Conspiración del harén de Ramsés III: El complot que sacudió al Antiguo Egipto

Sumérgete en la intrigante historia que rodea la muerte de Ramsés III, explorando los detalles de un complot mortal que marcó el trágico final de su reinado. Desentrañaremos los eventos que llevaron al fallecimiento de este gran faraón, arrojando luz sobre uno de los episodios más oscuros y enigmáticos de la historia egipcia.
Ramsés III

Usermaatra-Meriamón Ramsés Heqaiunu, es decir, Ramsés III (1184- 1153 a. C.), segundo faraón de la Dinastía XX, hijo de Sethnajt y Tiy-Merene, es considerado uno de los últimos grandes soberanos de Egipto. Su reinado, que se extendió durante casi 30 años, estuvo marcado por imponentes construcciones, transformaciones políticas y enfrentamientos militares. Sin embargo, tras esta fachada de grandeza, se ocultaba una historia de conspiración palaciega que culminaría en un desenlace trágico: la muerte del faraón a causa de un violento complot. La Conspiración del harén, encabezada por su segunda esposa Tiy y su hijo Pentauret, dejó una huella imborrable en la historia del Valle del Nilo.

La Conspiración del harén: un complot en el corazón del antiguo Egipto

La llamada Conspiración del harén se fraguó en el entorno más íntimo de Ramsés III: su propia corte. Su objetivo era deponer al monarca en plena Fiesta del Valle, una ceremonia celebrada en el templo de Medinet Habu. Aunque el complot no logró colocar a Pentauret en el trono, cumplió su propósito de acabar con la vida del faraón. Los registros históricos, como el Papiro Judicial de Turín, ofrecen un relato minucioso de las acusaciones y castigos que siguieron a aquel intento fallido. Quienes participaron en esta trama —entre ellos importantes funcionarios— fueron sometidos a severas penas, que iban desde la ejecución hasta el suicidio ordenado, con el fin de salvaguardar la estabilidad del reino.

El trasfondo político y familiar de la conspiración resulta impactante. Tiy, ansiosa por ver a su hijo Pentauret heredero legítimo, tejió un plan que involucraba a miembros de la aristocracia egipcia. Pese a ser descubierta antes de concretarse, la conspiración consiguió asesinar a Ramsés III, aunque su sucesor, Ramsés IV, obtuvo finalmente el trono. La valentía y la ambición de Tiy, unidas a las aspiraciones de Pentauret, sacudieron los cimientos del poder faraónico, demostrando cuán frágil podía ser la autoridad incluso en uno de los reinos más poderosos de la antigüedad.

¿Por qué y cómo murió Ramsés III?

La muerte de Ramsés III había sido un enigma durante siglos. Aunque fuentes posteriores mencionaban el complot en su contra, los detalles sobre su fallecimiento seguían siendo esquivos. No fue hasta el siglo XXI que una Tomografía Computarizada (TC) realizada en 2012 reveló que el faraón falleció de manera violenta, consecuencia de un profundo tajo en la garganta. Este hallazgo corroboró que, si bien los implicados fueron detenidos, el ataque contra Ramsés III llegó a consumarse.

Templo funerario de Ramsés III en Medinet Habu (al oeste de Luxor), Egipto. Foto: SHUTTERSTOCK

El corte, de unos 7 centímetros de profundidad, alcanzó la tráquea y las arterias principales, ocasionando su muerte casi instantánea. Este descubrimiento no solo resolvió un antiguo misterio, sino que también evidenció la pericia de los embalsamadores egipcios, quienes procuraron ocultar los daños en el cuerpo del faraón para permitirle un paso digno hacia el más allá.

Una trama familiar

En esencia, la conspiración que condujo a la muerte de Ramsés III fue un asunto familiar. Tiy, su segunda esposa, movida por el anhelo de sentar a su hijo Pentauret en el trono, impulsó la conjura. Pentauret, temeroso de ver frustradas sus aspiraciones sucesorias, se sumó a la conspiración para cambiar su destino. No obstante, el plan se descubrió antes de su ejecución total, lo cual derivó en la detención y el enjuiciamiento de los culpables.

El proceso judicial que siguió revistió un carácter inédito para la historia egipcia: fueron castigados miembros de las capas más altas de la administración y la aristocracia, con sentencias que implicaban la muerte o el suicidio forzado. Con estas medidas extremas, el reino buscó demostrar que la justicia se imponía incluso frente a las más osadas tentativas de traición palaciega.

El papel de Tiy y Pentauret en la conspiración

Tiy, en su rol de esposa secundaria del faraón, orquestó el complot, sacando provecho de su acceso privilegiado a las redes de la corte. Pentauret, desplazado de la línea de sucesión oficial, encontró en este complot una oportunidad para reclamar el poder. Sin embargo, la conspiración se vio frustrada y culminó en el arresto de madre e hijo, junto a otros confabulados, quedando sus nombres manchados de por vida por el mayor de los crímenes: el asesinato de un monarca divinizado.

La ambición de Tiy se convirtió en el detonante de la fatalidad, pues al no tener éxito en su plan, sufrió uno de los peores castigos en la cultura egipcia: su nombre fue borrado de los registros oficiales, condenándola al olvido y eliminando la posibilidad de que su memoria perdurara en la posteridad. El castigo sirvió de advertencia a todo aquel que pretendiera subvertir el orden real.

