Por primera vez podemos ver el rostro real de un Denisovano: confirman que el cráneo de Harbin pertenece a esta especie desaparecida

Confirman que el cráneo del "Hombre Dragón", escondido durante casi un siglo, pertenece a los Denisovanos: así es su rostro por primera vez.
Así era el rostro de los Denisovanos
Así era el rostro de los Denisovanos. Foto: Chuang Zhao

Lo más destacado:

  • Científicos confirman que el cráneo de Harbin, de 146.000 años, pertenece a un Denisovano.
  • Por primera vez, se reconstruye el rostro de esta especie extinta.
  • El hallazgo amplía el mapa de los Denisovanos y reescribe su historia en Asia.

La extracción de ADN mitocondrial de una placa dental ha vinculado por primera vez un cráneo completo a la misteriosa especie de los Denisovanos, resolviendo un enigma evolutivo de más de una década.

Durante casi un siglo, un cráneo humano de dimensiones colosales permaneció oculto en el fondo de un pozo en Harbin, al noreste de China. Fue hallado en 1933 por un trabajador que, temiendo represalias durante la ocupación japonesa, decidió esconderlo. Casi un siglo después, aquel impresionante fósil —ahora conocido como "el Hombre Dragón"— ha sido identificado como el primer cráneo casi completo de un Denisovano, una de las ramas más enigmáticas de nuestra familia evolutiva.

El hallazgo, confirmado en un artículo reciente publicado en la revista Cell, cambia para siempre lo que sabíamos sobre los Denisovanos, una especie que hasta ahora solo conocíamos por unos pocos huesos fragmentarios y secuencias de ADN encontradas en la remota cueva de Denisova, en Siberia. Por primera vez, tenemos un rostro que ponerle a este grupo humano desaparecido.

Una reliquia olvidada que reescribe la historia

La historia del cráneo de Harbin es tan extraordinaria como el propio fósil. Oculto durante décadas, fue entregado finalmente a la ciencia por los descendientes del trabajador que lo encontró. Cuando los investigadores lo estudiaron en 2021, propusieron que pertenecía a una nueva especie, Homo longi, destacando su mezcla de rasgos arcaicos y modernos: una caja craneana larga y baja, una frente prominente, enormes arcos superciliares y una capacidad cerebral comparable a la de los humanos actuales.

Pero quedaba una pregunta fundamental sin resolver: ¿quién era realmente este individuo? Sin restos genéticos visibles en el hueso o el diente que acompañaba al cráneo, los científicos recurrieron a una técnica inusual pero cada vez más prometedora: la extracción de ADN de la placa dental calcificada.

Una mandíbula atribuida a un Denisovano fue descubierta en la meseta tibetana
Una mandíbula atribuida a un Denisovano fue descubierta en la meseta tibetana. Foto: Dongju Zhang

Contra todo pronóstico, lograron recuperar fragmentos de ADN mitocondrial —heredado solo por vía materna— que encajaban dentro de la variabilidad conocida de los Denisovanos. Más aún, el ADN hallado se alineaba estrechamente con el de los Denisovanos más antiguos identificados en la cueva siberiana, datados entre 190.000 y 217.000 años. La datación del cráneo de Harbin, de al menos 146.000 años, encaja perfectamente con ese linaje temprano.

La primera cara de los Denisovanos

Hasta ahora, todo lo que sabíamos sobre los Denisovanos venía de datos genéticos o restos mínimos: un dedo, una mandíbula, un par de muelas. Eran una presencia genética reconocible, pero invisibles en términos morfológicos. El cráneo de Harbin cambia eso radicalmente. Nos ofrece una imagen nítida de cómo eran: robustos, con una frente prominente, nariz ancha, grandes ojos y una mandíbula poderosa. Su rostro, a diferencia del de los Neandertales, era más plano y posiblemente más parecido al de los humanos modernos, aunque mucho más robusto.

La capacidad craneana del individuo de Harbin, estimada en unos 1.420 cm³, se sitúa en el rango superior de los humanos actuales y Neandertales, lo que sugiere una complejidad cognitiva similar. Sus dientes, más grandes que los nuestros, encajan con otros restos dentales atribuidos a Denisovanos en lugares tan dispares como Tíbet o Taiwán.

Este vínculo entre morfología y genética es crucial: proporciona una base para identificar otros fósiles similares en Asia oriental como posibles Denisovanos. Ya se han sugerido paralelismos con otros hallazgos en China, como los restos de Dali, Jinniushan o Hualongdong.

Una recreación artística muestra cómo pudo haber sido el aspecto del Hombre Dragón
Una recreación artística muestra cómo pudo haber sido el aspecto del Hombre Dragón. Ilustración de Chuang Zhao.

Denisovanos: los grandes exploradores del Pleistoceno

La historia evolutiva de los Denisovanos parece ahora mucho más rica y extendida de lo que se pensaba. Se sabe que compartieron un ancestro común con los Neandertales hace unos 400.000 años, y que ambos grupos se separaron geográficamente durante las glaciaciones del Pleistoceno.

Mientras los Neandertales ocuparon Europa y el oeste de Asia, los Denisovanos se expandieron hacia el este, alcanzando desde Siberia hasta el sudeste asiático. Restos genéticos en poblaciones actuales del Pacífico, como los aborígenes australianos o los Ayta de Filipinas, indican que este grupo humano se mezcló con los Homo sapiens modernos en varias ocasiones, dejando una huella duradera en nuestro ADN.

Pero la gran incógnita era su aspecto. ¿Eran simplemente una versión oriental de los Neandertales? ¿O tenían rasgos propios? El cráneo de Harbin revela que su morfología era única, con una combinación de rasgos primitivos y modernos que no se había observado en ningún otro fósil.

Un nuevo horizonte para la paleoantropología

El trabajo publicado en Cell no solo identifica al primer cráneo Denisovano con certeza genética, sino que también demuestra el valor del cálculo dental como fuente de ADN en fósiles antiguos. Curiosamente, en este caso, ni el diente ni el hueso petroso (que suele preservar bien el material genético) proporcionaron ADN utilizable. Fue la placa bacteriana endurecida en la superficie dental la que reveló la clave.

Este avance metodológico abre nuevas posibilidades para el estudio de fósiles antiguos en contextos donde el ADN nuclear está degradado o ausente. Y, con ello, la posibilidad de seguir descubriendo huellas de los Denisovanos en otros restos mal conservados.

El cráneo de Harbin, que estuvo a oscuras durante casi un siglo, se convierte así en una piedra angular para reconstruir la historia de los Denisovanos y entender mejor las complejas interacciones entre las distintas especies humanas que coexistieron en Asia durante el Pleistoceno medio.

Gracias a él, los Denisovanos ya no son solo una huella genética dispersa por los genomas humanos actuales. Tienen un rostro, un cráneo y una historia. Y con cada nuevo hallazgo, nos acercamos un poco más a conocer a esta rama fascinante de nuestros antepasados.

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