¿Qué medidas son más efectivas para reducir el consumo de agua en nuestras ciudades? Combinando ingeniería y ciencias sociales

La sequía amenaza cada vez más a las ciudades españolas. Un estudio muestra que combinar la modernización de redes, precios que reflejen el coste real y campañas de concienciación logra un ahorro de agua mucho mayor que aplicar cada medida por separado.
¿Qué medidas son más efectivas para reducir el consumo de agua en nuestras ciudades? Combinando ingeniería y ciencias sociales
Invertir en eficiencia hídrica ahorra agua, energía y recursos, fortaleciendo la resiliencia urbana. Fuente: Freepik.

La mayor parte de España tiene un clima mediterráneo que se caracteriza por una escasez estructural de recursos hídricos que se agrava en periodos de sequía. Estos eventos afectan a todos los sectores, pero de ellos el suministro urbano de agua es el que se prioriza y se considera estratégico para la sociedad por delante de otros usos económicos. 

En la primavera de 2024 se planteó la posibilidad de recurrir al transporte marítimo de agua para abastecer a las áreas metropolitanas de Málaga y Barcelona, lo que evidenció la vulnerabilidad hídrica de las ciudades ante sequías. Para mejorar la resiliencia de ciudades frente a sequías se han propuesto diversas soluciones, entre las que destacan aumentar recursos (e.g., presas, desalinizadoras), aumentar el precio del agua y reducir las pérdidas en redes de distribución.

Este artículo analiza cómo distintas políticas combinadas pueden contribuir a la reducción del consumo de agua en entornos urbanos. El enfoque más general es centrarse en un tipo de medidas de forma aislada, aunque nuestro estudio demuestra que su implementación conjunta, genera un efecto sinérgico, superior a la simple suma de sus impactos individuales. 

En particular, se analiza la interacción entre tres estrategias clave: la reducción de pérdidas en las redes de distribución, el uso de precios del agua como herramienta de gestión, y las campañas de concienciación social. A través del caso de la ciudad de Sevilla (España), se ofrece una visión práctica y sólida de cómo estas medidas, al aplicarse de forma integrada, pueden lograr un ahorro de agua urbano mucho más eficaz y sostenible.

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La sequía pone a prueba la resiliencia de las ciudades y exige combinar infraestructuras, precios y conciencia social para garantizar un uso eficiente del agua. Fuente: Pixabay.

En este contexto, cabe destacar que la Unión Europea ha aprobado recientemente la Estrategia para la resiliencia hídrica (COM 2025/280), en la que se establece como principio fundamental la necesidad de "priorizar la eficiencia". Esta estrategia se concreta, entre otras acciones, en la aplicación de la Directiva de Agua Potable (Directiva UE 2020/2184), que fija como objetivo que las pérdidas en las redes urbanas no superen el 15  %. Este umbral representa un reto considerable, especialmente si se tiene en cuenta que en muchos países europeos las pérdidas se sitúan entre el 20  % y el 30  %, y que en España han llegado a superar el 30  % (actualmente, según datos del INE, se encuentran en torno al 21 %).

Lograr este umbral implica inversiones significativas en modernización, detección de fugas y digitalización, pero se trata de una apuesta estratégica: reducir pérdidas no solo ahorra agua, sino también energía y recursos, aliviando la presión sobre ecosistemas y fortaleciendo la resiliencia urbana frente a la sequía.

Cambiar comportamientos: el papel del precio y la conciencia social

Más allá de las infraestructuras, el comportamiento de los ciudadanos es crucial para la eficiencia hídrica. Dos herramientas son particularmente efectivas: el precio del agua y las campañas de concienciación. 

La mejora de eficiencia (reducir pérdidas) implica una inversión importante que necesita recursos financieros, y que de un modo y otro se trasladan al ciudadano, ya sea vía impuestos o, de manera más recomendable, vía precio del agua que recupere el coste del servicio. El precio del agua tiene el doble resultado de incentivar el ahorro y financiar las inversiones necesarias para reducir pérdidas en las redes. Esta herramienta económica cumple así una doble función: fomentar un consumo más eficiente y garantizar la sostenibilidad del sistema a través de tarifas que reflejan los costes reales. No obstante, su efectividad depende de la elasticidad de la demanda: a corto plazo, los hogares tienen una reacción moderada, pero a largo plazo tienden a adoptar hábitos y tecnologías más eficientes, generando un mayor ahorro.

