¿Por qué quemaron a Juana de Arco?

Una joven campesina que pasó de liderar un ejército a morir condenada por hereje. Hoy día un icono cultural que arrastra muchos intereses políticos sobre su figura.
Juana durmiente de Arco, un ángel a sus pies. Ilustración

Juana de Arco, conocida como la Doncella de Orleans, es una figura histórica emblemática cuya vida y legado han fascinado durante siglos. Nacida en 1412 en Domrémy, Francia, Juana afirmó recibir visiones divinas que la impulsaron a liderar al ejército francés durante la guerra de los Cien Años. A pesar de sus humildes orígenes, su fe y determinación la llevaron a liberar Orleans y consolidar el poder de Carlos VII. Sin embargo, su éxito y liderazgo desafiaron las normas de su época, lo que resultó en su captura en 1430 y posterior juicio por herejía.

Condenada y quemada en la hoguera en 1431, su muerte buscaba desacreditar su influencia, pero solo fortaleció su legado. En 1456, su juicio fue anulado, y en 1920 fue canonizada, convirtiéndose en un símbolo nacional de valentía y resistencia. Su historia sigue inspirando en la cultura y la política contemporánea, representando la lucha por la justicia y la igualdad.

Juana durmiente de Arco, un ángel a sus pies. Ilustración - Juana durmiente de Arco, un ángel a sus pies. iStockphoto

La vida de Juana de Arco: de campesina a líder militar

Una niña que oía voces divinas

Juana de Arco nació en 1412 en la pequeña aldea de Domrémy, en la región de Lorena, al noreste de Francia. Creció en una familia campesina devota, donde la influencia de su madre fue crucial en su educación religiosa. A la edad de 13 años, Juana afirmó comenzar a escuchar voces divinas que la guiaban. Estas voces, que identificó como las de figuras religiosas como el arcángel Miguel, santa Margarita y santa Catalina de Alejandría, le encomendaban una misión casi imposible: liberar a Francia del dominio inglés y asegurar el trono para Carlos VII Valois. Esta experiencia mística marcó el inicio de su camino hacia un destino extraordinario.

La situación en Francia durante este periodo era crítica. El país estaba inmerso en la guerra de los Cien Años, un conflicto devastador entre Francia e Inglaterra que había comenzado en 1337. El tratado de Troyes, firmado en 1420, había reconocido a Enrique VI de Inglaterra como heredero al trono francés, dejando a Carlos VII en una posición precaria. En este contexto, las afirmaciones de Juana de recibir instrucciones divinas para ayudar al monarca francés resonaron profundamente, tanto en la corte como entre el pueblo.

A pesar de su juventud y origen humilde, Juana logró presentarse ante Carlos VII en 1429. Su convicción y fervor religioso convencieron al monarca y a sus consejeros de que ella era la elegida para liderar al ejército francés. La corte, enfrentada a una situación desesperada, decidió confiar en la joven campesina, quien prometió liberar al pueblo de las calamidades que sufrían bajo el yugo inglés.

Juana de Arco.

Ascenso y liderazgo en la guerra de los Cien Años

Con el respaldo de Carlos VII, Juana de Arco se convirtió en una figura clave en la guerra de los Cien Años. Su primera misión fue liberar la ciudad de Orleans, que estaba sitiada por las fuerzas inglesas. En abril de 1429, Juana llegó a Orleans vestida con una armadura y portando un estandarte, símbolo de su fe en que Dios estaba de su lado. Su presencia inspiró a las tropas francesas, que lograron levantar el asedio en mayo de ese mismo año.

La victoria en Orleans fue un punto de inflexión en el conflicto. Juana de Arco, ahora conocida como la Doncella de Orleans, continuó liderando al ejército francés en una serie de victorias que culminaron en la coronación de Carlos VII en la catedral de Reims en julio de 1429. Este evento no solo consolidó el poder del monarca, sino que también fortaleció la moral del pueblo francés, que veía en Juana una figura casi mítica.

A pesar de sus éxitos, el camino de Juana no estuvo exento de desafíos. Su liderazgo y determinación desafiaron las normas establecidas para las mujeres de su época. Fue objeto de críticas y calumnias, siendo acusada de travestismo y brujería por aquellos que no podían aceptar su papel en la guerra. Aun así, su fe y valentía la mantuvieron firme en su misión de liberar a Francia.

Juana de Arco
Juana de Arco.

La captura y juicio de Juana de Arco

El papel de la Inquisición y las acusaciones de herejía

En mayo de 1430, la suerte de Juana de Arco cambió drásticamente cuando fue capturada por las fuerzas del duque de Borgoña, un aliado de los ingleses. Su captura fue un golpe devastador para los franceses y una oportunidad para sus enemigos de desacreditarla. Juana fue entregada a los ingleses, quienes la sometieron a un juicio inquisitorial en Ruán, acusándola de herejía y brujería.

