Leopoldo Torres Balbás (Madrid, 23 de mayo de 1888-Madrid, 21 de noviembre de 1960) cursó la carrera de Arquitectura en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid de 1910 a 1916, y a la vez fue alumno de la sección arqueológica del Centro de Estudios Históricos que dirigía Manuel Gómez-Moreno, donde realizaría numerosas visitas a pie por toda Castilla y el norte de España.
Su ingreso en la Fundación Giner de los Ríos el mismo año de su creación, 1915, lo ligará indefectiblemente al pensamiento liberal de la Institución Libre de Enseñanza. Preocupado por la mala conservación de los monumentos, pero sobre todo por la pésima restauración que sigue en España las líneas marcadas por la teoría francesa decimonónica de Viollet-le-Duc, pronto defiende la postura «conservacionista» desde las páginas de la revista Arquitectura, en la que tuvo el cargo de secretario en sus inicios.
La etapa por la que destacó en el mundo de la arquitectura y la restauración sería la de 1923-1936, época en la que desempeñó el cargo de arquitecto-director de la Alhambra. Por Real Orden de 20 de marzo de 1923 es nombrado Leopoldo Torres Balbás arquitecto conservador de la Alhambra, y toma posesión de su cargo el 17 de abril, sustituyendo en esa dirección a Modesto Cendoya Busquets, cesado porque dejó que se arruinaran diversos sectores del palacio, los mismos que él había encontrado cuando sustituyó a Mariano Contreras en 1907; aunque, paradójicamente, su labor arqueológica es impresionante, se le achaca, y con razón, que no siguiera el programa ya establecido para la conservación de la Alhambra en el Plan General de Ricardo Velázquez Bosco de 1917.
Aunque en Granada provocó una cruda polémica, el nombramiento de Leopoldo Torres Balbás respondía, sin lugar a dudas, a méritos propios ya conseguidos, como sus publicaciones anteriores, y a la popularidad que logró desde que expusiera en el VIII Congreso Nacional de Arquitectos, celebrado en Zaragoza en 1919, su postura antirrestauracionista frente a Vicente Lampérez, que seguía, como hemos visto, fielmente la teoría restauracionista decimonónica de Viollet le-Duc. La llegada de la dictadura de Miguel Primo de Rivera, en septiembre de 1923, no modificó su posición de arquitecto-director.
Prioridades conservacionistas de Torres Balbás en la Alhambra
El Plan General de Conservación de Ricardo Velázquez Bosco, de 1917, será la base programática que siga Torres Balbás, interviniendo y consolidando primero los sectores que estaban en peligro de derrumbe por su ruina. Como él mismo afirma en A través de la Alhambra (1924), sus prioridades fueron el Partal, el Patio del Harem y el Patio de Machuca, las zonas más deterioradas, que gracias a ello ahora están en pie. La intervención de Torres Balbás en la medina de la Alhambra fue global, ya que consolidó y restauró todos sus sectores: zona palatina, Alcazaba y medina artesana.
En la zona palatina de la Alhambra trabajó y recuperó el Palacio de Comares (Mexuar y sus patios de acceso, Patio del Cuarto Dorado y fachada del alcázar, patio principal de Comares con sus estancias, Torre de Comares y Baño Real), el Palacio de los Leones (patio con su famosa fuente y salas de los Mocárabes, Abencerrajes, de los Reyes y de Dos Hermanas con el Mirador de Lindaraja, y la torre del Peinador de la Reina), palacios del Partal (Partal Alto, que excavó y recuperó, y Partal Bajo, galería, torre y mirador) y el Palacio de los Infantes, que después fue ocupado por el convento de los franciscanos y ahora es Parador Nacional, que encontró en ruina y recuperó.

