Nos robaron la memoria en nombre del progreso y ahora no sabemos pensar

A Einstein le atribuyen haber dicho que la educación es lo que queda después de olvidar lo aprendido; pero nunca lo dijo porque entendía justo lo contrario: que hemos aprendido a olvidar demasiado pronto.
Fuente: ChatGPT / E. F.

En las últimas décadas ha surgido la idea de que la memorización es algo negativo en educación. Algunos afirman que “memorizar” contenidos carece de sentido en la era de Internet, o que lo único importante es fomentar la creatividad y el pensamiento crítico en lugar de la memoria. Sin embargo, esta visión simplifica en exceso el problema y malinterpreta el papel de la memoria en el aprendizaje. La evidencia científica muestra que la memoria no es un obstáculo para la comprensión, sino más bien un componente esencial del proceso de aprender. De hecho, como veremos a continuación, sin memoria no hay aprendizaje y viceversa. Lejos de ser opuesta a la comprensión, la memoria bien utilizada es la base sobre la que construimos conocimientos, habilidades y pensamiento profundo.

Es curioso que muchas personas que denostan la memoria realizan pruebas de ideas previas, para ver el nivel de partida. ¿Qué idea previa? Si dicen que la memoria no sirve, ¿cómo pueden contestar cualquier cosa en estas pruebas? Por no poder, no podrían ni poner su nombre.

Memoria vs. comprensión: un falso dilema

Existe la creencia de que "memorizar" equivale a "recitar sin entender", y que fomentar la comprensión significa eliminar la memorización. Este es un falso dilema. La psicología cognitiva ha demostrado que la memoria no es un almacén pasivo de datos aislados, sino un proceso dinámico y reconstructivo en el corazón mismo del aprendizaje. En otras palabras, aprender algo en profundidad implica inevitablemente recordarlo de forma eficaz más adelante. Lejos de excluirse, comprensión y memoria se apoyan mutuamente: cuando comprendemos bien un concepto, lo recordamos mejor; y contar con buena memoria nos permite construir comprensiones más complejas al conectar nueva información con conocimientos previos.

Es importante distinguir entre memorizar sin sentido (aprender datos de forma mecánica y aislada) y memorizar con comprensión. La educación tradicional a veces se enfocó en la repetición sin contexto, lo que llevó a rechazar ese enfoque. Pero desechar la memoria por completo sería un error. Memorizar con significado –es decir, después de entender la materia– permite consolidar el conocimiento en el cerebro de forma duradera. Al final, tanto la memoria como la comprensión son necesarias: comprender proporciona sentido a lo que aprendemos, y la memoria lo fija para que ese aprendizaje perdure y pueda usarse en el futuro.

La memoria como base del conocimiento y el pensamiento crítico

La memoria es fundamental para el aprendizaje porque es el proceso que nos permite acumular conocimientos a largo plazo. Un estudiante no puede razonar sobre datos o conceptos que no recuerda. Los conocimientos previos almacenados en la memoria son la base sobre la cual construimos nuevas ideas. De hecho, el conocimiento previo es un prerrequisito para pensar de forma crítica y resolver problemas de forma creativa. En la práctica, esto significa que no podemos desarrollar pensamiento crítico en el vacío: necesitamos información y conceptos memorizados para analizarlos, evaluarlos y generar ideas originales. Por ejemplo, un científico solo puede hacer un experimento innovador si domina (recuerda) los principios científicos relevantes; un historiador solo puede interpretar hechos si ha memorizado fechas, lugares y acontecimientos clave.

Numerosas investigaciones confirman el papel central de la memoria en el aprendizaje efectivo. Un artículo de COGx resume: “Para tener alumnos capaces de pensar de forma crítica y creativa, necesitamos darles conocimientos y esto sólo puede ocurrir a través de la memoria”. En otras palabras, incluso las habilidades del siglo XXI más valoradas (pensamiento crítico, creatividad, capacidad de resolver problemas) dependen de una base de contenidos memorizados en la mente del alumno. Como ha señalado el psicólogo educativo Daniel Willingham, «la memoria es el residuo del pensamiento» – lo que razonamos profundamente termina almacenándose en nuestra memoria, y viceversa, tener conocimientos en la memoria nos permite pensar más profundamente.

Fuente: ChatGPT / E. F.

