Los mitos del origen del mundo, leyendas universales

Las grandes civilizaciones históricas elaboraron relatos similares para explicar las incógnitas existenciales: los misterios de la naturaleza, el nacimiento de la vida y del cosmos, el temor a la muerte y al más allá...
Lascaux

Los santuarios rupestres de Lascaux (en la Dordoña francesa) y de Altamira (en Cantabria) nos permiten imaginar cuáles eran las creencias religiosas en el período paleolítico, una de cuyas deidades más representativas debió ser la Madre creadora de la vida. Hace unos 25 000 años, nuestros antepasados fueron capaces de desarrollar un pensamiento simbólico que plasmaron en las paredes de grandes cuevas pintando animales, formas humanas con máscaras y enigmáticas manos.

A lo largo de la historia, las civilizaciones han creado mitos para explicar el origen del mundo y dar sentido a su existencia. Estos relatos no solo reflejan las creencias de las culturas antiguas, sino que también muestran cómo el ser humano ha intentado comprender su entorno y su lugar en el cosmos. Desde las pinturas rupestres hasta las grandes escrituras religiosas, los mitos del origen del mundo han sido fundamentales para la humanidad, abriendo vías de estudio en la antropología comparada y la historia de las religiones.

Los santuarios rupestres: Ventanas al pensamiento paleolítico

Las cuevas de Lascaux y Altamira como reflejo de creencias antiguas

Los santuarios rupestres de Lascaux, en la Dordoña francesa, y de Altamira, en Cantabria, son ejemplos fascinantes de cómo los seres humanos del período paleolítico expresaron sus creencias religiosas. Estas cuevas, decoradas con impresionantes pinturas de animales y figuras humanas, ofrecen una ventana al pensamiento simbólico de nuestros antepasados. Las imágenes plasmadas en las paredes de estos espacios no solo eran representaciones artísticas, sino también el reflejo de prácticas espirituales vinculadas con la vida y con la Madre creadora en diversas culturas.

Las pinturas de Lascaux y Altamira sugieren que las cuevas eran lugares sagrados donde se llevaban a cabo rituales religiosos. La ubicación remota y de difícil acceso de estas galerías subterráneas indica que las ceremonias realizadas allí eran de gran importancia espiritual. Los artistas prehistóricos debían usar lámparas de aceite para iluminar su trabajo, lo que reforzaba la idea de que estos santuarios estaban reservados para ocasiones especiales, posiblemente relacionadas con la adoración de deidades como la Madre.

Las pinturas de Lascaux y Altamira sugieren que las cuevas eran lugares sagrados donde se llevaban a cabo rituales religiosos. - Pixabay

La Madre creadora es una figura recurrente en las mitologías antiguas, simbolizando la fertilidad y la naturaleza. En las cuevas de Lascaux y Altamira, esta deidad pudo haber sido representada mediante símbolos y figuras femeninas, reflejando la importancia de la unión entre los dioses y el entorno natural. Estas representaciones revelan el desarrollo del pensamiento mítico y la relevancia de la vida en las primeras expresiones artísticas.

Pinturas rupestres y ceremonias religiosas

Las pinturas rupestres de Lascaux y Altamira no solo eran obras de arte, sino también parte de complejas ceremonias religiosas. Estas ceremonias probablemente incluían rituales destinados a asegurar una caza exitosa, la protección frente a los peligros naturales y la conexión con el mundo espiritual. Los animales retratados en las paredes, como bisontes, caballos y ciervos, podían ser vistos como mensajeros de los dioses.

El antropólogo Marvin Harris, un referente en antropología cultural, sugiere que las pinturas en estas cuevas eran una forma de comunicación con lo divino. Al crear estas imágenes en entornos oscuros, se buscaba un nexo con las fuerzas sobrenaturales que, según se creía, influían en la vida cotidiana. Este acto de pintar en la penumbra, con lámparas de aceite, añade un elemento de misterio y devoción a las ceremonias que se realizaban en estos santuarios.

Además de las pinturas, las cuevas de Lascaux y Altamira podrían haber sido escenarios de cánticos, danzas y ofrendas a las deidades. Tales rituales fortalecían la cohesión social de los grupos paleolíticos y proporcionaban un sentido de pertenencia a los participantes, ejemplificando la función de los mitos y de la religiosidad incipiente en la comunidad.

