La Lotería de Navidad es uno de esos momentos que, al igual que las campanadas de Nochevieja, reúne a toda la familia ante la televisión en un momento de expectación que se repite cada 22 de diciembre desde las 8:00. Si el año nuevo supone una oportunidad espiritual para ser mejor persona y acercarse más a como desearíamos ser, la Lotería nos concede un atisbo más palpable con el que cambiar de vida. Más concretamente, la oportunidad de embolsarnos 400.000 euros por décimo (4.000.000 de euros a la serie). Eso sí, el 20 % a partir de 40.000 euros se va directamente a Hacienda, una vez descontada la parte exenta.

El origen de este sorteo especial se sitúa en la época de las Cortes de Cádiz, durante la Guerra de la Independencia y la ocupación de las tropas napoleónicas. El ministro de la Cámara de Indias tuvo la idea de crear un nuevo sorteo que aportara a los ingresos públicos sin llegar a perjudicar a los contribuyentes, que bastante tenían ya. El primer sorteo se realizó el 18 de diciembre de 1811 y fue bautizado como ‘Lotería Moderna’ para que no se confundiera con la ya existente Lotería Primitiva (1763) del Marqués de Esquilache. No sería hasta el 23 de diciembre de 1892 cuando se le daría el nombre de ‘Sorte de Navidad’.
Desde el comienzo, se le encargó la misión de cantar los números a los niños de San Ildefonso y la tradición se ha mantenido desde entonces. El famoso bombo y las bolas de madera con los números agraciados fueron una incorporación que se hizo en 1913. Hasta entonces los números estaban impresos en papel. Como curiosidad histórica, el primer premio Gordo fue concedido al número 03604, el billete costaba 40 reales y el premio era de 8.000 pesetas.
La lotería, como gran parte de los juegos de azar, depende básicamente de las estadísticas como única forma de medir qué oportunidades se tiene de ser el agraciado. Tradicionalmente, la Lotería de Navidad constaba de 85.000 números y un total de 13.334 premios a repartir. Con estos datos, cada número tenía una probabilidad del 15,69% de que le correspondiera algún premio. Si se descartan los reintegros, la probabilidad baja al 5,68%. Y si lo único que nos interesa es el “Gordo”, solo se tendrá un 0,000011% de posibilidades de recibir el gran premio.

Sin embargo, desde 2011 la cantidad de números ha aumentado hasta los 100.000 y también se incrementaron los premios a 15.304. Con estas nuevas cifras, la probabilidad se reduce ligeramente y pasa del 15,69% anterior a un 15,3%.
Aunque estas cifras podrían resultar desmoralizadoras, la probabilidad de llevarse un premio en la Lotería de Navidad sigue siendo mayor que en otros sorteos. Sin ir más lejos, la Lotería Primitiva cuenta con un total de 13.983.816 de combinaciones distintas, por lo que la probabilidad de obtener uno de seis aciertos es de 0,000000069. En el caso del “cuponazo” de la ONCE, la probabilidad de acertar es de una entre 15 millones.
¿Qué factores influyen en la probabilidad de que nos toque el Gordo de la Lotería de Navidad?
Además del número de décimos que se juegan, hay otros factores que pueden influir en la probabilidad de que nos toque el Gordo de la Lotería de Navidad.
Por ejemplo, no todos los décimos se venden en todas las provincias, ni todos los números se reparten por igual. También hay terminaciones que son más populares que otras, y que por tanto tienen más demanda y menos oferta.
¿Qué podemos hacer para aumentar la probabilidad de que nos toque el Gordo de la Lotería de Navidad?
La única forma segura de aumentar la probabilidad de que nos toque el Gordo de la Lotería de Navidad es comprar más décimos, preferiblemente de números distintos. Cuantos más décimos compremos, más posibilidades tendremos de que uno de ellos coincida con el número premiado.
Sin embargo, esto también implica un mayor gasto y un mayor riesgo de perder dinero si no nos toca nada. Por eso, lo más recomendable es jugar con moderación, sin gastar más de lo que podemos permitirnos, y sin dejar de lado otras prioridades o necesidades.