En la Alcazaba consolida parte de sus torres más importantes y toda la muralla perimetral y fosos de la medina. La medina artesana la encontró totalmente arruinada y era el lugar por donde entraba el agua por la Acequia Real a la Alhambra desde la almunia del Generalife, aunque desde finales del siglo XIX se denominó Secano por su estado. También recuperó el Palacio de Carlos V, que había quedado inacabado, para convertirlo en Museo de la Alhambra.
La intervención en la almunia del Generalife la comienza don Leopoldo a partir de 1925, porque esta gran finca había sido cedida en 1921 al Estado, que la gestiona con el Patronato del Generalife (1921-1925), y es Torres Balbás quien pide y consigue la cesión del Generalife a la administración general del Patronato de la Alhambra en esa fecha. También recuperó los restos de los palacios que había por encima de la almunia del Generalife y excavó el Palacio de Dar al-Arusa o de la Novia en el Cerro del Sol y los sistemas hidráulicos, que también daban agua al Palacio de los Alijares.
Metodología de trabajo de Leopoldo Torres Balbás
Leopoldo Torres Balbás fue un técnico muy sistemático y, antes de comenzar una obra, recogía todos los datos que podía aportar la arqueología.
Realmente Torres Balbás no fue un teórico de la arqueología, sin embargo, su formación junto a Manuel Gómez-Moreno en el Centro de Estudios Históricos de Madrid le aportó un bagaje de seriedad científica a la hora de la investigación en la Alhambra, y para ello tomará alguno de los elementos auxiliares más importantes en el estudio arqueológico: el plano de detalle y el diario de excavaciones, ideas difundidas por Pitt Rivers y Flinders Petrie entre la segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del siglo XX. En los proyectos, parte de la base de que no se puede realizar ninguna obra sin explorar primero el subsuelo y los muros y recoger los datos en un plano y en el diario de obras. El Diario de Obras y Reparos en la Alhambra y Generalife , de Torres Balbás, es el más completo de los realizados jamás en la medina y en la almunia, y sin duda uno de los que marcarán huella en el trabajo en monumentos españoles aún hoy en día; creemos que sería esencial su estudio para todo arqueólogo o arquitecto que se dedicara al tema del Patrimonio, ya que su detalle es tal que podemos identificar actualmente todas sus obras sin problema.

En 1929, al crearse las Zonas de Monumentos del Tesoro Artístico, es nombrado arquitecto jefe de la VI Zona, que abarca toda Andalucía Oriental (Granada, Málaga, Jaén y Almería) más Murcia, Albacete y Alicante. La labor que desarrolla en este cargo es fabulosa y consigue llevar a buen fin, en Granada, las aspiraciones antiguas de la Comisión de Monumentos y del Centro Artístico de expropiar y recuperar los edificios islámicos y cristianos que estaban arruinados. También, mientras es arquitecto de la Alhambra, gana por oposición la Cátedra de Historia de la Arquitectura y de las Artes Plásticas de la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad Central de Madrid, en 1931, momento en que se ha proclamado ya la Segunda República Española. Y en ese mismo año será uno de los representantes españoles en la Conferencia de Atenas, tan importante para la creación de los nuevos criterios de la conservación de monumentos.
Irrupción de la política en las obras de la Alhambra
En 1934, decide, tras un largo y meditado estudio, desmontar el cupulín de escamas vidriadas del templete oriental del Patio de los Leones, elemento que había colocado allí Juan Pugnaire (1859-1866) durante la etapa de dirección de Rafael Contreras, dentro de la práctica habitual de los llamados «restauradores adornistas», y que daba una falsa imagen orientalista a la estética nazarí donde las cúpulas externas son inexistentes, al igual que las tejas de colores.
Esta obra creará una larga y estéril polémica, en 1935, que dañará profundamente la imagen pública y el espíritu de nuestro arquitecto y le creará una larga serie de enemigos que muy pronto se tomarán cumplida venganza. Así, es cesado de su cargo el 25 de agosto de 1936 por los militares golpistas del Alzamiento Nacional, que habían consolidado el golpe de Estado en Granada el día 21.

