La historia olvidada de la aviación española antes de la Guerra Civil: así empezó todo (y lo puedes leer en este capítulo exclusivo)

Mucho antes de la Guerra Civil, España ya experimentaba con el poder del aire: así nació una aviación militar pionera en el mundo.
El profesor de la Agrupación de Vuelos sin Motor de la Escuela de Ingenieros Industriales, José Luis Albarrán, realiza una demostración a bordo de un planeador en Cuatro Vientos
El profesor de la Agrupación de Vuelos sin Motor de la Escuela de Ingenieros Industriales, José Luis Albarrán, realiza una demostración a bordo de un planeador en Cuatro Vientos. Foto: Wikimedia

En los años previos a la Guerra Civil, España ya miraba al cielo con una mezcla de fascinación y estrategia. En un tiempo en que los aviones aún eran considerados artefactos inestables y ruidosos, algunos visionarios supieron ver su potencial bélico. Lo que comenzó como una modesta unidad de aerostación terminó convirtiéndose en una estructura compleja de fuerzas aéreas militares y navales. Y aunque la aviación todavía era joven, su papel en los conflictos de Marruecos dejó claro que los cielos serían cada vez más decisivos.

Mucho antes de que Guernica se convirtiera en el símbolo universal del terror aéreo, hubo otro momento clave: el primer bombardeo aéreo de la historia, ejecutado por pilotos españoles en el Rif en 1913. A bordo de un rudimentario biplano, lanzaron explosivos sobre posiciones enemigas desde el aire. Fue una escena que apenas ocupó unas líneas en los periódicos de la época, pero que años después anticiparía un tipo de guerra completamente nuevo.

Durante la dictadura de Primo de Rivera, y especialmente bajo la II República, la aviación española experimentó una modernización acelerada y una ambición internacional sin precedentes. Grandes vuelos, conocidos como raids, llevaron a pilotos españoles hasta Filipinas, Guinea o Argentina. Mientras tanto, se fundaban revistas aeronáuticas, se adquirían aviones extranjeros y se intentaba crear una industria nacional. Pero todo eso estaba a punto de verse truncado.

Porque en 1936, cuando estalló la Guerra Civil, la aviación militar española no era aún un ejército independiente. Dividida entre los cuerpos del Ejército de Tierra y la Marina, contaba con experiencia pero no con potencia. Sin embargo, en apenas unos meses, los cielos de España se llenaron de aparatos italianos, alemanes, soviéticos y franceses. La guerra aérea moderna se había puesto en marcha. Y sin saberlo, los pilotos españoles fueron protagonistas —y víctimas— del primer gran ensayo general del siglo XX.

A continuación, te ofrecemos en exclusiva uno de los capítulos del libro La guerra civil desde el aire, coordinado por Manuel P. Villatoro y Rafael Moreno, y publicado por la editorial Pinolia. Un recorrido imprescindible por los orígenes de las fuerzas aéreas españolas, desde los globos cautivos del siglo XIX hasta los preparativos técnicos y humanos que precedieron al conflicto más brutal de nuestra historia reciente.

Las fuerzas aéreas españolas antes de las llamas de la guerra, escrito por Adrián Cabezas Sánchez

Antes de que los hermanos Wright realizaran el primer vuelo controlado de un aeroplano a principios del siglo XX, en 1884 fue creada la primera Unidad de Aerostación Militar en España, formada por la 4.ª Compañía del Batallón de Telégrafos del Cuerpo de Ingenieros. Esta Unidad pasó por varias reorganizaciones en los años siguientes, ya que en 1896 quedó formada en Guadalajara por el Parque Aerostático y una Compañía de Aerostación, además del Palomar Central y Fotografía Militar; mientras que en 1901 el Servicio de Aerostación pasó a depender del Ministerio de la Guerra, como Comandancia exenta.

Sin embargo, el citado anteriormente primer vuelo controlado de los hermanos Wright en 1903 supuso uno de los mayores acontecimientos del siglo XX, y revolucionó de una manera trascendental tanto los transportes como los conflictos bélicos. El éxito fue tan grande que un pequeño grupo de ingenieros militares españoles, todos ellos pilotos de globos y dirigibles encabezados por el teniente coronel Pedro Vives Vich (el impulsor de la aerostación en España), quiso conocer de cerca los primeros vuelos con aeroplanos que ambos hermanos realizaban en Europa.