Templo funerario de Ramsés III en Medinet Habu. Foto: SHUTTERSTOCK

El castigo a Tiy: borrada de la historia

Una vez sofocado el complot, la figura de Tiy fue blanco de la damnatio memoriae, la práctica de tachar el nombre y la imagen de un individuo de todos los monumentos y textos. Para la cultura egipcia, cuyo sistema de creencias ponía gran énfasis en la supervivencia del nombre, este castigo equivalía a la aniquilación eterna. El hijo, Pentauret, corrió una suerte igualmente trágica; algunos textos sugieren que fue obligado a suicidarse, mientras que otros apuntan a su ejecución sumaria.

Estos hechos exponen la determinación con la que el estado egipcio castigaba la felonía contra el faraón. Por medio de la aniquilación simbólica (y en muchos casos física) de los culpables, el gobierno aseguraba la perpetuación del sistema de creencias y jerarquías que sostenía la civilización a orillas del Nilo.

La Fiesta del Valle y el intento de asesinato en Medinet Habu

La Fiesta del Valle, un festejo religioso celebrado en Medinet Habu, fue el marco escogido por los conspiradores para perpetrar el magnicidio. Este evento, que reunía a la élite y a multitud de fieles, les ofrecía una ocasión idónea para acercarse al monarca sin suscitar alarmas. Sin embargo, el plan se descubrió a tiempo, propiciando la captura de varios implicados.

La audacia de los conjurados evidencia el clima de tensiones políticas y familiares que cernía sobre la corte. La muerte del faraón en plena festividad habría sido un golpe certero a la estabilidad del reino, pero el auxilio de las fuerzas leales evitó que el ataque cumpliera su meta. Aun así, la herida infligida a Ramsés III resultó mortal, confirmando el nefasto alcance de la conspiración.

Fachada del templo de Abu Simbel - iStock

Una momia peculiar: secretos revelados por la Tomografía Computarizada

La momia de Ramsés III, descubierta en la Tumba DB 320, siempre despertó curiosidad entre los egiptólogos. Pero fue en 2012 cuando una Tomografía Computarizada desveló el destino real del faraón: un amplio corte en su garganta, oculto por vendas y resinas funerarias. Este hallazgo no solo explicó las circunstancias de su muerte, sino que también arrojó luz sobre la destreza de los embalsamadores, quienes procuraron reparar los daños para asegurar la integridad del cuerpo.

En torno a la herida, los expertos hallaron amuletos protectores, símbolo de la devoción religiosa y la esperanza de que el faraón pudiera encarar el juicio en el más allá. La habilidad de estos artesanos enmascaró durante siglos las evidencias físicas de una muerte violenta, demostrando la complejidad de las creencias egipcias sobre la vida después de la muerte y el valor que se concedía a la apariencia corporal en la eternidad.

Reconstruir el rostro de Ramsés III: un proceso de momificación singular

La envergadura de las heridas halladas en la momia exigió a los embalsamadores un esmero especial. Además de sellar el corte en la garganta con resina y vendas, se aplicaron técnicas poco comunes para preservar la fisonomía del faraón, utilizando ungüentos y sustancias que ayudaran a reconstruir las áreas afectadas. El objetivo era que el cuerpo luciera lo más completo posible para el encuentro con los dioses, una aspiración capital en la espiritualidad egipcia.

Este proceso de embalsamamiento se complementó con la colocación de amuletos cerca de las zonas dañadas, procurando reforzar la protección de Ramsés III en su tránsito a la otra vida. La pericia de los embalsamadores dejó así un testimonio tangible de la importancia de la integridad corporal en los ritos funerarios egipcios.

Ramsés II en la batalla de Kadesh - Warren LeMay / Wikimedia

Un final cruento: la muerte confirmada por un corte en la garganta

La comprobación de que Ramsés III pereció a causa de un profundo tajo en la garganta puso fin a siglos de conjeturas. La Tomografía Computarizada mostró con claridad la herida fatal, lo que ratificó los relatos históricos sobre la traición en su corte. El feroz complot que truncó su vida no logró convertir a Pentauret en rey, pero logró su objetivo de aniquilar al monarca, precipitando un desenlace trágico para el más relevante soberano de la Dinastía XX.

Aun así, el asesinato no extinguiría la reputación de Ramsés III. Su memoria continuó viva, y su sucesor, Ramsés IV, ascendió al trono, perpetuando la línea real. La historia de su violenta muerte, desvelada siglos después, ofrece una visión profunda de la dinámica del poder egipcio, donde la grandeza podía venirse abajo víctima de una conjura perpetrada en el círculo más íntimo.

El descubrimiento de la Tumba DB 320 y el sarcófago de Ramsés III

La revelación de la Tumba DB 320, localizada en Deir el Bahari, constituyó un hito en la egiptología. Allí se descubrió la momia de Ramsés III —junto a la de otros ilustres faraones—, conservada en un lugar distinto a su tumba original. Este escondite, llamado la Primera Cachette, protegió a las momias de saqueadores y permitió que llegaran a la modernidad en buen estado.

Respecto al sarcófago de Ramsés III, se sabe que su tapa se extravió, sumándose a los muchos misterios que rodean a este periodo convulso. Lo que sí arrojó luz fue el estudio de su momia, revelando el violento final del faraón y confirmando el relato histórico de la conspiración que empañó sus últimos días. Este caso ilustra cómo los hallazgos arqueológicos pueden corregir o corroborar las crónicas de la antigüedad, reescribiendo la historia y contribuyendo a comprender mejor las intrigas palaciegas que definieron el ocaso del gran Imperio egipcio.

Referencias:

  • Hawass, Z. (2012). Investigations in the Royal Mummies of the New Kingdom. Journal of Egyptian Archaeology
  • Mummy Project. (2012). Computed Tomography Reveals the Cause of Death of Pharaoh Ramses III. Egyptian Studies Publications

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