Leopoldo Torres Balbás se hallaba el 18 de julio con sus alumnos de la Escuela de Arquitectura en un viaje de estudios por Castilla, teniéndose que quedar durante la Guerra Civil en Soria como profesor de Historia de España en el Instituto de Enseñanza Media; ya nunca volvió a su querida Granada. Desde 1937 a 1941 vivirá un calvario debido a que se le abren dos expedientes en el Tribunal de Responsabilidades Políticas, que supera gracias a la ayuda de sus muchos amigos: en Granada lo apoyan Antonio Gallego Burín, Francisco Prieto-Moreno Pardo, Manuel de Falla y Alfonso García Valdecasas, y en Madrid tiene el apoyo de Manuel Gómez- Moreno Martínez, Emilio García Gómez y Francisco Javier Sánchez Cantón. Este problema político le lleva, durante la dictadura de Franco, a su retirada obligada de la gestión y práctica de la restauración, y su vida la dedica desde entonces don Leopoldo a sus clases en la Escuela de Arquitectura y a escribir uno de los mejores corpus sobre arquitectura, arte y restauración españoles, con cerca de quinientas publicaciones.
Con la ayuda de sus fieles amigos, es nombrado director del Instituto Valencia de Don Juan en 1951 y miembro de la Real Academia de la Historia en 1954.
Reconocimiento al trabajo de Torres Balbás
Viendo todos los proyectos desarrollados y sus intervenciones en todos los sectores, que recoge en su Diario de Obras, podemos afirmar que la etapa de Leopoldo Torres Balbás ha sido la más importante, serena, metódica y de mayor actividad en la conservación y consolidación de la Alhambra y el Generalife. Sin ningún género de dudas, la Alhambra actual debe su esencia al legado de Leopoldo Torres Balbás.
Desde los últimos decenios del siglo XX, los estudios sobre la obra de Leopoldo Torres Balbás hicieron que de nuevo se pusiera el foco en su figura, y ya en 1988 el Patronato de la Alhambra y el Generalife y el Colegio de Arquitectos de Granada organizaron una magna exposición de homenaje a Leopoldo Torres Balbás en el centenario de su nacimiento (1888-1988), completada con un ciclo de conferencias publicadas en el nº 25 de Cuadernos de la Alhambra.
En el año 2000, Leopoldo Torres Balbás fue elegido Granadino del siglo XX por los lectores del diario Ideal de Granada, premio que tuve el honor de recoger yo en nombre de su hijo Rafael Torres Márquez. Ese mismo año, el Seminario Torres Balbás, de la Escuela Superior de Arquitectura de Granada, y la Facoltà di Architettura de la Universitá degli Studi di Firenzi organizaron el seminario Dos estudiosos, una cultura de la restauración arquitectónica: Piero Sanpaolesi y Leopoldo Torres Balbás.

En 2005, la Academia del Partal y el Patronato de la Alhambra y el Generalife hicieron un magnífico homenaje a la figura de Leopoldo Torres Balbás, con trabajos publicados en el nº 4 de Papeles del Partal, homenaje en el que fuimos acompañados por su familia: su hijo Rafael, su nuera Ula y sus nietos Rafael y Miriam.
En 2013, el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico y el Patronato de la Alhambra y el Generalife realizaron una magnífica publicación homenaje llamada Leopoldo Torres Balbás y la restauración científica. Ensayos.
En 2017, el Archivo General de la Región de Murcia realizó una exposición sobre El Legajo 57. Fondo documental Leopoldo Torres Balbás y una publicación.
Con ello, creemos que la ciudad de Granada y toda España se han reconciliado definitivamente con su arquitecto de la Alhambra y, por suerte, siguen apareciendo documentos de su magna obra en distintas ciudades españolas.
* Este artículo fue originalmente publicado en la edición impresa de Muy Interesante o Muy Historia.