Memoria y eficiencia cognitiva (carga cognitiva)

Otro motivo por el que la memoria es imprescindible en educación es por su relación con la eficiencia mental. Nuestro cerebro tiene recursos limitados a corto plazo (la memoria de trabajo). La teoría de la carga cognitiva de John Sweller explica que la memoria de trabajo puede manejar sólo una cantidad limitada de información nueva a la vez. ¿Qué implica esto? Que si un estudiante tiene que dedicar todos sus recursos mentales a recordar o deducir constantemente datos básicos, le quedará poca “capacidad” mental para tareas más complejas como analizar, inferir o crear. Primero debemos internalizar (memorizar) ciertos conocimientos básicos, y después podremos realizar procesos cognitivos más elevados.

En términos sencillos: la memoria libera la carga de la mente. Cuando ciertos conocimientos están automatizados o almacenados en la memoria a largo plazo, dejan de ocupar espacio en la memoria de trabajo. Esto permite afrontar problemas más difíciles sin saturarse. Por ejemplo, un niño que ya se sabe de memoria las tablas de multiplicar puede enfocarse en resolver un problema complejo sin detenerse a calcular cada multiplicación sencilla; su memoria actúa como un “almacén” rápido que le brinda datos inmediatos. Si no tuviera memorizados esos hechos básicos, la resolución del problema se volvería mucho más lenta y propensa a errores, porque estaría sobrecargando su mente con cálculos elementales.

La idea se aplica a cualquier materia: en lectura, reconocer palabras al instante (vocabulario memorizado) permite comprender textos sin esfuerzo excesivo; en música, memorizar escalas facilita la improvisación creativa; en química, recordar la tabla periódica básica agiliza el entendimiento de reacciones. Cuanto más conocimiento relevante tengamos memorizado, más recursos cognitivos tendremos libres para pensar, comprender y resolver nuevas tareas.

Ejemplos prácticos de la importancia de memorizar

Para ilustrar la necesidad de la memoria, veamos algunos ejemplos cotidianos en la educación:

  • Matemáticas básicas: aprender y memorizar las tablas de multiplicar es una práctica clásica por una buena razón. Las tablas contienen resultados que usamos constantemente en cálculos diarios; tener que recalcular cada multiplicación sería muy poco eficiente, por eso es importante poder recordar esos resultados al instante. Un estudiante que sabe que 7 x 3 = 21 de memoria puede, pensando al revés, deducir fácilmente que 21 se factoriza como 7x 3. Un conocimiento de 3º de Primaria que usa en 5º y 6º. Del mismo modo, aunque 12 = 4 x 3 incluye un factor no primo, al conocer que 4 = 2 x 2 se puede descomponer 12 mentalmente como 22 x 3. Todo este proceso mental ágil es posible gracias a tener memorizados los números primos básicos y las multiplicaciones sencillas. Sin esa base memorística, la factorización sería un ejercicio mucho más lento y propenso a errores porque el alumno debería derivar de cero cada resultado.
  • Lenguas y vocabulario: para aprender un nuevo idioma es imprescindible memorizar palabras, expresiones y reglas gramaticales. La comprensión lectora o la fluidez oral dependen en gran medida de reconocer vocabulario rápidamente. Un estudiante de inglés, por ejemplo, necesita retener el significado de cientos de palabras. Si tuviera que buscar en el diccionario cada término al leer, no comprendería el texto fluidamente. Memorizar vocabulario y estructuras libera al estudiante para centrarse en el mensaje, la intención o la creatividad al usar el idioma, en lugar de atascarse traduciendo mentalmente cada palabra.
  • Historia y ciencias sociales: el análisis crítico de procesos históricos requiere conocer datos fundamentales (fechas, nombres, lugares, conceptos). Memorizar, por ejemplo, que la Revolución Francesa fue en 1789, o qué países conformaron cierto tratado, permite al estudiante situar los eventos en contexto rápidamente. Con esos datos almacenados, puede dedicarse a reflexionar sobre causas y consecuencias, comparar períodos o extraer lecciones. Si no recordara esa información básica, tendría que detenerse continuamente a buscarla, perdiendo el hilo del razonamiento histórico.

En todos estos casos, la memoria actúa como un andamiaje sobre el cual se construye la verdadera comprensión y habilidad. Memorizar datos esenciales no es el fin último de la educación, pero sí es un medio necesario para alcanzar objetivos más elevados. Como resume un recurso educativo: “las tablas [u otros conocimientos básicos] se emplean tan a menudo que tener que calcularlos cada vez sería poco eficiente. Por eso es importante ser capaz de recordarlos”. En definitiva, la memorización de ciertos contenidos fundamentales agiliza el aprendizaje y el desempeño en cualquier disciplina.

