La llama (Lama glama), que pertenece a la familia de los camellos, adopta un comportamiento muy singular cuando es molestada o acosada. En situaciones de peligro, este animal oriundo del continente sudamericano puede tenderse en el suelo, silbar, morder e incluso escupir con una precisión exquisita al instigador. El hecho de lanzar un proyectil de saliva constituye un mecanismo de defensa cuya finalidad no es la de agredir al enemigo, sino un intento de disuasión, según algunos etólogos.
El jesuita José de Acosta, en su libro La Historia Natural y Moral de las Indias, aborda el origen de los camélidos y plantea una visión evolucionista revolucionaria para su época. Explica que las llamas son animales muy beneficiosos y económicos, y sostiene que Dios unió en la misma especie a ovejas y burros. Por otro lado, según el mito inca, las llamas son el resultado de la transformación de una pareja de jóvenes que desobedeció al emperador inca y fue convertida en llamas por el dios Viracocha. En el futuro, según el mito, cuando las llamas lleguen a su destino en la vía láctea, recuperarán su forma humana y traerán un nuevo reino de armonía entre los hombres.
