Los Trece de la Fama: los soldados españoles más leales a Francisco Pizarro

La conquista del Perú estuvo a punto de fracasar en una rebelión de los soldados contra su capitán. Solo unos pocos se mantuvieron firmes y decididos a continuar.
Los Trece de la Fama: los soldados españoles más leales a Francisco Pizarro

Los soldados llegaron a la isla del Gallo después de muchos meses pasando penurias y allí tuvo lugar uno de esos sucesos legendarios de fácil difusión entre las crónicas del pasado que llegan hasta nuestros días con brochazos de teatralidad impuesta. El sufrimiento ganaba por goleada a los resultados, así que los soldados bajaron los brazos y se rindieron ante una empresa imposible (ya es sorprendente que le vieran opciones antes de empezar la expedición). Pero Pizarro quería continuar a toda costa. Trazó una raya en el suelo y dijo:

“Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro a Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviese”.

El populismo empleado en su discurso no es que cosechara mucho éxito que digamos. Solo trece hombres cruzaron al lado de Pizarro. Los “Trece de la Fama”, porque, claro, la historia premia con halagos a los intrépidos y valientes, que siempre son minoría contra muchos enemigos y una gran adversidad. Pero ni Pizarro dijo tal discurso, ni fueron realmente trece hombres los que cruzaron la raya para “ser ricos”. La historia tiene otras costumbres igual de férreas pero menos aireadas, como la constante creación de mitos de manera consciente o inconsciente o la de olvidarse de ciertos sectores sociales ninguneados como mero atrezo de la ambientación.

Trece de la fama. Al pie: “Los 13 de la isla de Gallo”. Obra de Juan B. Lepiani. - Wikimedia

Ambiciones desmedidas

Francisco Pizarro nació en Trujillo hacia el 1484. Hijo ilegítimo, se crio en plena generación “discoverer”. La realidad de entonces permitía soñar con una carrera militar que te llevara a explorar y conquistar nuevos territorios y (más importante) sus riquezas. Como tantos otros, Pizarro se embarcó hacia el Nuevo Mundo y allí recaló con sus ambiciones en 1502. Solo tenía 18 añitos, así que para poner en contexto sería algo así como montarte en un transbordador con esa edad y poner rumbo al espacio. Más o menos.

Esta manera de entender la vida se reflejaba en la personalidad de Pizarro. En según en qué ambiente podría considerarse a Pizarro como un borrico motivado, pero quedan mejor las palabras de Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557):

“Buena persona é de buen ánimo, cuerpo robusto, é hombre sin ninguna letra ni industria para gobernar […] lento ó espaçioso, é al apresçer de buena intençion, pero de corta conversaçion é valiente hombre por su persona”.

Pizarro había visto cómo su sobrino, Hernán Cortés, había conquistado México. Él no quiso ser menos y no cayó nunca en el desánimo. Se empecinó en estar al pie del cañón (nunca mejor dicho) cuando le llegara una mínima oportunidad y para ello estaba dispuesto a llegar a límites que escapaban de su control.

La conquista que casi fracasa

En mayo de 1524, Hernando de Luque, Diego de Almagro, Pedrarias Dávila y Pizarro firmaron en Panamá un acuerdo para emprender la conquista del Perú y repartirse los beneficios en cuatro partes iguales. No fue sencillo encontrar voluntarios y la primera partida no estuvo dispuesta hasta noviembre. Apenas fue el primer contratiempo.

Francisco Pizarro inició la conquista del Perú con 112 castellanos, un puñado de indios nicaragüenses y cuatro caballos, todos a bordo de un navío, el Santiaguillo. En todo el continente americano hay infinidad de rincones que recibieron nombres por parte de los castellanos según el santo del día en cuestión o por cualquier motivo relevante que vieran o viviesen los exploradores. El feeling de la expedición es palpable cuando unos meses después nombraron un enclave como puerto del Hambre. Los nativos se defendían de los castellanos con la práctica de la tierra quemada, por lo que en unas semanas murió por inanición una tercera parte de los integrantes de la expedición.

Pizarro intentó paliar la tragedia mandando varios viajes entre Panamá y su posición que les dispensaran víveres y hombres de refuerzo. Los navíos al rescate se retrasaron más de lo planeado y cada llegada de auxilio era contrarrestada con más fases de hambrunas, enfermedades y ataques de los indígenas. En paralelo, Pedrarias Dávila fue sustituido por Pedro de los Ríos como gobernador de Panamá, quien, sabedor de la penosa situación de los expedicionarios, envió una embarcación para traer de vuelta a los supervivientes de Pizarro y poner fin a aquel despropósito. Fue en este contexto cuando se dio la leyenda de la isla del Gallo.

Francisco Pizarro a caballo por Daniel Hernández Morillo. - Wikimedia

¿Solo trece hombres?

Corría el mes de mayo de 1527 cuando Pizarro expuso el ultimátum por el que los soldados debían decidir regresar o continuar. La narración que se suele exponer sobre el suceso tiene una teatralidad difícil de tragar en una situación tan extrema. Pero contamos con documentos que nos facilitan el camino hacia la verdad escondida bajo toda leyenda. Antonio de Herrera menciona que fueron trece hombres y un mulato los que permanecieron con Pizarro. Garcilaso de la Vega insiste en solo trece. Sin embargo, Francisco de Jerez, que fue testigo presencial en la isla del Gallo, escribió que fueron dieciséis. Paradojas historiográficas: es posible que todos tengan su parte de razón.

Fueron quince personas las que permanecieron leales a Pizarro y quisieron continuar con la conquista del Perú. Entre ellas se cuentan al propio Pizarro y al piloto mayor, Bartolomé Ruiz de Estrada. No tuvieron elección los dos intérpretes al servicio de Pizarro, Felipillo y Manuel. Sin embargo, Pizarro quiso que Bartolomé Ruiz se marchara a Panamá para buscar nuevos víveres y refuerzos. Por tanto, fueron quince, pero se quedaron catorce o dieciséis si contamos a los dos indios intérpretes. Tenemos una lista de nombres que reconoce a los Trece de la Fama porque en la capitulación de Toledo de 1529 recibieron el título de hidalgo. Excluyendo a los dos indígenas y a Pizarro, los trece fueron: Bartolomé Ruiz, Cristóbal de Peralta, Pedro de Candía, Domingo de Soraluce, Nicolás de Ribera, Francisco de Cuéllar, Alonso de Molina, Pedro Halcón, García de Jaén, Antón de Carrión, Alonso Briceño, Martín de Paz y Juan de la Torre.

Fueron el último pilar que impidió que la conquista del Perú de Pizarro se derrumbara estrepitosamente. La expedición continuó con su paso lento y repleto de trampas por el camino hasta lograr la fama y el éxito de la conquista. Pero esa es otra historia.

Referencias:

Mira Caballos, E. 2020. Pizarro y los Trece de la Fama. Desperta Ferro Historia Moderna 36.

Mira Caballos, E. 2021. Francisco Pizarro. Una nueva visión de la conquista del Perú. Crítica.

Sanz, J. 2013. Los Trece de la Fama... y los otros olvidados. historiasdelahistoria.com.

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