Las campañas de concienciación, por su parte, han demostrado ser muy eficaces en momentos de escasez. Mensajes motivadores, información sobre el consumo individual o comparaciones sociales ("usas más agua que tus vecinos") son ejemplos de estrategias de “empujones” conductuales, que consiguen reducciones significativas en el consumo.

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Precios más altos incentivan el ahorro y financian mejoras en la infraestructura. Fuente: Pixabay.

El caso de Sevilla: un modelo de ahorro sostenible

Nuestro modelo se ha aplicado a la ciudad de Sevilla, que se abastece principalmente de embalses regulados en la cuenca del Guadalquivir. Con más de un millón de habitantes, esta área metropolitana ha enfrentado sequías severas, como la de 1991-1995, que obligó incluso a contemplar la evacuación parcial por falta de agua a final de verano de 1995.

Desde entonces, la empresa pública EMASESA ha liderado una transformación en la gestión del agua. Entre 1992 y 2023, el consumo doméstico (en los domicilios) se redujo de 175 a 109 litros por persona y día, gracias a una combinación de inversiones, precios progresivos y campañas educativas. Al mismo tiempo, las pérdidas en la red bajaron del 33 % al 11 %, lo que representa una mejora estructural de la eficiencia del abastecimiento.

Para analizar el impacto de cada política, el estudio propone un modelo que descompone el ahorro de agua en tres componentes.

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Tres estrategias clave: reducción de pérdidas, ajustar tarifas y sensibilizar a la ciudadanía. Fuente: autores.

El análisis del caso de Sevilla pone de manifiesto que cada política implementada contribuye de manera significativa al ahorro de agua; sin embargo, el efecto más relevante se obtiene cuando estas se aplican de forma integrada. La reducción de pérdidas en la red explica aproximadamente el 55  % del ahorro total, mientras que las medidas de carácter socioeconómico aportan el 45  % restante en la disminución de las extracciones. Dentro de este último grupo, tanto el mecanismo de tarificación como las campañas de concienciación contribuyen en partes prácticamente iguales al ahorro generado.

Sin embargo, estos porcentajes no son simplemente acumulables, ya que las tres estrategias se refuerzan mutuamente: las inversiones para mejorar la red elevan el coste del servicio, lo cual justifica ajustes tarifarios; esos precios más altos incentivan el ahorro; y las campañas de sensibilización aumentan la aceptación social y eficacia de esas medidas. Así, la combinación coordinada de herramientas técnicas, económicas y sociales no solo suma esfuerzos, sino que multiplica su impacto, permitiendo a Sevilla alcanzar un nivel de eficiencia y resiliencia que difícilmente se habría logrado aplicando cada instrumento de forma aislada.

Retos y recomendaciones para el futuro

El caso de Sevilla demuestra que es posible lograr una gestión urbana del agua más eficiente y resiliente, combinando acciones sobre la oferta (infraestructuras) y sobre la demanda (precios y concienciación). Esta experiencia ofrece una guía útil para otras ciudades europeas que enfrentan desafíos similares.

Aunque Sevilla ofrece un ejemplo exitoso, persisten importantes desafíos a nivel nacional y europeo:

  • Inversiones insuficientes: en España, se estima que se necesitan cerca de 5.000 millones de euros anuales durante la próxima década para modernizar el ciclo urbano del agua.
  • Metodologías estándar: aún no existe una metodología única en la UE para calcular pérdidas, lo que dificulta establecer comparaciones y normativas comunes.
  • Equilibrio económico-ambiental: los objetivos políticos de eficiencia (como el 15 % de pérdidas) pueden no coincidir con el óptimo económico de las empresas gestoras. Aun así, incluir los costes ambientales y sociales en el análisis puede justificar estos esfuerzos.

El estudio también subraya la necesidad de políticas integrales que combinen mejoras técnicas con medidas sociales, evitando enfoques ideológicos que prioricen solo la oferta o solo la demanda. En un contexto climático cambiante y de recursos limitados, la gestión eficiente del agua urbana debe ser flexible, adaptativa y basada en evidencia. Las ciudades que adopten una estrategia integral estarán mejor preparadas para enfrentar un futuro donde el agua será cada vez más escasa y valiosa.

Referencias

  • Díaz-Cano, E., Berbel, J., Montilla-López, N. M., & Expósito, A. (2025). Enhancing water efficiency: Distribution efficiency and consumption synergies. Water Resources and Economics50, 100260.  doi: 10.1016/j.wre.2025.100260

Alfonso Exposito

Alfonso Expósito García

Doctor en Economía

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