La humanidad lleva cerca de tres milenios contando las grandiosas hazañas que dioses y hombres llevaron a cabo en la Guerra de Troya. El intrépido Aquiles, el valiente Héctor, el ingenioso Ulises, el venerable Príamo, la dulce Helena… Es muy probable que sus historias fueran contadas durante siglos como mitos a través de la tradición oral y trasladadas al medio escrito en el siglo VIII antes de Cristo por uno o varios poetas que firmaron bajo el nombre de Homero. Recogida parcialmente en la Ilíada y la Odisea, la Guerra de Troya fue considerada un simple relato mitológico durante mucho tiempo, pero los resquicios arqueológicos parecen apuntar a un origen real.
Orígenes y desarrollo del conflicto
El rapto de Helena y el inicio de la guerra
Homero nos explica que, si bien la relación entre Troya y los estados aqueos no era especialmente buena debido a que sus intereses chocaban, ambas partes estaban en paz hasta que el príncipe Paris fue enviado a Esparta para una misión diplomática. Allí se enamoró de Helena, esposa del rey Menelao, y ambos huyeron provocando la ira del monarca espartano y convirtiéndose este hecho en el casus belli del conflicto.
La alianza de los aqueos bajo el mando de Agamenón
Los griegos, enardecidos por tamaña afrenta contra el honor de uno de sus reyes, decidieron aliarse y nombraron comandante de sus ejércitos a Agamenón, rey de Micenas. Los aqueos zarparon con más de mil barcos hacia las costas frente a las que se alzaba Troya con sus imponentes murallas.

Relatos épicos y personajes destacados
La visión de Homero en la Ilíada y la Odisea
Según las fuentes antiguas, las guerra entre Troya, poderosa ciudad-estado situada en Asia Menor a la entrada del mar de Mármara, y las fuerzas aqueas tuvo lugar entre los siglos XII y XIII antes de Cristo y duró diez largos años. La Ilíada de Homero solo nos cuenta un capítulo de unos dos meses dentro de la contienda y se centra en el héroe Aquiles, su discusión con Menelao y la cólera desatada contra Héctor después de que el príncipe troyano matase a su compañero y amante Patroclo. El relato del caballo de madera, la victoria de los aqueos y el incendio de la ciudad aparece en la Odisea como un recuerdo de lo sucedido por parte de Ulises.
Las hazañas de Aquiles, Héctor y Ulises
La guerra fue larga e infructuosa, sin que ninguno de los dos bandos y sus respectivos héroes lograran decantar la balanza en su favor. Mientras tanto, los dioses del Olimpo utilizaban la guerra que se libraba a sus pies como un tablero de ajedrez en el que jugar y decidir quién vivía y quién moría de forma caprichosa.
La esperanza de los aqueos residía en Aquiles, el mejor guerrero de todos los que habían llegado desde Grecia. Él y sus mirmidones se retiraron del campo de batalla después de que Agamenón le ofendiera al exigir que le entregaran a su esclava Briseida a cambio de una que había perdido. La ausencia de Aquiles llevó a los troyanos a tomar el campamento griego y habrían ganado de no ser porque Patroclo, compañero de armas (y probablemente amante) de Aquiles apareció vistiendo la armadura del héroe. Patroclo murió a manos de Héctor y Aquiles, enfurecido por la pérdida, volvió al campo de batalla y mató a Héctor en combate singular.

La influencia divina en el resultado del conflicto
La Guerra de Troya, tal como la describe Homero, no fue solo un conflicto entre mortales, sino también un escenario en el que los dioses del Olimpo jugaron un papel decisivo. Según la mitología, deidades como Zeus, Atenea, Apolo y Afrodita influyeron en el curso de los eventos y favorecieron a los diferentes bandos según sus caprichos.
Atenea, diosa de la sabiduría y la estrategia, apoyó a los aqueos, mientras que Apolo, dios del sol y la profecía, protegió a los troyanos. Estas alianzas divinas reflejan las tensiones entre los dioses, quienes utilizaban a los mortales como peones en sus propios juegos de poder.
La estrategia y el desenlace bélico
La creación del caballo de Troya
Pasó el tiempo. Aquiles cayó y Ulises tuvo que tomar su puesto como la pieza clave en la victoria de los aqueos. Sabedor de que nunca podrían atravesar las murallas de la ciudad, el rey de Ítaca mandó construir un caballo de madera y lo dejó como ofrenda para los troyanos mientras las naves griegas zarpaban.
El saqueo y destrucción de la ciudad
Una vez fue metido en la ciudad, un grupo de soldados de élite salieron del caballo y abrieron las puertas, dejando entrar a los ejércitos que habían vuelto a las costas y ganando así la guerra. La gran Ilión (nombre por el que se conocía a Troya) fue pasto de las llamas y la espada.

