Monet en Vétheuil, entre la luz de su pintura y la oscuridad personal

La época en la que el pintor francés residió en Vétheuil estuvo marcada por el contraste entre su ingente labor artística, llena de luminosidad y color, y las desdichas de su entorno cercano (su mujer y musa Camille falleció en 1879 y su gran comprador -Ernest Hoschedé- entró en bancarrota)
Puesta de sol sobre el Sena, Monet

En septiembre de 1878 Monet, cansado de la urbanización e industrialización de Argenteuil, decidió trasladarse a Vétheuil, donde realizó más de 350 lienzos y estuvo hasta abril de 1883. Era una pequeña aldea que descubrió casualmente mientras buscaba paisajes para pintar. Al no llegar allí el ferrocarril, el alquiler era más económico. Se encuentra a setenta kilómetros al noroeste de París, en la región de Île-de-France, en la margen derecha del río Sena. En este período lo más sorprendente será la magnitud de su producción en ese breve espacio de tiempo, así como las circunstancias trágicas y precarias de su vida. Mientras que sus pinturas irradiaban calma y felicidad, embargado por una atmósfera casi idílica; a nivel personal coincidió con un momento delicado, la grave enfermedad de su mujer Camille, que fallecería el 5 de septiembre de 1879. Ernest Hoschedé, su amigo y el coleccionista de arte que le había comprado varios cuadros, cayó en bancarrota y se vio obligado a vender su colección en 1878.

Puesta de sol sobre el Sena en Lavacourt, efecto de invierno (1880), Monet. Foto: Getty.

Todos juntos

Ante esta situación, Monet, recién trasladado a Vétheuil, invitó a su nueva residencia a su protector, a su mujer Alice y a los seis hijos del matrimonio. Llegaron a convivir así en la casa doce personas más algunos sirvientes, sustentados todos por la precaria economía de Monet. Una obra de 1881 refleja esta estrecha relación familiar, El jardín del artista en Vétheuil, en la que representa a su hijo Jean y otros dos hijos de los Hoschedé. El escenario es su frondoso jardín; el instante, un alegre atardecer, donde se interesa por los efectos lumínicos tomados del natural. El dibujo pierde protagonismo respecto al color, lo que va provocando la paulatina desaparición de la forma. Su pincelada es rápida y corta.

El jardín del artista en Vétheuil (1881), Monet. Foto: Album.

Mientras Monet pintaba y vendía algunas de sus obras, a veces por tan solo cincuenta francos, Alice cuidaba de su mujer moribunda. Y si su obra trasmite una sensación de calma y de intensa luminosidad, su correspondencia expresa desesperación y a menudo súplicas de ayuda financiera. Por otro lado, Monet pintaba sin cesar: en cada una de las estaciones y en condiciones atmosféricas diversas, como también hacían el resto de compañeros (Sisley, por ejemplo). Desde su barca-estudio, que amarraba al borde del jardín, Monet trabajaba incansablemente en las islas, la orilla del río y el Sena, atento a los cambios en el paisaje. Desde que llegó a Vétheuil las vistas hacia Lavacourt, un pueblo cercano, le cautivaron y las pintó varias veces con ciertas variaciones.

Le gustaba captar el cielo brillante, repleto de cúmulos de algodón, con el paisaje suavemente agitado por la brisa. Solo tenía que salir de casa y dirigirse hacia el jardín, que llegaba hasta la misma orilla del río, colocar el caballete cerca de su barca y mirar hacia el oeste, a través del Sena, para encontrarse con ello.

En estos paisajes encontró el deleite de pintar, una verdadera satisfacción; había logrado olvidar por completo las escenas de la vida moderna, del ocio, del trabajo fabril, y centrarse en capturar los aspectos fugitivos y cambiantes de la naturaleza. Afortunadamente estas vistas de Lavacourt desde su jardín se pudieron vender fácilmente, y fue un alivio económico (en agosto de 1879 Monet dirigió una carta a Georges de Bellio, suplicándole que seleccionara algunas obras de su estudio de París: necesitaba vender).