Deidades primordiales: La Madre creadora y otros mitos

El simbolismo de la Madre creadora en la antigüedad

La figura de la Madre creadora ha sido una constante en las mitologías de muchas culturas. Esta deidad, asociada a la fertilidad y a la fuerza generadora, simboliza el poder creador del universo. En diversas tradiciones, la Madre es vista como la fuente de toda existencia y el principio que organiza el cosmos. Su presencia en la iconografía antigua refleja la profunda conexión entre la naturaleza y la espiritualidad.

En el zoroastrismo, practicado históricamente en la India e Irán, se encuentra la deidad Ozmad, que arroja luz al abismo cósmico para crear la vida. De modo similar, en el Egipto antiguo, el dios Ra era considerado responsable de la creación del mundo. Estos relatos enfatizan la relevancia de la figura maternal, y también de otras divinidades, como fundamento de la existencia y su impacto en la vida cotidiana.

La Madre creadora se hace presente en las mitologías mesoamericanas, donde la Serpiente Emplumada, Quetzalcóatl, actúa como divinidad dadora de conocimiento. Enseñanzas como la agricultura o la orfebrería muestran la importancia de los dioses como transmisores de saberes esenciales. El arraigo de la Madre y otras deidades primordiales en incontables culturas ilustra la universalidad de estos mitos y su alcance en la comprensión humana del mundo.

Quetzalcoatl - Quetzalcoatl. Imagen: iStock Photo.

El desarrollo del pensamiento simbólico hace 25,000 años

El desarrollo del pensamiento simbólico hace aproximadamente 25,000 años supuso un gran salto en la evolución humana. Esa nueva capacidad permitió a nuestros antepasados crear representaciones abstractas de conceptos complejos, como la muerte o el más allá, sentando las bases de lo que después se convertiría en la mitología comparada y la historia de las religiones.

La posibilidad de pensar en símbolos facilitó la vinculación entre el plano natural y el espiritual. A través de metáforas y alegorías, las culturas forjaron mitos que daban explicación a fenómenos naturales y respondían inquietudes existenciales. Estos relatos no solo aportaban un marco para comprender la realidad, sino que además ofrecían formas de sobrellevar los temores colectivos y de reforzar la idea de un orden cósmico.

La transmisión oral de estos mitos fue esencial para la pervivencia de sus tradiciones. Relatos como el del origen del mundo se contaban en rituales y festejos, garantizando la continuidad de las creencias a través del tiempo. Esta capacidad de convertir conceptos en símbolos está en la raíz de la identidad cultural, y su huella se halla presente en muchas prácticas devocionales y arqueología simbólica hasta nuestros días.

Religiones antiguas y la búsqueda de sentido

Mitos sobre la vida, muerte y el más allá

Los mitos relacionados con la vida, la muerte y el más allá han sido pilares en las religiones más antiguas, ofreciendo un marco para interpretar la existencia y la transformación constante del ser humano. Estos relatos abordaban el origen de la humanidad, la creación de la tierra y el destino de las almas tras la muerte. A través de estas historias, las antiguas civilizaciones intentaban disipar el miedo ante lo desconocido y encontrar consuelo en la idea de un orden trascendente.

En la mitología mesopotámica, el relato del Diluvio muestra cómo los dioses decidieron aniquilar a la humanidad a través de una inmensa inundación, aunque un hombre se salvó para repoblar la Tierra. Este mito, semejante al de Noé en la Biblia, evoca la esperanza en la continuidad de la vida. Historias sobre el más allá, como la de Ishtar descendiendo al inframundo en la tradición babilónica, exploran el destino póstumo de las almas.

La estrecha relación entre religión y mitología se manifiesta en la forma en que ambas intentan responder a interrogantes básicos de la existencia. Los mitos operaban como un lenguaje simbólico para expresar las creencias religiosas, contribuyendo a la cohesión social y al sentido de pertenencia, elementos que se mantienen en múltiples doctrinas contemporáneas.

El poder político y su conexión con la religión

En muchas civilizaciones, el poder político ha dependido en gran medida de la religión, empleando sus mitos y doctrinas para legitimar a los gobernantes. Los reyes y emperadores se presentaban como escogidos por los dioses, o incluso como encarnaciones de ellos, a fin de sustentar su autoridad. Esta unión entre la esfera divina y la política puede apreciarse en culturas como la de Egipto, Mesopotamia y Grecia.