El juicio de Juana de Arco fue un proceso largo y complicado, dirigido por un tribunal eclesiástico que buscaba condenarla a toda costa. A pesar de su juventud, Juana demostró una notable resistencia e inteligencia durante los interrogatorios, defendiendo con firmeza sus visiones y su misión divina. Sin embargo, las acusaciones de herejía pesaban sobre ella, y el hecho de vestir ropas masculinas fue utilizado como prueba de su supuesta desviación de la fe.

A lo largo del juicio, Juana fue sometida a una intensa presión psicológica y física. Finalmente, bajo amenaza de muerte, se vio obligada a firmar una confesión en la que admitía su culpabilidad. Sin embargo, poco después se retractó, afirmando que las voces divinas habían vuelto a hablarle, lo que selló su destino. Juana fue declarada hereje relapsa, lo que significaba que había reincidido en sus supuestos pecados, y fue condenada a morir en la hoguera.

Intereses políticos detrás de su condena

Detrás del juicio de Juana de Arco se escondían complejos intereses políticos. Su condena no solo buscaba castigarla por sus acciones, sino también cuestionar la legitimidad de la coronación de Carlos VII. Al ser considerada una enviada del diablo, cualquier victoria obtenida gracias a su intervención podía ser vista como ilegítima. Para los ingleses y sus aliados, era crucial desacreditar a Juana para debilitar la posición del monarca francés.

Juana de Arco
Detrás del juicio de Juana de Arco se escondían complejos intereses políticos.

Además, la figura de Juana representaba una amenaza para el orden establecido. Su liderazgo y carisma habían inspirado a las tropas francesas y al pueblo, convirtiéndola en un símbolo de resistencia contra la ocupación inglesa. Su ejecución buscaba no solo eliminar a un enemigo político, sino también enviar un mensaje claro a aquellos que se atrevían a desafiar el statu quo.

A pesar de la aparente victoria de sus enemigos, la ejecución de Juana de Arco no logró borrar su legado. Su muerte en la hoguera la convirtió en mártir, y su historia continuó resonando en el corazón de los franceses. Con el tiempo, su figura sería reivindicada y su juicio anulado, transformándola en un símbolo de la lucha por la justicia y la libertad.

El legado de Juana de Arco

De mártir a símbolo nacional de Francia

Tras su muerte, Juana de Arco se convirtió en un símbolo de resistencia y valentía para el pueblo francés. Su juicio fue revisado en 1456, apenas 25 años después de su ejecución, y fue declarada inocente de todos los cargos. Este acto de rehabilitación no solo restauró su reputación, sino que también reafirmó su papel en la historia de Francia como una heroína nacional.

A lo largo de los siglos, la figura de Juana de Arco ha sido utilizada para diferentes fines políticos y culturales. En 1803, Napoleón Bonaparte la declaró símbolo nacional, reconociendo su importancia como unificador del pueblo francés. Su imagen ha sido utilizada para inspirar a generaciones en momentos de crisis, sirviendo como ejemplo de coraje y determinación frente a la adversidad.

Juana de Arco, virgen y mártir
Juana de Arco, virgen y mártir.

El reconocimiento oficial de Juana de Arco como santa llegó en 1920, cuando el Papa Benedicto XV la canonizó. Este acto no solo la consagró como una figura religiosa, sino que también consolidó su lugar en la historia como una de las figuras más influyentes de Francia. Su canonización fue un reconocimiento a su fe inquebrantable y a su sacrificio por su país.

Canonización y su impacto cultural contemporáneo

La canonización de Juana de Arco tuvo un impacto significativo en la cultura y la sociedad contemporánea. Su historia ha sido reinterpretada en numerosas ocasiones a lo largo de los años, inspirando obras de arte, literatura y cine. Desde las pinturas renacentistas hasta las películas modernas, Juana ha sido representada como una figura de fuerza y determinación, capaz de desafiar las normas y luchar por sus creencias.

En el ámbito político, Juana de Arco sigue siendo un símbolo poderoso. Su legado ha sido utilizado por diferentes movimientos y causas, desde el feminismo hasta el nacionalismo, para representar la lucha por la justicia y la igualdad. Su historia resuena especialmente en tiempos de cambio, cuando la necesidad de líderes valientes y visionarios es más evidente.

Hoy en día, Juana de Arco continúa siendo una figura relevante y admirada. Su vida y legado nos recuerdan la importancia de la fe, el coraje y la perseverancia. A través de su historia, podemos encontrar inspiración para enfrentar nuestros propios desafíos y luchar por un mundo más justo y equitativo. Juana de Arco, la Doncella de Orleans, sigue viva en la memoria colectiva, un faro de esperanza y un ejemplo eterno de lo que significa ser verdaderamente valiente.

Referencias:

  • Castor, H. 2021. Juana de Arco. La historia de la Doncella de Orleans. Ático de los Libros.
  • Théry, J. 2015. Juana de Arco. El proceso contra la Doncella de Orleans. Historia National Geographic 133, 68-79.

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