Fue uno de los episodios más trágicos y sangrientos de la historia de la humanidad. La solución final, que buscaba el exterminio de determinados grupos religiosos, étnicos y sociales que llevaron a cabo los nazis, segó la vida de millones de personas. En la brutal política de limpieza nazi, los campos de concentración jugaron un papel fundamental. Para gestionar el ingente volumen de prisioneros que cruzaban sus oscuros umbrales, el nazismo creó un sistema para identificar y clasificar a los presos. Estos fueron los principales métodos de identificación empleados por el Tercer Reich en sus campos de concentración.
Fundación y gestión de los campos de concentración
Operativos entre 1933 y 1945
A partir de 1933, los nazis establecieron campos de concentración tanto en Alemania como en los territorios que habían ocupado. Administrados por las SS, estos centros funcionaban con una estricta jerarquía en la que los prisioneros con cargos administrativos colaboraban con sus captores. El registro de internos se realizaba de manera meticulosa para asegurar un control absoluto sobre los presos.
Una realidad dentro y fuera de Alemania
Los primeros campos, como Dachau, sirvieron de modelo para los que vendrían después. Con el tiempo, los nazis expandieron su sistema de represión a nivel internacional y establecieron campos en Polonia, Austria, Francia y otros países ocupados. Se crearon más de 1000. La logística de estos campos estaba diseñada para optimizar la represión, la explotación laboral y el exterminio masivo.

El internamiento de prisioneros en la Alemania nazi
Genocidios sistemáticos
El régimen nazi estableció campos de concentración para eliminar a amplios grupos sociales que el totalitarismo germano consideraba lacras. Entre las personas perseguidas, se contaban opositores políticos, judíos, homosexuales, testigos de Jehová y prisioneros de guerra.
Atentados contra la humanidad
El nazismo operaba del siguiente modo. Se separaba a los prisioneros de sus familias. Se le sustraían sus pertenencias personales y se registraba con un número que sustituía a su nombre de pila: esto suponía una primera fase del proceso de deshumanización. Además, se sometía a los prisioneros a brutales inspecciones médicas, donde se determinaba su utilidad para el trabajo forzado o su destino inmediato en las cámaras de gas.
De los trabajos forzados a la muerte
El objetivo final del internamiento variaba según la categoría del prisionero. Algunos eran explotados hasta la extenuación y obligados a trabajos forzados. Otros, en especial los judíos, los gitanos y las personas discapacitadas, se exterminaban directamente en campos como Auschwitz y Treblinka.

El sistema de clasificación de prisioneros
Insignias y códigos de colores
Los nazis desarrollaron un código de categorías para distinguir a los prisioneros según su origen o el supuesto delito que habían cometido. Así, cada interno recibía un triángulo de color que se cosía a su uniforme. Los judíos llevaban una estrella amarilla; los prisioneros políticos, un triángulo rojo; los homosexuales un triángulo rosa y los criminales comunes, un triángulo verde.
Una jerarquía numérica
Además, a los prisioneros se les asignaban números de serie específicos según su grupo de pertenencia. Por ejemplo, los prisioneros soviéticos y polacos solían recibir un rango de números diferente al de los internos alemanes. Este sistema permitía a los guardias y a la administración nazi identificar con rapidez el "estatus" de cada persona dentro de la jerarquía del campo.

La sustitución de nombres por números
Tatuajes y placas
Los prisioneros eran despojados de su nombre y se les asignaba un número que debían memorizar y repetir ante los guardias. En campos como Auschwitz, los números se tatuaban en el brazo izquierdo y se convertían en marcas permanentes de su cautiverio. En otros campos de concentración, como el de Mauthausen, se utilizaron etiquetas metálicas con números grabados para registrar y rastrear a los internos.
Una deshumanización progresiva
El impacto psicológico de esta práctica fue devastador. La sustitución del nombre por un número implicaba la pérdida total de la propia identidad. Esto convertía a los prisioneros en meros registros administrativos dentro de la máquina de exterminio. Para muchos sobrevivientes, el número tatuado en sus cuerpos quedó como una cicatriz imborrable de su sufrimiento.
Los símbolos cosidos en el uniforme
Un sistema de clasificación interno
Los triángulos de tela identificaban la razón de detención de cada preso. Estos distintivos permitían a los guardias y a otros internos conocer la posición jerárquica de cada persona dentro del campo.
Intentos de resistencia
Algunos prisioneros intentaban alterar estos símbolos en un intento de personalización y resistencia psicológica contra las atrocidades diarias. Así, en ocasiones, deshilachaban los bordes de sus triángulos para intentar cambiar su color, con la esperanza de ser clasificados en una categoría menos castigada por los guardias.
Este tipo de estrategias resultaban muy peligrosas. Si se descubrían, podían terminar con la ejecución inmediata del prisionero involucrado.

Clasificación de los distintivos
De la estrella amarilla al triángulo rosa
Los principales códigos de identificación visual incluían la estrella amarilla para los judíos y el triángulo rojo para los opositores políticos. Un triángulo rosa identificaba a los homosexuales, mientras que el triángulo negro reunía a la categoría que los nazis denominaban "asociales", como las prostitutas o los indigentes.
Los testigos de Jehová recibían un triángulo morado; los criminales comunes, uno verde; y los romaníes, un triángulo marrón. Para los emigrantes, el nazismo reservó el color azul.
Categorías combinadas
Los prisioneros que pertenecían a más de una categoría llevaban símbolos combinados. Por ejemplo, un judío que también fuese opositor político se marcaba con una estrella amarilla superpuesta a un triángulo rojo.
Un triángulo azul sobre un rojo identificaba a los trabajadores forzados extranjeros con antecedentes políticos. Este fue el distintivo que recibieron los republicanos españoles en Mauthausen.
Un triángulo verde sobre amarillo marcaba a los criminales habituales judíos, y un triángulo púrpura sobre amarillo representaba a los testigos de Jehová de ascendencia judía. A los homosexuales judíos se les obligaba a llevar un triángulo rosa sobre amarillo, y los considerados "asociales" u "holgazanes" judíos recibían un triángulo negro sobre amarillo.

Estrategias para anular la identidad de los presos
Intentos de eliminación de la persona
La sustitución del nombre por un número, el uso obligatorio de uniformes estandarizados y la asignación de distintivos visuales fueron estrategias diseñadas para despojar a los prisioneros de su individualidad. Estas prácticas buscaban transformar a los internos en meros elementos de la maquinaria de exterminio.
Pequeños gestos de resistencia
Los nazis aplicaban castigos severos a cualquier intento de personalización. Los internos que intentaban modificar su ropa o intercambiar números con otros presos recibían castigos brutales. Sin embargo, a pesar de estos riesgos, hubo numerosos casos documentados de resistencia, donde los prisioneros intentaban aferrarse a su identidad mediante pequeñas acciones, como escribir sus nombres en pedazos de tela escondidos o grabar iniciales en sus objetos personales.
Referencias
- Hausmair, B. 2018. "Identity Destruction or Survival in Small Things? Rethinking Prisoner Tags from the Mauthausen Concentration Camp". International Journal of Historical Archaeology, 22: 472–491. https://doi.org/10.1007/s10761-017-0436-z
- “Classification System in Nazi Concentration Camps”. Holocaust Ecyclopedia. URL: https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/classification-system-in-nazi-concentration-camps