Un grupo de ingenieros militares españoles, pilotos de globos y dirigibles, se interesaron por los primeros vuelos con aeroplanos. En la imagen, Parque de aerostación de Guadalajara
Un grupo de ingenieros militares españoles, pilotos de globos y dirigibles, se interesaron por los primeros vuelos con aeroplanos. En la imagen, Parque de aerostación de Guadalajara. Foto: Wikimedia

El inicio de la aviación militar

La fecha clave durante esos primeros años fue el 2 de abril de 1910 cuando, a través de una Real Orden, se crearon los Servicios de Aerostación Aeronáutica y Aviación dependientes del Ejército, teniendo como uno de sus principales objetivos estudiar la adquisición del tipo de aeroplano que fuese más conveniente. Para darle forma a todo este nuevo proyecto se construyó en Madrid el primer aeródromo, el de Cuatro Vientos, situado en unos terrenos cercanos a la carretera de Extremadura. Poco después, en febrero de 1911, fue creada la Escuela de Aviación situada en el mismo aeródromo, con el objetivo de formar a pilotos y con el capitán Alfredo Kindelán como responsable. Este fue el primer paso hacia la formación estructurada de pilotos militares y técnicos en aviación, ya que proporcionó un lugar para entrenar a los primeros aviadores militares españoles. Precisamente, el creciente número de pilotos y la adquisición de nuevos aeroplanos llevó a que el Gobierno decretara el 28 de febrero de 1913 la constitución del Servicio de Aeronáutica Militar bajo el mando del coronel Pedro Vives, con la rama de Aerostación al mando del comandante Antonio Cue Vidaña; y la de Aviación, con el capitán Alfredo Kindelán como jefe de la misma.

Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) España se mantuvo neutral, pero el conflicto aceleró el desarrollo de la aviación en toda Europa. En ese periodo, los avances tecnológicos en aviación fueron muy importantes para la posterior modernización de las fuerzas aéreas, que culminó en España con la creación en 1920 del Arma de Aviación dentro del Ejército, pero separada del cuerpo de Ingenieros. Esta medida permitió una mayor especialización y autonomía para la aviación militar, resultando ser una fuerza aérea más efectiva y organizada. Por su parte, la Armada también comenzó a tener un cierto interés en la aviación y en 1923 fue creada la Aeronáutica Naval, operando con hidroaviones y aviones de reconocimiento costero, y jugando un papel importante en las operaciones en el Mediterráneo.

En el desembarco de Alhucemas fue muy importante la aviación concentrada en el norte de África, bombarderos e hidroaviones
En el desembarco de Alhucemas fue muy importante la aviación concentrada en el norte de África, bombarderos e hidroaviones. Foto: Wikimedia

La aviación militar en la guerra del Rif

La aviación jugó un papel clave en las operaciones en el protectorado de Marruecos en el contexto de la guerra del Rif, una larga y sangrienta campaña colonial en el norte de África iniciada a principios de 1911 con el objetivo de someter a las cábilas que no reconocían la autoridad del Sultán. Este conflicto fue clave para el desarrollo de la aviación militar española, ya que por primera vez los aviones fueron utilizados en operaciones de combate. De hecho, los primeros aparatos fueron enviados al aeródromo de Tetuán en octubre de 1913, poco después de la creación del Servicio de Aeronáutica Militar, compuestos por una escuadrilla de doce aparatos al mando del capitán Kindelán. Y tan solo dos meses más tarde, en concreto el 17 de diciembre de 1913, se llevó a cabo el primer bombardeo específicamente aéreo de la historia aeronáutica mundial, realizado por los capitanes Barrón y Cifuentes a bordo de un biplano Lohner.

Ya durante la Primera Guerra Mundial se llegaron a estacionar tres escuadrillas, tanto en el mencionado aeródromo de Tetuán, como en los dos de reciente creación de Melilla y Larache, apoyando las operaciones del Ejército, especialmente en misiones de reconocimiento. En 1920, las acciones militares se extendieron también a la zona oriental del Protectorado debido en especial a la campaña de expansión que llevó a cabo el general Fernández Silvestre. Sin embargo, la ofensiva de las fuerzas de Abd-el-Krim en 1921, supuso una serie de derrotas que culminó en el desastre de Annual, con más de 9000 bajas españolas, y que produjo una profunda conmoción en la opinión pública nacional.