Malos tiempos

La notable productividad de Monet no ocultaba su controvertida situación familiar. Tras el fallecimiento de Camille, a los 32 años de edad, empezaron los rumores de su relación con Alice, la mujer de Ernest, ya que siguió en Vétheuil en lugar de trasladarse a París, donde su marido tuvo que regresar para trabajar. En ese momento Monet ya adeudaba seis meses de alquiler, los sirvientes tuvieron que dejarle y, además, en ese año de 1879 llegó uno de los inviernos más duros que se conocen. Los meses de diciembre de 1879 y enero de 1880 fueron tremendamente fríos en París y sus alrededores, prácticamente paralizados por las nevadas y las fuertes heladas, con unas temperaturas extremas nada habituales.

El Sena se congeló con una capa de casi cincuenta centímetros y con el deshielo Monet instaló su caballete en plein-air para capturar las dramáticas condiciones climatológicas, pues los grandes bloques de hielo, arrastrados por la corriente, llegaron a destruir dos puentes. Estas condiciones extremas le fascinaron; pintaba diariamente la evolución del paisaje, el aumento de las temperaturas que quebraba el hielo y provocaba alteraciones efímeras y cambiantes del agua. 

En su obra El deshielo en Vétheuil (1880) capta el momento en el que se deshiela el Sena tras el invierno, reflejando el movimiento fugaz y la tonalidad del agua mientras el hielo se quiebra en numerosos fragmentos que la corriente arrastra. La composición horizontal ayuda a captar mejor la inmensidad del paisaje, en continuo cambio y agitación, solo interrumpida por la verticalidad de los árboles. Monet utiliza pinceladas sueltas y rápidas para atrapar al tiempo, exagerando la austeridad del paisaje, para transmitir un sentimiento de soledad y abandono. Llegó a pintar una serie de dieciocho obras con este mismo tema, absorto con la belleza helada del paisaje invernal y registrándola en diversos momentos del día. La debacle cerca de Vétheuil (1880) es otra serie ejemplo de esto. Monet tuvo que idear un sistema para mantener el calor corporal y de las manos: guardando pequeñas botellas calientes en los bolsillos, pudo realizar los dieciséis lienzos de La debacle, y otros con los efectos posteriores a medida que el nivel del agua bajaba.

El deshielo en Vétheuil (1880), Monet. El pintor estaba muy interesado en el estudio del color de la nieve. Foto: Museo Thyssen-Bornemisza.

Buscando su esencia

Pintado también en pleno invierno, y desde su jardín, está su Sol de invierno en Lavacourt (1879-1880), donde una luz rosa se refleja e invade el pacífico paisaje, con una composición simple, estructurada con una línea del horizonte alta. El pueblo separa el cielo y el agua. Las pinceladas de la parte inferior son uniformes, largas y paralelas, y hay partes del lienzo sin pintar; la armonía del colorido del paisaje procede del contraste de los colores complementarios.

Con la llegada de la primavera, comenzó una serie de pequeñas expediciones hasta el cercano pueblo de La Roche-Guyon. La única manera de trasladarse era a pie o en bote, y ambas requerían un esfuerzo físico importante, pues debía llevar todo su instrumental, además de comida y agua. Esto puede verse en su lienzo Camino de La Roche-Guyon (1880).

Durante estos años, Monet, como pintor de paisajes al aire libre, no hacía más que buscar la esencia de su pintura intentando seguir sus propias sensaciones, alcanzar sus objetivos instintivos en la representación de la naturaleza, para que estuviera organizada de manera que fuera al mismo tiempo descriptiva y expresiva.

Cambio en su pintura

Monet participó en la cuarta exposición de los impresionistas, en 1879, con 29 obras que había pintado entre 1867 y 1878, a modo de retrospectiva. Degas, Pissarro y Caillebotte también participaron.

La muerte de su mujer Camille en septiembre de 1879 supuso, por un lado, el alejamiento definitivo de los impresionistas, ya iniciado con su marcha a Vétheuil; y por otro, una variación en su estética, con colores algo más irreales y paisajes sin seres humanos. Una ruptura que se formalizó cuando al año siguiente, en 1880, presentó dos obras al Salón de París, al que ya hacía años que no concurría. Era una forma de intentar reivindicarse a la desesperada, de llegar al público, al mercado.

Aunque solo fue admitida una, El Sena en Lavacourt (1880), fue expuesta a seis metros del suelo, casi tocando el techo: pasaba prácticamente desapercibida. Solo Émile Zola reparó en ella y dijo que era “una nota exquisita de luz y aire libre”. Monet nunca más se volvería a ofrecer al Salón.

