Así se conoce la serie de efectos indirectos y amplificados que ejercen los animales que se encuentran en la cima de la cadena alimenticia sobre los organismos situados en los niveles inferiores. Hasta hace pocos años se pensaba que los grandes depredadores no afectaban demasiado a la biodiversidad debido a su escaso número.
Hoy, sin embargo, sabemos que no sólo producen cambios en el comportamiento de sus presas, sino que influyen decisivamente sobre los depredadores de menor tamaño. Esto, a su vez, aumenta el número de herbívoros más pequeños, lo que produce una disminución de la biomasa vegetal. Las cascadas tróficas están especialmente bien documentadas en los ecosistemas acuáticos.