Fuente: ChatGPT / E. F.

Memoria y aprendizaje significativo: cómo integrarlos

Reconocer la importancia de la memoria en la educación no significa volver a metodologías de repetición ciega sin entendimiento. La clave está en integrar la memoria con estrategias pedagógicas que promuevan la comprensión profunda. Algunas recomendaciones basadas en investigaciones actuales son:

  • Enseñar para la comprensión primero: Introducir los nuevos conceptos de forma significativa (usando ejemplos, analogías, aplicaciones prácticas) de modo que el estudiante entienda el porqué y para qué. Esto facilita la codificación profunda de la información en la memoria, conectándola con conocimientos previos. Por ejemplo, en vez de memorizar una fórmula matemática de forma abstracta, primero explorar su derivación o utilidad práctica.
  • Practicar la recuperación activa: Una vez que se entiende un contenido, es útil practicar recordarlo sin mirarlo, mediante preguntas, ejercicios o pruebas de recuperación. Estudios de psicología educativa muestran que practicar la evocación de la información fortalece la memoria mucho más que solo volver a leer o escuchar pasivamente. Por ello, técnicas como cuestionarios de autoevaluación, flashcards o ejercicios espaciados en el tiempo ayudan a fijar el conocimiento de forma duradera.
  • Espaciar y repetir con variaciones: La consolidación de la memoria requiere tiempo y repaso. No basta con entender algo una vez; revisitar el contenido en distintos momentos y contextos refuerza las conexiones neuronales y lo integra en la memoria a largo plazo. Los docentes pueden planificar actividades de repaso espaciado y enlazar los conceptos antiguos con nuevos, para mantener la información activa y actualizada.
  • Enseñar técnicas de memorización eficaces: No toda memorización tiene que ser aburrida o mecánica. Existen estrategias mnemotécnicas (asociaciones visuales, acrónimos, canciones), métodos como el palacio de la memoria o mapas conceptuales, que hacen el proceso de recordar más significativo y creativo. Incluir estas técnicas en clase no solo facilita que los estudiantes retengan la información, sino que también les muestra cómo aprender por sí mismos de forma autónoma.

En conjunto, estas prácticas buscan aprovechar la memoria al servicio del aprendizaje profundo. Cuando la memorización se realiza después de comprender y utilizando métodos adecuados, deja de ser una tarea mecánica para convertirse en parte natural del proceso de aprender. Así, el alumnado no solo “sabe cosas” de memoria, sino que entiende, retiene y puede aplicar ese conocimiento en distintas situaciones (lo que se denomina transferencia). Este es el ideal de un aprendizaje significativo y duradero.

La memoria como vehículo, no como fin

Lejos de ser “el villano” de la educación, la memoria es en realidad una aliada imprescindible del aprendizaje. Sin memoria no podríamos acumular la base de conocimientos que sustenta toda nueva comprensión. Las habilidades avanzadas que tanto valoramos –analizar, criticar, crear, resolver problemas– dependen de que la mente tenga algo con qué trabajar, es decir, información memorizada. Por supuesto, no se aboga por una memorización vacía y sin contexto, sino por integrar la memoria con la comprensión y el pensamiento crítico.

La ciencia cognitiva y la experiencia docente nos enseñan que recordar es parte de aprenderFortalecer la memoria mediante estrategias adecuadas es fundamental, y combinada con la motivación, la atención y la comprensión, conduce a un aprendizaje más significativo. En resumen, memorizar no es lo contrario de pensar; es el soporte que permite pensar mejor. Una educación completa equilibra ambos aspectos: enseña a entender el mundo que nos rodea y, a la vez, proporciona a nuestros estudiantes las herramientas mnémicas para recordar ese conocimiento y usarlo de forma eficaz en su vida académica y personal.

La memoria, entonces, no es el fin del aprendizaje, sino el andamiaje que lo sostiene. Lo que se memoriza —una fórmula, una fecha, una palabra, un proceso— no es el objetivo último, sino la base mínima que permite ir más allá: comparar, cuestionar, conectar, crear. Memorizar no clausura el pensamiento, lo prepara. Solo quien recuerda con claridad puede transformar el conocimiento en juicio, en criterio, en acción inteligente. Por eso, cultivar la memoria no es retroceder al pasado, sino garantizar que el pensamiento del futuro tenga con qué sostenerse.

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