A simple vista, se diría que el Hopewell Mound Group no es más que una llanura agrícola apenas interrumpida por algunos montículos bajos. Sin embargo, las nuevas prospecciones geomagnéticas han revelado que, bajo ese paisaje aparentemente vacío en el valle del Scioto (Ohio) se esconden auténticas “ciudades” construidas con madera y tierra. Se tratade estructuras invisibles a nivel de superficie, pero perfectamente conservadas en el subsuelo. Esta relectura del sitio está transformando nuestra comprensión de la cultura Hopewell y de las grandes obras de ingeniería que erigieron hace dos mil años.
Un laboratorio geofísico a escala paisajística
Entre 2012 y 2015 el Servicio de Parques Nacionales, en alianza con instituciones de Estados Unidos y Europa, implantó en Hopewell uno de los mayores experimentos de prospección arqueomagnética de Norteamérica. Un sistema de 16 magnetómetros montado en un vehículo recorrió más de 60 hectáreas y logró registrar hasta 100 lecturas por m². Gracias a ello, fue posible trazar un “mapa de sombras” que no solo detectó todos los recintos dibujados en 1848 por Squier y Davis en la obra clave Ancient Monuments of the Mississippi Valley, sino que también detectó cientos de anomalías en los espacios intermedios: huellas de postes, fosos, edificios y fosas de combustión.

Del vacío aparente a un tejido urbano construido con madera
Las imágenes magnéticas confirman que los espacios entre los montículos estaban cubiertos de estructuras de arquitectura efímera —círculos de postes, edificios techados y hornos— que la erosión y el trabajo agrícola con los arado borraron de la superficie. Los arqueólogos han interpretado estas estructuras no como aldeas permanentes, sino como piezas de un “paisaje ritual”.
Este paisaje se habría activado de forma periódica en el contexto de ceremonias, banquetes y procesiones. Así, los grandes recintos de tierra pudieron funcionar a modo de “plazas mayores”, mientras que los edificios habrían servido como alojamientos temporales, talleres especializados y espacios de culto.

El Gran Círculo: un ‘Stonehenge’ de madera de cien pilares
El hallazgo más espectacular del proyecto ha recibido el nombre de Gran Círculo. Se trata de una construcción de 114 m de diámetro, flanqueado por un foso exterior y compuesto internamente un centenar de postes de gran calibre. Cuatro terraplenes interrumpen la circularidad del anillo. Se ha podido observar que el terraplén del noroeste se alinea con el ocaso del solsticio de verano, un detalle que sugiere el uso del Gran Círculo en ceremonias ligadas al calendario solar.
Las excavaciones realizadas entre 2014 y 2016, además, confirmaron la presencia de los postes revelados por los magnetómetros. También se verificó la presencia de un foso profundo y de cuatro hornos de casi 3 m de diámetro en el centro del círculo, que habrían sido capaces de abastecer a grandes multitudes.
Los investigadores interpretan el conjunto como un “Stonehenge” de madera monumental, una suerte de santuario del Centro del Mundo, destinado a congregar a comunidades dispersas para celebrar fiestas de renovación social y cosmológica. Tras varias fases de uso, el círculo se desmontó y se cubrió con tierra. Su trazado se preservó intacto bajo la superficie de tierra arada.

Pozos de extracción en la Puerta Norte
A escasos metros de la puerta septentrional del Cuadrado Interior, la prospección detectó cuatro anomalías muy intensas. El sondeo de la denomiada Anomalía 141 reveló un pozo de 5 m de lado y más de 1 m de profundidad, que se había excavado para extraer unos 15 m³ de arena fina. Tras la explotación, el hueco se rellenó casi de inmediato con tierra. Sobre la colmatación, tan solo quedaron algunos restos l de cerámica y láminas de sílex, todos de época Hopewell.
Estas canteras de material de préstamo demuestran que los ingenieros Hopewell seleccionaban de manera intecional sedimentos específicos —arenas claras, gravas y arcillas— para los pisos y los recubrimientos de los montículo. Su distribución revela, además. una planificación integral del complejo. Así, los pozos suelen situarse fuera de los recintos y cerca de las rampas de acceso, lo que respondería a la intención de optimizar el transporte de materiales.
Tecnología y escala monumentales
La nueva cartografía magnética confirma que el recinto principal, la Gran Empalizada, abarca casi 50 ha. Está delineado por un muro-foso de casi 4 km de longitud; junto a él, un cuadrado perfecto de 7 ha se orienta al amanecer del solsticio de invierno. Estos datos subrayan la dualidad del proyecto arquitectónico Hopewell: por un lado, la existencia de espacios abiertos imponentes; por otro, las estructuras de madera, hoy invisibles, que cubrían el aparente vacío y dotaban de funcionalidad a las ceremonias.

Hornos colectivos y banquetes de poder
El análisis microestratigráfico de los hornos centrales del Gran Círculo mostró la presencia de varias capas de rocas que habían estallado por el calor, así como suelos enrojecidos y restos de carbón. Se trata, pues, de indicios de cocción lenta de grandes volúmenes de carne y plantas cultivadas como la cebada.
El tamaño y la profundidad de estas estructuras sugieren un nivel de producción pensado para alimentar a cientos de comensales. Tal despliegue culinario habría servido para sellar alianzas, redistribuir excedentes y legitimar el poder religioso de las élites Hopewell.

De los montículos a las “ciudades” subterráneas
En conjunto, los resultados devuelven a la cultura Hopewell su carácter de sociedad compleja, capaz de articular centros ceremoniales polivalentes sin necesidad de establecer en el territorio núcleos urbanos permanentes. Estas “ciudades”, por tanto, no fueron urbes de piedra, sino redes soterradas de postes, fosos y hornos que se activaban ritualmente, y cuyo plano solo aflora en los mapas magnetométricos. La aparente ausencia de evidencias que presenten el lugar como un espacio para la vida cotidiana responde, por tanto, a un modelo funcional diferente: la comunidades rurales habrían confluían estacionalmente para reproducir, sobre el terreno, un cosmos de cuatro direcciones y un centro sagrado.
La arqueología geomagnética ha desvelado que bajo los montículos visibles late un entramado urbano-ritual de una complejidad inesperada. El Gran Círculo y los pozos de arena de la Puerta Norte, documentan una ingeniería social y material capaz de transformar el paisaje para crear escenarios efímeros de poder y memoria. En la actualidad, estos hallazgos invitan a repensar la definición misma de “ciudad” y a reconocer que, en muchas culturas indígenas, lo monumental no siempre está sobre la tierra: yace, silencioso, bajo nuestros pies.
Referencias
- Ruby, Bret J. 2019. "Revealing ritual landscapes at the Hopewell Mound group", en B. G. Redmond, Bret J. Ruby y J. Burks (eds.), Encountering Hopewell in the Twenty-First Century, Ohio and Beyond, Vol. 1, pp. 79-116. University of Akron Press.