En Egipto, los faraones eran considerados intermediarios entre las deidades y la humanidad, y se creía que ejercían un rol divino en la tierra. A su vez, la figura de Akenatón resultó un cambio revolucionario en la forma de concebir la conexión con las fuerzas divinas, al promover el culto a un solo dios, Atón, y modificar la arquitectura religiosa en torno a esta devoción. Por otro lado, en Mesopotamia, los monarcas justificaban su mandato afirmando ser investidos por los dioses, construyendo grandes zigurats y templos con ayuda de sacerdotes para subrayar su vínculo con lo sagrado.

La Grecia clásica no fue ajena a esta tendencia. Alejandro Magno proclamaba su linaje divino al situar sus orígenes en Zeus, reforzando así su dominio. De este modo, la religión configuraba la base moral y simbólica del gobierno, incidiendo en la estabilidad de las estructuras sociales y en la continuidad de los mitos que forjaban la identidad colectiva.

Rituales y sacrificios: Comunicación con lo divino

La ritualización de sacrificios en diferentes culturas

Los sacrificios han figurado como práctica esencial en multitud de culturas antiguas, vistos como un medio de comunicarse con los dioses y de obtener su protección. Estos rituales, a menudo marcados por el derramamiento de sangre, pretendían aplacar a las deidades o rendirles tributo por la fertilidad de los campos o la defensa en la guerra. La forma en que se ejecutaban los sacrificios variaba de una cultura a otra, pero el eje común era la búsqueda de favor divino y el refuerzo de la estructura social.

En Mesoamérica, se practicaban sacrificios humanos en centros ceremoniales como Teotihuacán, ofreciendo los corazones de las víctimas como tributo a los dioses. Esto no solo exaltaba el poder divino, sino que también servía para sostener la autoridad de los sacerdotes y asentar la cohesión social. En la antigua Grecia, prevalecían los sacrificios de animales, realizados antes de iniciar expediciones de caza o emprender campañas bélicas, en santuarios dedicados a diversas deidades.

Estos rituales eran ocasiones colectivas de gran relevancia, ya que reunían a la comunidad en actos de devoción que buscaban la armonía entre el ámbito divino y el humano. La ritualización permitía compartir creencias y valores, reforzando la identidad cultural y la pervivencia de los mitos fundacionales de cada sociedad.

Cultos mistéricos y la promesa de lo trascendental

Los cultos mistéricos eran corrientes religiosas secretas que ofrecían a sus seguidores la promesa de adentrarse en un conocimiento oculto y experimentar lo trascendental. Estos movimientos, que coexistían con las religiones oficiales, se basaban en ritos iniciáticos y ceremonias especializadas que prometían una comprensión superior del mundo y del más allá.

En la antigua Grecia, el culto de Eleusis era uno de los más reconocidos, centrado en la historia de Deméter y Perséfone. Sus iniciados confiaban en obtener una vida después de la muerte y en estrechar su lazo con las divinidades. El hermetismo de estos rituales brindaba un halo de exclusividad y misterio, que fomentaba la devoción y la búsqueda de experiencias espirituales profundas.

En Egipto, varios cultos giraban en torno a la leyenda de Osiris, asesinado y resucitado gracias a Isis y Horus. Estas tradiciones prometían una existencia eterna y la participación en la renovación cíclica del cosmos. Al tomar parte en ritos secretos, los creyentes encontraban una transformación espiritual que confería un sentido de trascendencia y reforzaba su fe en la continuidad de la vida en otros planos.

Dios Ra - Ra, el dios creador del Antiguo Egipto. Imagen: iStock Photo.

El temor a los dioses y su influencia en la humanidad

Elementos centrales del miedo divino en diversas religiones

El temor a los dioses ha sido clave en muchas religiones, funcionando como un elemento que mantenía la devoción de los fieles. Este miedo asumía múltiples formas, desde el profundo respeto hasta el temor a la represalia divina. Numerosas culturas consideraban que el pavor reverencial hacia las deidades era virtuoso, ya que impulsaba a la obediencia de las reglas religiosas y al cumplimiento de la voluntad divina.

En la antigua Grecia, era común temer a Zeus y a las demás deidades del Olimpo, pues se creía que podían intervenir en la vida humana con bendiciones o con castigos. Los sacrificios y las ofrendas se realizaban para ganarse su buena disposición, reflejando la percepción de que las fuerzas sobrenaturales tenían incidencia directa en el destino humano. En el cristianismo, el temor a Dios se concibe tanto como respeto como reconocimiento de la grandeza y de la santidad del Creador, moldeando la conducta personal y colectiva a lo largo del tiempo.