Exposición del Salón del Louvre (1787), de Pietro Antonio Martini. Las pinturas abigarraban las paredes. Foto: Album.

A pesar de este aparente fracaso, el periódico La Vie Moderne, editado por Georges Charpentier, y donde trabajaba como ilustrador Renoir, le ofreció organizarle una exposición dedicada solo a él. Con el título Le peintre Claude Monet, notice sur son oeuvre, Monet pudo exponer 18 obras. La muestra se inauguró el 7 de junio de 1880, y su éxito le permitió saldar algunas cuentas.

A partir de este momento Monet empezó a liberarse de sus preocupaciones financieras gracias a Durand-Ruel, quien promovía y exhibía su obra y la de otros impresionistas, organizando numerosas exposiciones.

Entre los variados lugares para pintar que le proporcionó el entorno de Vétheuil, tanto paisajes como edificios colindantes, destaca como uno de los más recurrentes la iglesia de Notre-Dame, un elegante edificio del siglo XIII, de estilo románico. Entre los diversos puntos de vista desde donde pintó el templo, cabe mencionar el que captó desde el oeste, dominando el pueblo (La iglesia de Vétheuil, 1878). Su interés no era su aspecto pintoresco o su arquitectura, sino los efectos ópticos de la luz, del clima sobre la piedra según la hora del día (tonalidades violetas para las sombras, con una pincelada rápida y matérica, colores complementarios que crean efectos atmosféricos y lumínicos tomados directamente del ‘motivo’). De nuevo, los contornos se diluyen, dejando la impresión de una obra abocetada. Ese estudio obsesivo de la luz, persistente en su carrera, anticipa la que sería años más tarde su famosa serie de la Catedral de Rouen, a inicios de la década de 1890.

A partir de ese momento, la iglesia aparece en más de una docena de lienzos, bien vista a distancia, parcialmente protegida por el follaje o en armonía con el paisaje circundante. Es el caso de La iglesia de Vétheuil en invierno (1879); el espléndido Campo de amapolas cerca de Vétheuil (1879); La iglesia de Vétheuil (1881), o Vista de Vétheuil (1880), entre otras muchas, donde la torre emerge en el centro de la composición, entre un frondoso bosque, como un vigía que protege a los suyos, con un colorido apastelado y una técnica viva de pinceladas cortas, firmes y seguras. En su lienzo Verano en Vétheuil (1880), logra captar directamente los efectos más transitorios de la luz, de momentos o instantáneas muy concretas, siempre en constante cambio, y cuya ejecución tenía que ser rápida y de ágil pincelada, virtuosa.

La iglesia de Vétheuil en invierno (1879), Monet. Foto: Album.

En este paisaje se observa el empleo del color verde viridiana, un nuevo pigmento disponible desde 1862, que, a diferencia del tradicional verde esmeralda, no era tóxico y no producía reacciones químicas al contacto con otros pigmentos. Esto pone de manifiesto la gran importancia que Monet le daba al color. Así, colores como el malva (desde 1856) y el rojo de “alzarina” (desde 1868), que se caracterizaban por durar más, inundaron el mercado y ocuparan un lugar relevante en la paleta de los impresionistas. Valga recordar que a partir de 1841 se empezaron a ofrecer por primera vez las pinturas en tubos de metal que podían volver a cerrarse, no siendo ya necesaria la manipulación de pigmentos pulverulentos que podían dispersarse con cualquier golpe de viento, ni mezclar las pinturas, aunque eso no quiere decir que los impresionistas dejaran de utilizarlos.

Rouen, punto de inflexión

Unas breves vacaciones que pasó en casa de su hermano Léon Pascal, en Rouen, le permitieron conocer su casa de campo en Les Petites Dalles, en la costa de Normandía. Llegó por primera vez en septiembre de 1880, y permaneció unos quince días. Resultó un punto de inflexión en su obra. La espectacular y agreste costa, sus acantilados, su clima, serían una fuente de inspiración durante cuatro años. Esta experiencia se traslada a sus lienzos a través de una mayor libertad, un mayor abandono en su proceso creativo. En ese momento realizó cuatro obras, como Acantilados de Les Petites Dalles (1880): lo que le interesa son los efectos lumínicos que se deslizan en el momento entre el embravecido mar y los acantilados, entre la playa y el embarcadero, por eso restriega nerviosamente el color con sus pinceles, que van al ritmo del oleaje (la atmósfera embarga la escena al completo). Ese gradual camino hacia la pérdida de formas y volúmenes será de una enorme modernidad.