Con el objetivo de recuperar el prestigio perdido, en septiembre de ese mismo año se inició la ofensiva conocida como Campaña de Desquite, protegiendo la aviación los avances de la infantería; mientras que poco más tarde, en el mes de noviembre, fueron creadas las Fuerzas Aéreas de Marruecos. Comandadas por el coronel de Ingenieros Jorge Soriano, estas fuerzas contaron con seis escuadrillas que facilitaron la recuperación de los territorios perdidos. Es de destacar que se hizo famosa la manera de volar de estos pilotos, conocida como «vuelo a la española». Esta consistía en volar a muy baja altura y atacar sin descanso, adentrándose en las posiciones sitiadas para abastecerlas entregando agua en sacos con barras de hielo, un riesgo muy elevado que llevó a que recibieran numerosos impactos de bala desde tierra.

La aviación tuvo también un papel clave en el desembarco de Alhucemas del 8 de septiembre de 1925, en el que un fuerte contingente español con ayuda francesa, llevó a cabo un plan de ataque para acabar con las fuerzas de Abd-el-Krim. La cantidad de aviones que se concentró en el Norte de África se elevó a 162, de los cuales 136 pertenecían a la Aeronáutica Militar, 18 hidroaviones procedían de la Aeronáutica Naval, 6 bombarderos de la Aeronáutica Militar francesa y 2 hidroaviones ambulancia cedidos por la Cruz Roja española. La actuación de la Aviación Militar española fue decisiva durante los 24 días de operaciones para lograr el éxito de la operación y consolidar de esta manera a la pacificación del Protectorado.

El Breguet 19 o Breguet XIX de la Aéronautique Militaire fue un bombardero ligero y avión de reconocimiento
El Breguet 19 o Breguet XIX de la Aéronautique Militaire fue un bombardero ligero y avión de reconocimiento. Foto: Wikimedia

La II República y la aviación militar

Al finalizar las operaciones en Alhucemas tras el éxito de las acciones aéreas en el Rif,y dentro del contexto de los grandes raids internacionales iniciados en 1919, la Aviación Militar española desarrolló tres proyectos de grandes raids consistentes en enlazar España con regiones muy vinculadas a su pasado: Argentina, Filipinas y la entonces colonia de Guinea Ecuatorial. De esta manera, el reto del cruce del Océano Atlántico y llegar a Argentina fue comandado por Ramón Franco Bahamonde en un hidroavión Dornier Wal apodado «Plus Ultra» a principios de 1926. El 13 de mayo del mismo año, el capitán González Gallarza logró aterrizar en Manila; mientras que el 25 de diciembre de 1927 llegó a Santa Isabel en Guinea Ecuatorial la Patrulla Atlántida, continuando a lo largo de los años posteriores con otros raids similares.

Por otro lado, a finales de los años 20, España se embarcó en un proceso de modernización de sus fuerzas aéreas llevando a cabo una inversión en aviación, adquiriendo aviones de fabricantes extranjeros, como los famosos Breguet XIX. Asimismo, también comenzó a desarrollar su propia industria aeronáutica y se mejoraron las infraestructuras relacionadas con la aviación, como aeródromos, talleres de mantenimiento y fábricas de aviones.

Con la proclamación de la II República en 1931 se introdujeron cambios significativos en la organización de las Fuerzas Armadas, incluyendo la aviación. El gobierno republicano intentó modernizar y democratizar las Fuerzas Armadas, promoviendo la creación en 1933 de la Dirección General de Aeronáutica para todos los aspectos técnicos, administrativos y de formación, correspondientes tanto a la aviación militar como a la civil, lo que reflejaba la creciente importancia estratégica de la aviación. Además, en el año anterior había sido creada la Revista de Aeronáutica, que aglutinaba todas las publicaciones de los organismos aeronáuticos de la Administración y que vino a reemplazar a Aérea, la primera revista española de aviación fundada en 1923. También en 1933 la Aeronáutica Naval pasó a denominarse oficialmente Aviación Naval.

Sin embargo, las tensiones políticas internas y las limitaciones económicas dificultaron la implementación de muchas de las reformas; y aunque prosiguieron los esfuerzos de modernización, la aviación militar española continuó siendo una fuerza con capacidades limitadas en comparación con otras potencias europeas. Organizativamente, el 18 de julio de 1936, tanto la Aviación Militar como la Aviación Naval (nombre que había substituido a la Aeronáutica Naval en 1933) no formaban un Ejército independiente, sino que continuaban como servicios autónomos dependientes del Ejército de Tierra y de la Marina, respectivamente.

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