El hallazgo de arte rupestre gigante de 12.000 años reescribe la historia del desierto y sus primeros habitantes

Nuevas excavaciones en Arabia Saudí revelan que comunidades humanas ocuparon el desierto del Nefud hace más de 12.000 años, dejando arte rupestre monumental como guía visual y símbolo cultural.
Fuente: Nature communications

A más de treinta metros del suelo, en un acantilado del desierto de Arabia Saudí, aparecen grabadas figuras de animales de tamaño real que han sobrevivido al paso de milenios. Son camellos, caballos salvajes, íbices y hasta un uro, todos representados con un nivel de detalle sorprendente. Estos relieves no fueron esculpidos por civilizaciones agrícolas ni por culturas organizadas en ciudades, sino por comunidades de cazadores-recolectores hace más de 12.000 años, en una época en la que se creía que el interior de Arabia estaba prácticamente deshabitado.

El hallazgo, publicado en Nature Communications por un equipo internacional de arqueólogos, no solo revela una forma de arte monumental desconocida en esta región, sino que cuestiona ideas profundamente arraigadas sobre la presencia humana en la península arábiga tras la última glaciación. Las investigaciones en tres yacimientos del sur del desierto de Nefud muestran que estas poblaciones no solo sobrevivieron en un entorno extremadamente árido, sino que desarrollaron una cultura visual compleja y funcional, conectada además con tradiciones del Levante mediterráneo.

Un paisaje árido que escondía agua y vida

El desierto de Nefud, al norte de Arabia Saudí, se consideraba hasta hace poco un lugar inóspito durante el periodo de transición entre el Pleistoceno y el Holoceno. Sin embargo, los investigadores excavaron en antiguas depresiones conocidas como playas, zonas donde se acumulaba agua de forma estacional. Allí encontraron sedimentos ricos en arcillas, cuarzo y calcita, signos claros de antiguos cuerpos de agua.

Gracias a técnicas de datación por luminiscencia, se demostró que estas cuencas comenzaron a recibir agua entre 17.000 y 13.000 años atrás, mucho antes de lo que se pensaba. El artículo indica que este proceso de humedecimiento "representa la evidencia más temprana en el norte de Arabia de un aumento en la humedad tras la aridez extrema del Último Máximo Glacial".

La aparición de estos oasis temporales fue clave. Permitió que comunidades humanas se asentaran, aunque de manera probablemente intermitente, y empezaran a dejar huella de su presencia en forma de herramientas, estructuras de hogar y, sobre todo, un arte rupestre sin precedentes en la región. El clima, aunque todavía seco, ofrecía oportunidades para vivir en el desierto que antes no existían.

Fuente: Nature communications

Un arte inmenso, en altura y significado

Lo más llamativo de este estudio es el hallazgo de 62 paneles de arte rupestre distribuidos en tres zonas: Jebel Arnaan, Jebel Misma y Jebel Mleiha. Entre ellos se documentaron 176 grabados, de los cuales 130 representan animales de tamaño natural. Destacan los camellos machos en celo, identificables por el cuello hinchado, un detalle anatómico que todavía se observa en camellos actuales durante la estación de apareamiento.

Algunos paneles fueron grabados en paredes de acantilados a más de 30 metros de altura, en lugares difíciles de alcanzar incluso hoy. “El panel más grande registrado... fue grabado mientras se estaba de pie sobre una repisa inclinada de solo 30–50 cm de ancho”, señala el estudio . Para los autores, esto indica que los artistas prehistóricos se arriesgaron físicamente para dejar su marca en puntos visibles desde largas distancias.

Estas figuras no estaban hechas al azar ni eran simples decoraciones. Estaban ubicadas estratégicamente sobre rutas naturales hacia fuentes de agua, actuando como señales visuales en un entorno cambiante y exigente. El tamaño, la visibilidad y la permanencia de los grabados los convierten, según los autores, en manifestaciones de monumentalidad, un concepto que implica esfuerzo, grandeza y memoria colectiva .

Excavaciones bajo los camellos

Para confirmar la antigüedad del arte, el equipo excavó justo debajo de algunos de los paneles. En uno de los puntos (ARN3), descubrieron una herramienta de piedra usada para grabar la roca, enterrada bajo una capa de sedimento que contenía además hogares antiguos y herramientas de caza. La datación por luminiscencia situó esta capa entre 12.800 años y 12.200 años atrás.

Además de la herramienta de grabado, se encontraron más de 1.200 objetos líticos, incluyendo puntas de flecha y cuchillas de sílex, obsidiana y cuarzo. También aparecieron cuentas de piedra verde, conchas marinas utilizadas como adornos y pigmentos minerales. Esta combinación sugiere que las comunidades no solo vivían allí, sino que producían bienes simbólicos y ornamentales, quizás con fines rituales o de identificación grupal.

Entre las piezas más distintivas destacan las puntas El Khiam y Helwan, asociadas al Neolítico precerámico del Levante. Según los autores, "estas herramientas indican que la principal ocupación fue contemporánea con el Neolítico precerámico A" . Es decir, estos habitantes del desierto mantenían vínculos culturales con regiones situadas a cientos de kilómetros.

Fuente: Nature communications

Una tradición artística larga y compartida

Los grabados no pertenecen todos a un solo periodo. El análisis de superposiciones muestra al menos cuatro fases de producción artística. Las primeras incluyen figuras humanas estilizadas, seguidas por representaciones naturalistas de animales, y más tarde por dibujos más esquemáticos y repetitivos. Esto indica una evolución estética a lo largo del tiempo, en la que varias generaciones reutilizaron los mismos espacios para expresar ideas nuevas.

La presencia de capas de barniz de roca sobre los grabados también ayuda a estimar su antigüedad. Según estudios previos, este barniz tarda más de 8.000 años en regenerarse completamente, lo que confirma que muchas de las figuras más antiguas tienen una larga historia . En el caso del panel más monumental, solo puede verse durante 1,5 horas al día en condiciones de luz muy específicas, lo que refuerza su carácter simbólico y probablemente ritual.

Rutas, símbolos y memoria en el paisaje

Las zonas de arte rupestre se distribuyen siguiendo caminos naturales hacia los antiguos lagos estacionales. En Jebel Arnaan, por ejemplo, los paneles siguen una pequeña quebrada por donde aún hoy corre agua después de lluvias esporádicas. En Jebel Misma, los grabados rodean el borde de una antigua cuenca donde se formaba un lago temporal.

Los autores proponen que estos caminos constituían corredores de agua dulce, usados como rutas migratorias o de intercambio. Los grabados, además de guiar a otros grupos, podrían haber funcionado como marcas territoriales o recordatorios de derechos de acceso. Según el estudio, “las figuras pueden haber actuado como guardianes simbólicos de los lugares en ausencia del grupo”.

Referencias

  • Maria Guagnin, Ceri Shipton, Faisal Al-Jibreen, et al. Monumental rock art illustrates that humans thrived in the Arabian Desert during the Pleistocene–Holocene transition. Nature Communications (2025) 16:8249. https://doi.org/10.1038/s41467-025-63417-y.

Recomendamos en