Acantilados de Les Petites- Dalles (1880), Monet. Foto: Getty.

El contrato de la casa de Vétheuil finalizó en octubre de 1881, pero continuaron en otra residencia de la misma localidad durante unos meses. Aunque la situación financiera había mejorado algo, en diciembre de 1881 no pudo abonar el alquiler y tuvo que mudarse con sus dos hijos, Alice y los seis hijos de esta a Poissy.

Poissy, Dieppe, Pourville y Étretat (1881-1883)

Aunque Monet trasladó su residencia a Poissy, la relación personal entre las dos familias era conocida por todos y escandalizaba. No se veía bien la convivencia entre un viudo y una esposa distanciada de su marido. Una situación que no se formalizó hasta el fallecimiento de Ernest, el marido de Alice, el 18 de marzo de 1891, y el posterior matrimonio entre Claude Monet y ella en 1892. Y así como a Camille no le importaba, bien al contrario, posar para su marido, es posible que Alice, dada su controvertida situación personal con Monet, pues ni era su esposa ni su amante reconocida, prefiriera no aparecer en sus lienzos.

Por otro lado, insatisfecho con las vistas que le brindaba Poissy, Monet realizó un viaje, en febrero de 1882, a Dieppe, un pueblo en la costa del agrado de numerosos artistas de fines del siglo XIX. Solo permaneció dos meses, lo que no le privó de pintar treinta y seis lienzos, de los que veintitrés fueron adquiridos por Paul Durand-Ruel por un total de 8.800 francos franceses. Mientras el marchante los compraba por 400 francos cada uno, en marzo ya los estaba vendiendo por unos 2.000 o 2.500. Por lo tanto, la cotización de Monet estaba al alza.

Paul Durand-Ruel, por Renoir. Foto: ASC.

No estando tampoco conforme con los entornos que encontraba en Dieppe, descubrió por casualidad Pourville, donde se hospedó en abril en un hotel-restaurante junto al mar. En este momento la forma de proceder de Monet era esbozar varios lienzos a la vez y, según las condiciones atmosféricas, trabajar uno u otro, llegando a ocuparle cada obra entre unas diez o doce sesiones, como mínimo, al necesitar tanto días soleados como grises y nublados. Es decir, que pintaba al mismo tiempo diversas vistas de un mismo lugar, o cercanos, a la vez, y luego los terminaba en el taller, observándolos todos juntos antes de entregar las series al marchante. En Pourville, un pueblo de pescadores, encontró una gran variedad de temas: acantilados, actividades de pesca, la iglesia, el mar. Es aquí donde empezó a elaborar series de paisajes que con el tiempo le hicieron famoso, estudios repetitivos de un mismo tema en diferentes momentos del día. Entre las más conocidas se incluyen las dedicadas a la Catedral de Rouen, las Casas del Parlamento, el Puente de Charing Cross, Nenúfares, Pajares o Álamos.

La Marea baja en Varengeville (1882) es un ejemplo del trabajo de esta época. En esta obra las habituales pinceladas de toques cortos dejan paso a unas más largas y estrechas, de forma que infunde un mayor dinamismo a las rocas y una inusual fuerza y volumen, técnica que de nuevo empleará en su Iglesia en Varengeville, efecto de mañana, de 1882. La sensualidad del acantilado se equilibra con la parte inferior del lienzo, con la transparencia, los reflejos, la serenidad y la horizontalidad de la composición.

Redes de pesca en Pourville (1882), Monet. Foto: Getty.

De esta primera visita es también Redes de pesca en Pourville (1882): las redes de pesca se alzan sobre las olas del mar, a modo de velo, sostenido por unas delgadas estacas que las sostienen. En cierta manera, recuerda a los grabados japoneses de madera que se sabe coleccionó, de maestros como Utamaro, Hiroshige y Kuniyoshi. Monet había estudiado la forma irregular de las redes, frágiles ante la inmensidad del océano, cuya transparencia es absorbida por el paisaje. Las redes resplandecen con el color púrpura del atardecer del cielo, mientras que el mar azul verdoso se eriza con las olas de crestas blancas que golpean en las rocas azul grisáceas. Como en otras obras, las pinceladas son cortas y curvas, evocando el movimiento de las olas del mar. El aspecto espontáneo de esta escena costera es una auténtica oda a la luz y al color del instante.

