¿Qué número de Lotería de Navidad hay que jugar para ganar?: Lo que no te cuentan (o no quieres saber) sobre el azar, la suerte y las ilusiones compartidas

Descubre la conexión entre la probabilidad y la lotería de Navidad en este interesante artículo de Nature.
¿Qué número de Lotería de Navidad hay que jugar para ganar?: Lo que no te cuentan (o no quieres saber) sobre el azar, la suerte y las ilusiones compartidas. Fuente: Midjourney / Eugenio Fdz. - Bolas de lotería flotando en el vacío

La probabilidad es un concepto esencial en nuestra vida diaria, pero a la vez, resulta escurridizo y ambiguo. En el artículo Why probability probably doesn’t exist (but it is useful to act like it does), publicado en Nature, David Spiegelhalter argumenta que la probabilidad no es una propiedad objetiva del mundo, sino una herramienta construida a partir de juicios subjetivos. Sin embargo, actuar como si existiera resulta práctico y efectivo. Esta paradoja encuentra un ejemplo perfecto en la lotería de Navidad, una tradición española que combina azar, rituales y expectativas colectivas. Veamos cómo se conectan ambos conceptos.

Ya te contamos en otro artículo la diferencia entre la probabilidad en física cuántica y en la lotería de Navidad. Aquí profundizamos un poco más, pues hemos querido relacionar la idea con este nuevo estudio publicado en Nature.

La probabilidad como construcción subjetiva

En el artículo de Nature, Spiegelhalter destaca que cualquier valor numérico de probabilidad se basa en suposiciones y modelos humanos. A diferencia de otros fenómenos medibles, como la temperatura o la velocidad, no existe un "probabilímetro" que indique cuántas posibilidades reales tiene un evento de ocurrir. Es, en palabras del autor, una herramienta subjetiva que depende de nuestro conocimiento e incertidumbre.

La lotería de Navidad ilustra esta realidad a la perfección. Cada número tiene, en teoría, la misma probabilidad de ser premiado: 1 entre 100.000. Sin embargo, las personas interpretan esta cifra de formas muy diferentes, guiadas por sus emociones, experiencias personales y supersticiones. Elegir un número basado en una fecha significativa, como un aniversario o un acontecimiento histórico, no altera las probabilidades matemáticas, pero da una sensación de control sobre el azar.

Cualquier valor numérico de probabilidad se basa en suposiciones y modelos humanos. Fuente: Midjourney / Eugenio Fdz.

Aleatoriedad versus ignorancia

Uno de los conceptos clave del estudio es la distinción entre "incertidumbre aleatoria" e "incertidumbre epistémica". En un sorteo como el de Navidad, estas dos dimensiones conviven.

Incertidumbre aleatoria

La incertidumbre aleatoria se refiere a lo impredecible, a los eventos cuyo resultado depende del azar puro. Un ejemplo clásico es la lotería de Navidad: antes del sorteo, todas las bolas tienen exactamente la misma probabilidad de salir premiadas, pero no hay forma de predecir cuál será el número ganador. Este tipo de incertidumbre es inevitable y está fuera de nuestro control. Aunque sabemos que las probabilidades son equitativas, seguimos participando en la lotería porque nos aferramos a la esperanza y al deseo de desafiar lo improbable.

Incertidumbre epistémica

La incertidumbre epistémica surge de nuestra ignorancia sobre un hecho que ya está determinado. Siguiendo con el ejemplo de la lotería, una vez que el sorteo se realiza, el número ganador deja de ser incierto: ya está definido, aunque todavía no lo sepamos. Nuestra incertidumbre en este momento no es aleatoria, sino producto de nuestra falta de conocimiento. Este tipo de incertidumbre es característica de muchas situaciones en la vida cotidiana y en la ciencia, como cuando desconocemos el resultado de un experimento que ya se ha realizado o la identidad de un ganador antes de que se haga pública.

Antes del sorteo, todas las bolas parecen tener las mismas posibilidades de salir premiadas. La incertidumbre es puramente aleatoria: no hay forma de saber qué número resultará ganador. Pero una vez que el sorteo termina, el número premiado ya está definido. Lo que queda es nuestra ignorancia hasta que conocemos el resultado. La paradoja es clara: aunque el proceso es totalmente aleatorio, seguimos aferrándonos a rituales y creencias que intentan influir en el resultado. Este comportamiento refleja cómo, incluso en un sistema matemático justo, nuestra percepción de la probabilidad está sesgada por la ignorancia y la esperanza.

La incertidumbre epistémica surge de nuestra ignorancia sobre un hecho que ya está determinado: algo ha pasado tras la niebla pero no podemos verlo. Fuente: Midjourney / Eugenio Fdz.

