A lo largo de los últimos 200 años, se han dado pasos de gigante en lo que al desciframiento de las escrituras del pasado se refiere. Ahora, podemos leer el jeroglífico egipcio, el cuneiforme acadio o el alfabeto fenicio, pero ¿sucede lo mismo con otros sistemas de escritura? Durante más de un siglo, en los montes de Dhofar (Ẓufār), al sur de Omán, y en regiones vecinas que se extienden hasta el este de Yemen y la isla de Socotra, se habían identificado una serie de inscripciones enigmáticas datadas hace unos 2400 años. Emplazadas en cuevas, los lechos de los wadis o en piedras sueltas, estas grafías misteriosas se conocían como ejemplos de la escritura de Dhofar. Aunque varios investigadores las catalogaron y algunos incluso se aventuraron a proponer posibles lecturas para cada signo, hasta fechas recientes la escritura permanecía indescifrada.
Ahora, el arabista Ahmad Al-Jallad, profesor de la Universidad Estatal de Ohio, ha logrado descifrar uno de los sistemas principales de esta escritura. En su estudio, publicado en 2025 en la revista Jaarbericht Ex Oriente Lux, presenta los resultados de un análisis comparativo de tres abecedarios, conocidos como los “abecedarios halḥam”, procedentes de Dhofar y Duqm. Gracias a ellos, ha sido posible reconstruir un alfabeto de 26 signos y establecer relaciones con las lenguas semíticas antiguas de Arabia.

La escritura dhofarí: un enigma secular
Aunque los primeros testimonios de la escritura de Dhofar se publicaron a inicios del siglo XX, el primer estudio sistemático del corpus se realizó mucho más tarde, en 1993. Los investigadores al-Shaḥrī y Geraldine King identificaron dos variantes de la escritura, a las que llamaron “escritura 1” y “escritura 2”. Elaboraron tablas de signos y reconocieron que los grafemas pertenecían a la familia de escrituras sudsemíticas, relacionadas con las inscripciones sudarábigas y nordarábigas antiguas.
Sin embargo, los intentos de aplicar valores fonéticos conocidos de otras escrituras a la realidad de las grafías dhofaríes no produjeron resultados coherentes. La única excepción fue la secuencia bn (“hijo de”) que, una vez identificada, permitió reconocer las referencias a genealogías en las inscripciones. Más allá de ese destello, el sistema permanecía impenetrable.

Los abecedarios, la pieza que permitió solventar el misterio
El punto de inflexión llegó con el redescubrimiento de tres abecedarios, es decir, inscripciones que listan de manera ordenada los signos de la escritura dhofarí. Estos abecedarios, conocidos como KMG 120-126, KMD 28-31 y el abecedario de Duqm, resultaron ser auténticas piedras de Rosetta para el desciframiento.
Hallado en la zona de Ṭawi Atair, el abecedario KMG 120-126 había sido interpretado por King y al-Shaḥrī como un conjunto de siete inscripciones independientes. Al-Jallad, sin embargo, observó que ningún signo se repetía, lo que parecía indicar que se trataba de una secuencia alfabética. El orden seguía el sistema denominado halḥam, característico de las escrituras sudsemíticas.
El segundo abecedario, procedente de un área entre los wadis de Arzat y Medinat al-Ḥaq, mostraba variaciones y correcciones hechas por su autor. Este rasgo, según el autor del estudio, demostraría que la redacción de las secuencias gráficas habría servido a los escribas para practicar y memorizar la escritura. En cuanto al abecedario de Duqm, una reciente incorporación al corpus de inscripciones, aportó un alfabeto casi completo de 26 signos que, además, confirmaba las lecturas atribuidas.

Reconstrucción del alfabeto
A partir de estos tres testimonios, Al-Jallad estableció la existencia de 26 signos en la escritura 1a de la escritura dhofarí. Determinó, además, algunos rasgos llamativos, como el hecho de que no se distinguiera entre fonemas interdentales y sibilantes. Esto sugiere, según los expertos, que estos sonidos habían desaparecido de la lengua escrita. Se trata de un fenómeno lingüístico documentado en el oriente de Arabia, en dialectos como el hasaítico o el hadramítico.
El análisis de las formas gráficas, por otro lado, demostró que, aunque la escritura pertenece a la familia sudsemítica, sus rasgos derivan en gran medida de prototipos nordarábigos, especialmente de la escritura tamúdica B. Signos como el alif de dos “cuernos” o el tridente, que representa el fonema ṭ, se corresponden con grafías de esa tradición. Todo ello apunta a que la escritura dhofarí nació a partir de la adaptación local de un modelo nordarábigo.
Las primeras palabras descifradas
Al identificar el alfabeto, fue posible leer de manera segura varias inscripciones breves. Por ejemplo, el término interpretado como br (“hijo de”) aparece en genealogías, lo que corrige la lectura anterior de bn. Asimismo, se identificaron fórmulas de súplica, como ḥwg (“estar necesitado, anhelar”), expresiones de alabanza, como ḥmd (“alabar, agradecer”) y nombres propios vinculados a raíces semíticas conocidas.
Algunas fórmulas presenes en las inscripciones invocan los nombres de deidades, como Shams, el sol, o expresan deseos de una larga vida o de obtener ayuda divina. Así, gracias al desciframiento, por primera vez podemos vislumbrar la vida religiosa y social de las comunidades de Dhofar en época preislámica.

Implicaciones lingüísticas y culturales
El desciframiento ha revelado que la lengua de la escritura 1a guarda relación con las lenguas sudarábigas modernas (mehri, jibbali, socotrí, harsusi), pero no puede identificarse como su antecesora directa, ya que presenta rasgos distintos, como la mencionada pérdida de los sonidos interdentales. Es posible que represente una lengua emparentada, hoy desaparecida, que coexistió con las demás en la región.
Desde un punto de vista histórico, la escritura dhofarí muestra que, en el sur de Arabia, existió una tradición epigráfica autónoma, distinta de la sudarábiga monumental y de las inscripciones nordarábigas del desierto. Este descubrimiento, por tanto, multiplica la diversidad cultural y lingüística del mundo árabe preislámico.

Nuevas perspectivas de investigación
El trabajo de Al-Jallad se ha centrado en la llamada escritura 1a, pero existen variantes y subtipos aún sin descifrar. Se ha detectado que algunas inscripciones incluyen signos anómalos que podrían corresponder a sistemas de escritura emparantedos o a fases diferentes de la misma tradición escrita.
El siguiente reto será analizar la escritura 2 que, a primera vista, parece más cercana al sudarábigo clásico. También será necesario comparar de manera sistemática las fórmulas y expresiones con otros corpus epigráficos para entender sus usos en contextos de peregrinación, culto, comercio o vida cotidiana.
El desciframiento de la escritura dhofarí por Ahmad Al-Jallad marca un antes y un después en los estudios sobre Arabia antigua. Gracias a los tres abecedarios, se ha logrado reconstruir un sistema alfabético completo, identificar palabras y fórmulas y, sobre todo, abrir un camino para explorar la historia cultural del sur de Arabia antes del islam.
Referencias
- Al-Jallad, Ahmad. 2025. "Al-Jallad. 2025. The Decipherment of the Dhofari Script–Three halḥam abecedaries and the first glimpses into the corpus". Jaarbericht Ex Oriente Lux, 49. DOI: https://doi.org/10.5281/ZENODO.15853466
- OCIANA. Online Corpus of the Inscriptions of Ancient North Arabia. The Ohio State University. URL: https://ociana.osu.edu/inscriptions