Alejamiento

En 1874 se había inaugurado la primera exposición de los impresionistas. Monet expuso en esta y también en la segunda (1876), tercera (1877), cuarta (1879) y en la Exposition des Artistes Indépendants, inaugurada el 1 de marzo de 1882, donde se presentó con treinta y cinco obras. No participó ni en la quinta (1880) ni en la sexta (1881) ni lo haría en la octava (1886). En las dos últimas, si lo hizo fue gracias a la insistencia y persuasión de su amigo y benefactor, el pintor Gustave Caillebotte, quien se encargó de reparar, enmarcar y transportar las obras de Monet, incluso de que todas fueran correctamente colgadas, así como de la edición del catálogo de la muestra.

Autorretrato de Caillebotte, quien compraba cuadros a Monet. Foto: Getty.

Durante el verano e invierno del mismo año 1882 Monet regresó a la costa, primero a Dieppe y después a Pourville y Varengeville. En una entrevista que Émile Toboureux le hizo el 12 de junio de 1882 para la revista La Vie Moderne, el escritor le pidió que le mostrara su estudio, a lo que Monet replicó: “¿Mi estudio? Pero si nunca tuve uno”; extendió el brazo hacia el horizonte, en ese momento salpicado por el sol poniente, con las colinas bañadas de sombras frías, y hacia el propio Vétheuil, casi adormecido, sembrado de lilas blancas y rosas, y añadió: “Este es mi estudio”. Toda una declaración de principios.

La siguiente gran exposición de Monet fue una individual. A inicios de 1883, el 23 de febrero, se abrían sus puertas, situadas en el número 9 del bulevar de la Madeleine, en las nuevas instalaciones de Durand-Ruel. Fueron un total de 56 obras, que ofrecían una retrospectiva desde sus inicios en 1864 hasta la última en 1882. Muchas de ellas eran las pintadas en la costa normanda. Aunque las críticas fueron positivas, las ventas, aceptables, no alcanzaron lo previsto. Monet ya nunca miraría atrás.

Hacia un mundo propio

En febrero de 1883 realizó un breve viaje a Étretat, donde pintó unos 20 lienzos de la costa, de sus acantilados y de la formación cretácica del Manneporte conocida como el Arco Natural Porte d’Aval, cuya estructura en forma de portal perforado por el mar era un potente atractivo por sus efectos de luz, color y atmósfera. De las obras que ejecutó destaca Mar agitado en Étretat (1883), una vista desde la ventana de un hotel, una escena invernal, con mal tiempo, con dos pescadores en primer plano junto a una barca y tres calogues (viejas embarcaciones en desuso cubiertas con un techo de paja). Las olas nacaradas, erizadas y vibrantes golpean con fuerza, agitadas por el viento, el acantilado, cuyos estratos se enfatizan con pinceladas horizontales. En el horizonte, una cortina de lluvia violácea raya el cielo. La obra fue adquirida por el mismo Durand-Ruel, junto con otros lienzos realizados en Pourville que ayudaron al pintor a mudarse a Giverny. Monet realizó más obras con el mismo motivo, que se conservan en colecciones privadas o en diferentes museos.

La Manneporte (Étretat, 1883), Monet. Foto: ASC.

Este período de la vida de Monet, desde su llegada a Vétheuil hasta su traslado a Giverny, el 29 de abril de 1883, estuvo repleto de penurias e intensas tragedias personales, pero también fue fructífero en obras y avances considerables en sus investigaciones sobre la luz y el color. Estos años se han pasado generalmente por alto en las numerosas biografías del artista, centradas sobre todo en el significativo trabajo realizado posteriormente en Giverny. A pesar de ello, fue una etapa que le permitió medirse con los logros alcanzados por sus predecesores, hacer balance de su trayectoria, mirar al futuro y avanzar en su propio camino.

Dieciséis años después de que Monet hubiera llegado a Vétheuil, y quién sabe si gracias a su estancia allí, era reconocido como un pintor impresionista y acariciaba el éxito. Como diría Renoir años más tarde: “Sin Monet, que nos dio a todos el coraje, nos habríamos rendido”.

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