Tradición, superstición y la construcción social del azar

La lotería de Navidad no es solo un juego de azar: es una tradición profundamente arraigada en la cultura española. Su valor trasciende lo económico y se convierte en un fenómeno social que involucra a familias, amigos y comunidades enteras. Compartir un décimo con otras personas, por ejemplo, refuerza los lazos sociales y multiplica la ilusión de ganar.

No obstante, esta tradición también está cargada de supersticiones. Muchos participantes confían en rituales específicos para atraer la suerte: elegir administraciones famosas, guardar el décimo en un lugar especial o frotarlo con objetos considerados amuletos. Estas prácticas, aunque carecen de base científica, son ejemplos claros de cómo la probabilidad es interpretada subjetivamente. Según Spiegelhalter, esta inclinación humana a actuar como si la probabilidad existiera (se entiende aquí más probabilidad para un n número que para otro), aunque no sea objetiva, es clave para entender nuestra relación con el azar. En la lotería, la esperanza y la ilusión que generan estos rituales tienen un valor social y emocional que trasciende el resultado del sorteo.

La probabilidad en la ciencia y el azar

En el ámbito científico, los modelos matemáticos de probabilidad permiten tomar decisiones y predecir resultados con cierta confianza. Spiegelhalter cita el caso de los ensayos clínicos durante la pandemia de COVID-19, donde el uso de probabilidades permitió determinar la eficacia de tratamientos como la dexametasona. Aunque los resultados dependían de supuestos y modelos, su utilidad práctica fue innegable.

Este uso científico de la probabilidad contrasta con su aplicación en juegos de azar como la lotería de Navidad. Mientras que en la ciencia, especialmente en física cuántica, la probabilidad describe realidades fundamentales como la distribución de partículas o los resultados de experimentos cuánticos, en el juego se convierte en una herramienta subjetiva que alimenta emociones y expectativas.

Pensar qué número va a salir en la lotería es como saber qué hay dentro de un libro asegurado con candado, antes de abrirlo. Fuente: ChatGPT / Eugenio Fdz.

Utilidad social y práctica del azar

La lotería de Navidad tiene un efecto que va más allá del azar y las matemáticas: genera una experiencia colectiva única. El sorteo se convierte en un evento nacional que reúne a millones de personas frente al televisor o la radio, creando un sentido de comunidad. La posibilidad de compartir la suerte, aunque sea remota, refuerza el carácter social del juego.

Desde la perspectiva de Spiegelhalter, esta utilidad social refleja la naturaleza pragmática de la probabilidad. Aunque no podamos medirla de forma objetiva, su aplicación tiene un impacto real en nuestras vidas. La lotería, entonces, no es solo una cuestión de matemáticas, sino una herramienta que nos permite navegar la incertidumbre con esperanza y emoción.

Probabilidad y la interpretación de Copenhague

En el contexto de la física cuántica, la interpretación de Copenhague aporta una perspectiva fundamental sobre la probabilidad y su relación con la realidad. A diferencia de la incertidumbre cotidiana, donde la probabilidad suele ser una construcción subjetiva, en el mundo cuántico adquiere un carácter objetivo. Según esta interpretación, los sistemas cuánticos no tienen propiedades definidas hasta que se realiza una medición; en su lugar, existen como una superposición de estados posibles, cada uno con una probabilidad concreta de manifestarse.

Un ejemplo clásico es el famoso experimento de la doble rendija, una partícula como un electrón puede comportarse como onda o partícula dependiendo de cómo se mida. Antes de la observación, la probabilidad de que el electrón pase por una rendija o la otra es objetiva y está gobernada por las ecuaciones de la mecánica cuántica. Este fenómeno refleja que, a nivel fundamental, la probabilidad no solo describe nuestra incertidumbre, sino que es una propiedad real e intrínseca del universo.

Esta relación entre probabilidad y realidad en la interpretación de Copenhague contrasta con nuestro uso cotidiano del concepto. Mientras que en la lotería de Navidad o en predicciones meteorológicas la probabilidad refleja nuestra falta de información, en la física cuántica se convierte en una herramienta objetiva que permite describir fenómenos esenciales del mundo subatómico. La probabilidad, en este caso, no es solo una medida de incertidumbre: se trata de una representación de la naturaleza misma del universo.

Lo prometido es deuda. Al principio te decíamos que te explicaríamos cómo diferenciar la probabilidad en juegos de azar y en ciencia: en la Lotería de Navidad, la probabilidad refleja el azar puro, mientras que en la ciencia, como en la física cuántica, describe realidades objetivas que nos ayudan a entender el universo.

Referencias

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  • Eugenio M. Fernández Aguilar