Uno de los retos más importantes de la divulgación histórica es acabar con la idea de que la Edad Media fue período oscuro, cruel, violento y en el que sólo se actuaba en función de las supersticiones. Esta concepción popular sigue extendida en gran parte del público, sin embargo, es errónea. Por ello son necesarias los libros, estudios y artículos que muestran diferentes ámbitos de la vida y el pensamiento de la Europa medieval que sirvan para naturalizar un período histórico denostado con una imagen alejada de la realidad histórica afianzada en el imaginario colectivo por novelas y películas sin rigor alguno. En palabras de Katherine Harvey, historiadora británica experta en Historia medieval, hay “una larga tradición que asocia la Edad Media con todos aquellos vicios –entre los que también se incluyen la superstición, la tortura y la falta de higiene personal– para los que nos hemos vuelto demasiado buenos, o eso nos gusta pensar”.

¿El sexo era pecado?
Hay que tener en cuenta que las concepciones y maneras de entender el sexo cambian a lo largo de la historia, entre culturas y hasta es diferente entre personas de un mismo contexto. Por tanto, no hay un discurso homogéneo para hablar del sexo en la Edad Media. Pero podemos atender a algunos aspectos básicos y curiosidades detectadas en las fuentes.
Durante la Edad Media, la religión tenía un peso fundamental en el comportamiento de las personas y ello se reflejaba también en las leyes del momento. Para el cristianismo, el sexo era pecado fuera del matrimonio, sin embargo, hay numerosas evidencias de relaciones prematrimoniales, como cabría esperar. Esta conducta no sólo estaba mal vista, sino que hubo señores feudales con potestad para multar a quienes pillaran cometiendo esta falta.
¿Todos los matrimonios eran concertados?
Se tiende a creer que toda mujer era casada con un hombre elegido por la familia, sin que ella pudiera tener más opción que una vida desdichada. Por supuesto que se dieron matrimonios concertados, sobre todo en la élite social, pero la aprobación familiar era un factor tan importante como podría serlo hoy día y el amor no era ajeno en las uniones medievales. Por otro lado, el derecho canónico prohibía casarse a niñas menores de doce años y niños menores de catorce. En un mundo en que la esperanza de vida era significativamente más baja que en la actualidad, no es tan descabellado. El sexo era clave para el matrimonio, suponía la consumación del mismo y en caso de no producirse encuentro carnal el matrimonio podía quedar anulado. Tanto es así que incluso hubo reconocimientos de impotencia, se sometía a pruebas que excitaran a un hombre para comprobar si respondía con la erección esperada. Hubo excepciones, como las hay hoy desgraciadamente, pero en la Edad Media fue común que las novias infantiles permanecieran en casa de sus padres varios años y se pospusiera la consumación.
Imagen: 444 - Baño edad media. Al pie: Hombre y mujer tomando un baño. Fresco en el Palazzo del Podesta. Radiokukka / iStock

El (des)conocimiento de la época
Las diferencias que más nos pueden chocar en la actualidad tienen que ver con el aspecto más científico del sexo, es decir, con el desconocimiento de la época sobre muchas facetas del cuerpo humano y su funcionamiento. Por ejemplo, muchos pensaban que el semen se producía en el cerebro. Además:
“Se creía que las erecciones eran el resultado de un espíritu ventoso dentro del cuerpo, por lo que a un hombre que tuviera dificultades para mantener relaciones sexuales se le podía aconsejar que comiera alimentos que produjeran viento, por ejemplo, los garbanzos”.
Hubo amantes no correspondidos que hicieron uso de la magia para enamorar a su objetivo. Adquirían elaboraciones de brebajes hechos a base de semen, sangre menstrual y plantas con ciertos poderes aumentados con conjuros. No hay que caer en el error de considerar estos intentos como un juego de niños, es fácil juzgar el pasado con el conocimiento de hoy, pero hay que saber que la magia amorosa más sofisticada del medievo era practicada por los hombres más cultos y capaces del momento. Estos mismos consideraban el mal de amores como una patología grave que sumía a las personas en una melancolía que podía llegar a ser mortal. El mejor remedio contra esto era el sexo. Muchas de estas consideraciones se recogen en obras como el Speculum al foder (Espejo del joder), un tratado erótico español del siglo XV en el que se pueden leer afirmaciones que aún repetimos hoy día:
“De una mujer experimentada aprendí las características que las mujeres desean en los hombres. Estas son un buen miembro, un pene largo y duro, y semen abundante”.
Referencias:
- Harvey, K. 2023. Los fuegos de la lujuria. Ático de los Libros.
- Martos, A. 2009. Historia medieval del sexo y del erotismo. Nowtilus.