La arquitectura sagrada y su evolución a través del tiempo

El significado de los templos y su relación con lo sagrado

La arquitectura sagrada ha sufrido cambios continuos a lo largo de los siglos, reflejando el vínculo entre lo terrenal y lo divino. Los templos han fungido como lugares de reunión y devoción, erigiéndose en centros simbólicos del poder de la religión en las sociedades. La edificación de templos representaba no solo un acto de fervor, sino también la materialización de la comunión entre el mundo humano y el espiritual.

En Mesopotamia, los zigurats eran estructuras colosales que pretendían enlazar el cielo y la tierra. Estos templos escalonados eran epicentros donde los sacerdotes efectuaban rituales para honrar a los dioses. Su inmensidad encarnaba la relevancia de la religiosidad en la vida diaria y la creencia en la intervención de lo divino.

En Egipto, las pirámides se construían como monumentos para los faraones y simbolizaban la capacidad de estos de ascender al cielo y unirse con la divinidad. La arquitectura de los templos egipcios, con sus inscripciones y columnas, ponía de relieve la complejidad de la religión del antiguo Egipto y la trascendencia de la relación entre los seres humanos y lo sagrado.

Las pirámides de Egipto: Escaleras al cielo

Las pirámides de Egipto son un ejemplo de arquitectura sagrada, creadas como tumbas monumentales para los faraones. Además de su función funeraria, estas construcciones representaban la ascensión del gobernante a la esfera divina. Su forma piramidal y su orientación reflejaban la creencia en un orden cósmico que unía la tierra con las moradas celestes.

La edificación de las pirámides requería abundantes recursos y el esfuerzo de grandes contingentes de trabajadores, lo que evidenciaba la prioridad concedida a la religión en la cultura egipcia. Estas estructuras suponían un símbolo del poder del faraón y de su vínculo con lo divino, garantizando al mismo tiempo la protección y el favor de las deidades hacia el pueblo.

El diseño y la ubicación de las pirámides, perfectamente alineadas con puntos cardinales, expresaban la firme convicción en una armonía universal. Eran consideradas escaleras al cielo que facilitaban el tránsito del faraón a la inmortalidad, estableciendo así un puente entre el mundo terrenal y el espiritual. De este modo, se cumplía la promesa de vida eterna para aquel que gobernaba en nombre de los dioses.

La Biblia: Un texto fundacional

Influencia de la Biblia en judaísmo, cristianismo e islam

La Biblia es uno de los textos con mayor influencia en la historia de la humanidad, sirviendo de base a las religiones del judaísmo, el cristianismo y el islam. Estas escrituras, conformadas por libros antiguos, narran la historia del pueblo hebreo, sus creencias y su relación con Dios. No es simplemente un compendio religioso, sino una obra que ha influido notablemente en la moral, la cultura y la visión del mundo de innumerables sociedades.

En el judaísmo, la Biblia se denomina Tanaj y comprende enseñanzas y leyes que rigen la conducta de los creyentes. Además, relata la alianza establecida entre Dios y el pueblo judío, constituyendo el fundamento de la identidad religiosa. En el cristianismo, la Biblia incluye el Antiguo y el Nuevo Testamento, contando la historia y el mensaje de Jesucristo, figura central de la fe cristiana.

En el islam, la Biblia se reconoce como un texto sagrado, aunque difiere de la perspectiva judía y cristiana en puntos específicos. Los musulmanes aceptan que la Biblia contiene revelaciones divinas, si bien consideran que el Corán es la palabra final de Dios. Esta conexión histórica entre judaísmo, cristianismo e islam perfila un lazo profundo compartido a través de mitos, doctrinas y enseñanzas que siguen vigentes en la actualidad.

Referencias:

  • Armstrong, K. (2005) A Short History of Myth. Canongate Books.
  • Harris, M. (1974) Cows, Pigs, Wars, and Witches: The Riddles of Culture. Vintage Books.
  • Eliade, M. (1959) The Sacred and The Profane: The Nature of Religion. Harcourt Brace Jovanovich.
  • Frazer, J.G. (1922) The Golden Bough. Macmillan.

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