Troya: mito o realidad
Excavaciones arqueológicas en la colina Hisarlik
Las constantes referencias al papel de los dioses en el conflicto hicieron que, durante mucho tiempo, se creyera que la Guerra de Troya no había sido más que una invención mitológica e incluso se dudaba de que Troya existiera realmente.
Empecemos por lo tanto aclarando que Troya sí pudo haber existido y estaría en la colina Hisarlik, en la actual Turquía. Allí, a finales del siglo XIX, el multimillonario prusiano Heinrich Schliemann comenzó una serie de excavaciones basándose en las descripciones y las pistas presentes en los textos antiguos sobre la localización de la legendaria Troya. El proyecto de Schliemann resultó ser más exitoso de lo que muchos habrían esperado dado que no encontró una ciudad, sino diez ciudades distintas situadas en capas que se superponían y se remontaban desde la aparición del primer asentamiento en el Neolítico hasta la época bizantina.
Troya VI y VII: evidencias y controversias
Y bien, ¿cuál de estas capas se corresponde con la Troya sobre la que escribió Homero? Pues la verdad es que no se sabe con certeza. Las candidatas son Troya VI y Troya VII ya que ambas vivieron momentos de crecimiento y esplendor y ocuparon el emplazamiento entre el 1500 a.C. y el 1000 a.C. por lo que una de ellas (probablemente Troya VII) coincidiría con los años en los que supuestamente tuvo lugar la famosa guerra. Y precisamente ahí encontramos un detalle muy interesante que muchos historiadores escépticos han blandido como argumento principal para desmentir la existencia de la legendaria ciudad: ni Troya VI ni Troya VII presentan signos de haber sido destruidas durante una guerra e incendiadas. Los restos apuntan a que Troya VII sufrió algún tipo de catástrofe natural, algo como un terremoto.
Debate sobre la veracidad histórica de la guerra
La cuestión de si la Guerra de Troya fue un evento real o un mito literario ha sido objeto de intensos debates académicos. Aunque las excavaciones en Hisarlik han proporcionado pruebas de una ciudad que podría ser Troya, la falta de evidencias concluyentes de un conflicto bélico ha llevado a algunos a considerar la guerra como una creación poética de Homero.
Los defensores de la historicidad de la Guerra de Troya argumentan que los mitos a menudo contienen un núcleo de verdad histórica, aunque distorsionado y embellecido a lo largo de los siglos. Según esta perspectiva, la guerra podría haber sido un conflicto real, ampliado y dramatizado por los poetas para servir como una lección moral y cultural.
Por otro lado, los escépticos sostienen que la falta de pruebas arqueológicas definitivas sugiere que la Guerra de Troya es principalmente un mito literario. Según esta visión, los relatos homéricos son obras maestras de la ficción, diseñadas para entretener y educar, más que para documentar la historia.

La Guerra de Troya en la cultura y la historia
Impacto en la literatura y el arte a lo largo de los siglos
La Guerra de Troya ha dejado una huella indeleble en la literatura y el arte. Desde las epopeyas homéricas hasta las tragedias griegas, pasando por las obras de Virgilio y Shakespeare, el conflicto troyano ha sido reinterpretado y adaptado en innumerables formas según las preocupaciones y los valores de cada época. Esta rica tradición ha contribuido a perpetuar el mito de Troya.
En la literatura, la Guerra de Troya ha servido como un lienzo para explorar temas universales como el amor, la traición, el honor y el destino. En el arte, la guerra ha sido representada en pinturas, esculturas y mosaicos. El impacto cultural del conflicto troyano no se limita a la literatura y el arte, sino que también se extiende a la filosofía, la política y la psicología. El conflicto ha sido utilizado como una metáfora para analizar la naturaleza humana, la guerra y la paz.
La percepción actual de Troya: mito versus realidad
Para muchos, la Guerra de Troya sigue siendo un símbolo de la lucha entre el destino y el libre albedrío, un relato épico que trasciende el tiempo y el espacio. Sin embargo, el avance de la arqueología y la historiografía ha planteado nuevas preguntas sobre la veracidad histórica de los relatos homéricos.
El debate sobre Troya no solo se centra en la existencia de la ciudad y la guerra, sino también en su significado cultural y simbólico. Para algunos, Troya representa un ideal de heroísmo y nobleza, un mundo perdido de valores y virtudes que sigue inspirando a las generaciones actuales. Para otros, la guerra es un recordatorio de la fragilidad de la civilización y los peligros de la ambición desmedida, una advertencia sobre las consecuencias de la violencia y el conflicto.
Referencias
- Winkler, Martin M. (ed.). 2009. Troy: from Homer's Iliad to Hollywood epic. John Wiley & Sons.