buscado pistas sobre los orígenes del clima terrestre en sedimentos marinos, fósiles y formaciones geológicas. Pero ahora, un cilindro de hielo de más de 1,5 millones de años, extraído del corazón helado de la Antártida, ha llegado a Europa para intentar responder una de las preguntas más desconcertantes de la paleoclimatología: ¿por qué el planeta cambió el ritmo de sus ciclos glaciares hace aproximadamente un millón de años?

El hallazgo es parte del ambicioso proyecto Beyond EPICA – Oldest Ice, una iniciativa científica internacional que ha logrado lo que hasta hace poco parecía imposible: excavar hasta 2.800 metros de profundidad en el hielo de la meseta antártica oriental, en un remoto punto conocido como Little Dome C. Financiado por la Comisión Europea y con la participación de 12 instituciones de 10 países, este esfuerzo no solo representa una hazaña técnica, sino también una oportunidad sin precedentes para redibujar el mapa de la historia climática de nuestro planeta.

Los testigos silenciosos de un pasado remoto

El núcleo de hielo que ha llegado este mes al British Antarctic Survey (BAS), en Cambridge, no es un simple bloque congelado. Se trata de una cápsula del tiempo única, una biblioteca natural que guarda, en diminutas burbujas de aire atrapadas, los secretos de la atmósfera terrestre de hace más de un millón y medio de años.

En su interior, los científicos esperan encontrar las concentraciones de dióxido de carbono, metano y otros gases que dominaron la atmósfera durante el período conocido como la Transición del Pleistoceno Medio, una etapa clave en la evolución climática del planeta. Hasta ahora, los registros más antiguos de núcleos de hielo llegaban a los 800.000 años. Con esta nueva perforación, ese límite temporal casi se duplica.

Pero no solo se trata de gases. El hielo conserva también trazas de polvo, cenizas volcánicas, microorganismos y partículas que pueden revelar cómo eran los vientos, la temperatura y el estado de los océanos en aquellos tiempos. Todo será analizado con una técnica pionera que consiste en derretir lentamente el hielo para medir, en tiempo real, la composición química de cada capa.

Liz Thomas sostiene uno de los núcleos de hielo, una columna cristalina que encierra el pasado más remoto de la atmósfera terrestre
Liz Thomas sostiene uno de los núcleos de hielo, una columna cristalina que encierra el pasado más remoto de la atmósfera terrestre. Foto: PNRA/IPEV

Un rompecabezas climático por resolver

Uno de los principales enigmas que la ciencia climática lleva décadas intentando resolver es por qué los ciclos glaciares de la Tierra, que durante dos millones de años seguían un patrón de 41.000 años, cambiaron súbitamente hace alrededor de un millón de años a un nuevo ritmo de 100.000 años. Esta alteración marcó una transformación profunda en el comportamiento del planeta y en la evolución de sus ecosistemas.

Las hipótesis son múltiples: cambios en la órbita terrestre, alteraciones en la circulación oceánica, o variaciones en los niveles de CO₂ atmosférico. Pero hasta ahora no había datos directos que permitieran esclarecerlo. Los núcleos de hielo que ya se están almacenando en los laboratorios europeos —entre ellos el del BAS— podrían ser la clave que faltaba.

El hecho de que estos registros provengan de un lugar tan aislado y estable como Little Dome C aumenta las expectativas. A más de 3.200 metros de altitud y a unos 40 km de la estación Concordia, esta región se caracteriza por un hielo extremadamente antiguo y poco perturbado por la dinámica glacial. Es el lugar ideal para encontrar capas que han permanecido intactas durante cientos de miles de años.

Un laboratorio en el fin del mundo

El proyecto Beyond EPICA no ha sido una tarea sencilla. Ha requerido años de planificación, tecnología de perforación de última generación y equipos capaces de trabajar en condiciones extremas, con temperaturas que pueden descender hasta los -60°C. Las campañas de extracción se han realizado durante varias temporadas, culminando en la cuarta expedición con el envío de los núcleos al Reino Unido.

Una vez en el laboratorio, comienza una nueva etapa: el análisis meticuloso de cada muestra. Las secciones de hielo se funden milímetro a milímetro, liberando las burbujas de aire ancestral y permitiendo que los científicos midan la proporción de gases y partículas atrapadas. Esta tarea, que se extenderá durante años, proporcionará una cronología climática detallada, posiblemente la más extensa jamás obtenida a partir de hielo.

Las implicaciones de este trabajo no son meramente históricas. Comprender cómo respondió el clima a ciertas concentraciones de gases hace más de un millón de años puede ofrecer pistas valiosas sobre lo que podría ocurrir en el futuro, ahora que los niveles de CO₂ han vuelto a alcanzar cifras que no se veían desde entonces.

De hecho, uno de los objetivos del proyecto es comparar los datos antiguos con los modelos actuales de cambio climático. Si durante la Transición del Pleistoceno Medio el planeta ya registraba niveles similares de gases de efecto invernadero, pero con un comportamiento climático distinto, ¿qué factores adicionales podrían estar en juego hoy?

Rescatan hielo de hace 1,5 millones de años en la Antártida y lo derretirán para descubrir los secretos del clima prehistórico
Rescatan hielo de hace 1,5 millones de años en la Antártida y lo derretirán para descubrir los secretos del clima prehistórico. Foto: Istock/Christian Pérez

Más allá del hielo

La importancia de los núcleos de hielo va más allá de lo estrictamente científico. Representan un vínculo tangible con un mundo que existía antes de que los humanos pisaran la Tierra, un testimonio de eras en las que los continentes tenían otras formas, los océanos otras profundidades, y los cielos, otras composiciones.

Este hallazgo es también una advertencia. Si queremos entender el futuro del planeta, necesitamos mirar mucho más atrás en su historia. Y pocas herramientas lo permiten con tanta precisión como el hielo antártico, un archivo natural que ha sobrevivido a todos los cataclismos conocidos.

El viaje del hielo más antiguo de la Tierra apenas comienza. Pero su destino final podría ser el más relevante de todos: ayudar a la humanidad a anticipar los cambios que están por venir, antes de que sea demasiado tarde.

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