Anglosajones y normandos: Hastings, la batalla final

Las fuerzas del último rey anglosajón de Inglaterra, Harold II, se enfrentaron en Hastings a las del duque de Normandía, Guillermo el Conquistador, con un resultado definitivo.
La batalla de Hastings

En el medievo anglosajón la corona no se obtiene exclusivamente por herencia. Aunque el factor dinástico es importante, cuentan también la decisión del monarca –de ahí las promesas– y la opinión de la witan, que es la asamblea de nobles de las distintas regiones. En los últimos años de Eduardo el Confesor queda claro que el mundo inglés no está dispuesto a aceptar un rey normando. El problema es que también hay constancia de la palabra dada a Guillermo, así como de su intención que hacer que ésta se cumpla. Por eso no hay tiempo que perder. En menos de veinticuatro horas, Harold es coronado rey con la aprobación de la witan, que descarta al joven Edgar debido a su bisoñez. Harold, caudillo audaz y militar experto, de enorme ambición e inagotable energía, con probada destreza en el campo de batalla, es a juicio de la asamblea –y de todo el país, que lo apoya masivamente– el hombre apropiado.

Al otro lado del Canal de la Mancha, ha prometido no interponerse entre él y el trono inglés (parece que este hecho es cierto, pero no se sabe si Harold actuó voluntariamente u obligado por Guillermo o el rey Eduardo). El duque lleva tiempo preparando un formidable ejército en el que hay normandos, franceses, bretones y flamencos, para el que incluso ha conseguido la bendición papal. Durante todo el verano de 1066, Guillermo espera un viento favorable para cruzar el Canal e iniciar la conquista, mientras Harold patrulla las costas con sus hombres dispuesto a hacerle frente.

Es entonces cuando resurge un personaje inesperado: Tostig, hermano menor de Harold, que después de la muerte de Godwin fue nombrado conde de Northumbria y, debido a su brutalidad, se ganó el odio de toda la región. Tostig fue enviado en su día al exilio por el propio Harold, para evitar un baño de sangre, y desde entonces no ha dejado de conspirar contra él. Animado por un secreto deseo de aspirar también al trono, Tostig convence al pretendiente noruego, Harald Hadrada, de que unan fuerzas e invadan la isla por el norte.

A mediados de septiembre, una flota de trescientos navíos vikingos llega a las costas de Yorkshire y, el día veinte, las fuerzas unidas de Harald Hadrada y Tostig derrotan a los señores locales, Morcar de Northumbria y su hermano Edwin de Mercia, en la batalla de Fulford. Los términos de la rendición incluyen una entrega masiva de rehenes que debe producirse algo más tarde en la localidad de Stamford Bridge. Harold se entera del ataque y se ve obligado a abandonar la vigilancia en el sur y a subir a marchas forzadas hasta Yorkshire. El día de la entrega pactada de rehenes, lo último que esperan Tostig y Harald Hadrada es ver aparecer por Stamford Bridge a Harold con sus fuerzas. Tan relajados están los soldados, que incluso han dejado las armaduras en los barcos. Aun así, cuando Harold cae sobre ellos por sorpresa, la lucha es feroz, pero se salda con una derrota total y absoluta de los vikingos. Tostig y Hadrada mueren, y de los trescientos barcos iniciales sólo regresan a Escandinavia veinticuatro (aunque, en un gesto magnánimo, se permite volver al heredero Olaf, que se convierte en rey).

Más información sobre el tema en el artículo La madre de todas las derrotas, escrito Rodrigo Brunori. Aparece en el último monográfico de MUY HISTORIA, dedicado a Guerras de Tronos

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