Cómo Nakano Takeko se convirtió en la última mujer samurái de la historia

Nakano Takeko es una de las protagonistas del libro ‘Malas y cabronas’ de Javier Sanz, editado por Pinolia.
La última mujer samurái

La palabra samurái nos suele traer a la cabeza la imagen de guerreros nobles en el Japón feudal, leales a sus señores, armados con una catana que los hacía rivales temibles y a los que, también hay que decirlo, les envuelve bastante leyenda y mito. Por si alguien lo dudaba: sí, también hubo mujeres guerreras en el Japón feudal. Una de ellas fue Nakano Takeko, la última onna bugeisha, y para comprender su historia es necesario sumergirse en el contexto de la Restauración Meiji en 1868, un periodo de profundos cambios que marcó el fin del shogunato Tokugawa y la transición hacia una era moderna en Japón.

Mujeres guerreras de Japón en el siglo XIX. Wikimedia

De aprendiz a maestra

El término samurái se deriva del antiguo verbo saburau, que significa “servir”, subrayando la relación de dependencia entre estos guerreros y sus señores. Desde el siglo IX hasta el derrocamiento del régimen feudal en 1868, la casta samurái tuvo una posición privilegiada en Japón a través de tres dinastías principales: los Minamoto, los Ashikaga y los Tokugawa. Estos nobles, en principio dedicados a la guerra, se convirtieron también en administradores y gobernantes, ocupando la cúspide de la sociedad japonesa.

En este contexto, nació Nakano Takeko, en 1847 en Edo, actual Tokio. Su familia provenía de Aizu, un bastión de los Tokugawa, y su destino tomó un rumbo inesperado cuando el maestro espadero Akaoka Daisuke solicitó a su padre llevarse a Nakano como pupila. A pesar de su corta edad, Nakano demostró un espíritu inquebrantable y un toque de rebeldía que la llevaron a convertirse en una hábil guerrera y maestra de artes marciales. Su vida tomó un giro decisivo cuando, a los dieciséis años, Nakano rechazó la propuesta de matrimonio concertado que le hizo Daisuke y abandonó a su mentor. Regresó a Aizu, donde continuó su entrenamiento y se dedicó a enseñar a otras mujeres nobles el manejo de la naginata, un arma de asta curva. La naginata se convirtió en el símbolo de las onna bugeisha, mujeres samurái entrenadas para proteger el hogar y la familia en ausencia de los hombres.

Retrato de Nakano Takeko. Hokaiji Temple / Wikimedia

Contra el emperador Meiji

La Restauración Meiji, que culminó en 1868, marcó el declive del mundo de los samuráis y de las onna bugeisha. Aizu y sus habitantes, leales al shogunato Tokugawa, se resistieron a someterse a las fuerzas imperiales. Nakano, recién cumplidos los veintiún años, se convirtió en testigo de un asedio que cambiaría su destino y el de su comunidad.

En octubre de 1868, las tropas imperiales sitiaron el castillo de Aizu. Ante la abrumadora superioridad numérica y tecnológica del enemigo, Nakano ideó un atrevido plan. Con un grupo de aproximadamente veinte o treinta mujeres, entre ellas su propia hermana, Nakano planeó salir del castillo por una salida secreta y sorprender a las unidades de artillería enemigas. La sorpresa y la valentía de estas mujeres samurái tuvieron un impacto significativo, infligiendo daño y obligando al ejército imperial a replantear su estrategia.

Sin embargo, la victoria fue efímera. Un mes después del audaz ataque liderado por Nakano, el castillo de Aizu cayó. Durante la retirada, Nakano fue alcanzada por una bala enemiga. A pesar de lograr regresar al castillo, su hermana cumplió su última voluntad: evitar que su cabeza se convirtiera en un trofeo enemigo. Nakano fue decapitada y enterrada bajo un árbol en el templo Hōkai-ji.

Escultura de Nakano Takeko en Japón. Torstein Barnhardt / Wikimedia

Los últimos samuráis

La historia de Nakano Takeko se convirtió en un símbolo de resistencia y valentía. Años más tarde, durante el Festival de Otoño en Aizu, las jóvenes se visten como onna bugeisha para conmemorar las acciones de Nakano y su banda de mujeres guerreras.

La narrativa nos lleva también a la figura del último samurái occidental, Jules Brunet, un militar francés que se unió a las fuerzas del shogunato Tokugawa durante la Restauración Meiji. Contrario a la versión de Hollywood, Brunet lideró una resistencia épica en la isla de Ezo, proclamando la efímera República de Ezo. A pesar de la derrota final, su historia se mantiene viva en la memoria japonesa como un extranjero que luchó junto a los últimos samuráis.

La historia de Nakano Takeko y Jules Brunet refleja la diversidad de experiencias y roles dentro de un periodo crucial en la historia de Japón. Estos personajes desafían las convenciones de género y nacionalidad, demostrando que en tiempos de guerra, hombres y mujeres de diferentes culturas pueden dejar una huella imborrable en la historia. Sus sacrificios y valentía son recordados como testamentos de resistencia en una época de transformación y cambio en el Japón feudal.

‘Malas y cabronas’ de Javier Sanz

Nakano Takeko es una de las protagonistas a las que Javier Sanz ha dedicado un ensayo para contar la historia de “las mujeres más audaces y peligrosas de la historia”. Editado por PinoliaMalas y cabronas viene a ponerle rostro de mujer a la guerra, “porque, pese a ser tan protagonistas como los hombres y sufrir las consecuencias, el papel de la mujer se ha invisibilizado”. Como en tantos otros apartados históricos, la mujer ha sido la gran olvidada tradicionalmente, sin embargo, con obras como las que nos ofrece Javier Sanz, estamos recuperando poco a poco las facetas, gestas y miserias de la otra mitad de la humanidad. En esta ocasión, se recuperan las historias de mujeres que tuvieron un papel protagonistas de una manera u otra en conflictos bélicos. Desde la Antigüedad a los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, “Malas y cabronas” recupera las biografías de algunas de las mujeres más destacadas (para bien o para mal) de la historia.

Sobre el autor

Javier Sanz es un gran aficionado a la historia y autor del blog «Historias de la Historia» (Mejor Blog Cultural en 2010 por el Diario 20minutos y ganador en 2011 del Premio Bitácoras), cuya página homónima en Facebook cuenta con más de un millón de seguidores. Actualmente, cuenta sus historias en el Diario de Teruel, El Economista, en Gente Despierta (RNE), Escúchate (Aragón Radio), en La Rosa de los Vientos y Más de Uno (Onda Cero). También ha publicado los libros Nunca me aprendí la lista de los reyes godos, De lo humano y lo divino, Fuego a discreción, Los inventos de los antiguos y Ni tontas, ni locas, así como la audioserie de ficción Historias de la Historia.

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