“Se me puso la piel de gallina”: encuentra 15.000 monedas romanas en Gales y duerme con ellas en el coche para protegerlas

Un detector de metales ha cambiado la historia monetaria de Gales tras desenterrar un tesoro oculto de la época romana con hasta 15.000 monedas de bronce.
David Moss descubrió en un campo del norte de Gales dos vasijas de barro repletas de miles de antiguas monedas romanas
David Moss descubrió en un campo del norte de Gales dos vasijas de barro repletas de miles de antiguas monedas romanas. Fotos: Minelab/Christian Pérez

Durante una lluviosa jornada de agosto, lo que comenzó como una salida más entre dos aficionados a la detección de metales se convirtió en uno de los descubrimientos arqueológicos más espectaculares en décadas. En un paraje rural del norte de Gales, dos hombres encontraron enterradas en el subsuelo dos vasijas de barro que contenían miles de monedas romanas. La magnitud del hallazgo no tardó en despertar el interés de historiadores y numismáticos: se trata, con toda probabilidad, de la mayor acumulación de monedas romanas jamás registrada en el país.

La zona del hallazgo, cuya ubicación exacta se mantiene en secreto por motivos de seguridad, se describe como una tierra prácticamente inalterada por la mano humana moderna. Un enclave cargado de memoria histórica, donde confluyen vestigios de culturas celtas, presencia vikinga y restos de la ocupación romana. No es casual que un tesoro de semejante envergadura haya emergido precisamente en este cruce de caminos históricos.

El tesoro de las dos vasijas

Las monedas estaban cuidadosamente ocultas en el interior de dos recipientes de cerámica, enterrados a poca profundidad bajo un campo abierto. Su contenido, aún por catalogar en su totalidad, se estima entre 10.000 y 15.000 piezas, todas de origen romano y probablemente emitidas durante los siglos III o IV d.C., un periodo convulso del Imperio en el que las crisis internas y las amenazas externas hicieron que muchos ciudadanos ocultaran sus riquezas con la esperanza de recuperarlas en tiempos más seguros.

El hecho de que las monedas estuvieran depositadas en vasijas sugiere una intención clara de preservación, y apunta a un contexto de urgencia. Estos depósitos eran prácticas comunes cuando se temía una invasión, un saqueo o incluso un cambio abrupto en la administración local. Algunos estudiosos especulan que este hallazgo podría estar relacionado con movimientos de tropas romanas, o bien con una retirada estratégica en la que no hubo tiempo de recuperar los bienes.

El hallazgo recuerda inevitablemente a otros tesoros célebres del Reino Unido, como el de Frome (más de 50.000 monedas encontradas en Somerset en 2010), aunque en el caso galés el contexto histórico y la escala del descubrimiento lo convierten en un caso único dentro del país.

Las monedas fueron colocadas en una caja de plástico para llevarlas de regreso a Cheshire
Las monedas fueron colocadas en una caja de plástico para llevarlas de regreso a Cheshire. Foto: Minelab/Christian Pérez

De la euforia al temor: el lado humano del hallazgo

Más allá de la dimensión histórica, hay también un componente profundamente humano en esta historia. El descubridor del tesoro, un hombre de 36 años con casi una década de experiencia en la detección de metales, confesó sentirse abrumado por la magnitud de lo que había encontrado. Tras excavar durante más de seis horas junto a su compañero, el temor a que las monedas fueran robadas le llevó a dormir con ellas en su coche durante tres noches antes de entregarlas al Museo Nacional de Cardiff.

Este gesto, que a simple vista puede parecer excéntrico, subraya el vínculo emocional que muchos detectoristas desarrollan con sus hallazgos. Para ellos, encontrar un objeto histórico no es simplemente una cuestión de fortuna: es el resultado de años de dedicación, estudio del terreno y una sensibilidad especial hacia el pasado.

Actualmente, las monedas están siendo analizadas por expertos en numismática y conservación del museo. El proceso incluirá una limpieza delicada, una datación precisa y un estudio contextual para entender mejor el propósito del tesoro, su origen y su posible propietario.

Pasó tres noches durmiendo en su coche junto al tesoro, temiendo que las miles de monedas romanas pudieran ser robadas antes de entregarlas al museo.

¿De quién era este tesoro?

Las hipótesis más sólidas apuntan a que el tesoro podría haber pertenecido a un miembro del ejército romano, o incluso a varios soldados que decidieron ocultar sus pagas en un lugar seguro. En una región que durante siglos fue punto estratégico para las legiones romanas en Britannia, este tipo de depósitos no eran extraños. Lo excepcional aquí es el volumen y la conservación del hallazgo.

También se baraja la posibilidad de que estas monedas fueran parte de una ofrenda religiosa o un acto votivo, práctica habitual en la cultura romana cuando se buscaba el favor de los dioses antes de un conflicto o tras una victoria. Si se confirma esta teoría, el hallazgo adquiriría un matiz ritual, lo que obligaría a reinterpretar el paisaje religioso del norte de Gales durante el periodo romano.

Además de su valor histórico y económico, el hallazgo tiene implicaciones patrimoniales. Según la legislación vigente en Gales, todo hallazgo considerado “tesoro” debe ser reportado a las autoridades y entregado para su valoración. Si un museo desea adquirirlo, el descubridor y el propietario del terreno recibirán una compensación económica, lo que garantiza tanto la protección del patrimonio como el reconocimiento del mérito de quienes lo encuentran.

Una de las vasijas con las monedas, tal y como fue encontrada
Una de las vasijas con las monedas, tal y como fue encontrada. Foto: Minelab/Christian Pérez

Un nuevo capítulo para la arqueología romana en Gales

Gales, aunque a menudo eclipsada por Inglaterra en cuanto a hallazgos arqueológicos, posee una rica herencia romana. Fortalezas como Caerleon o Carmarthen y villas rurales dispersas por todo el territorio revelan una ocupación prolongada y una intensa romanización, especialmente durante los siglos II y III d.C. El hallazgo de este tesoro añade una nueva pieza a ese rompecabezas y sugiere que aún queda mucho por descubrir bajo los campos aparentemente tranquilos del país.

Los investigadores confían en que este descubrimiento impulse nuevas investigaciones arqueológicas en la zona, y también que sirva como recordatorio de la importancia de preservar la memoria histórica, incluso cuando aparece de forma fortuita y casi milagrosa. Porque, a veces, basta un simple pitido metálico en el barro para reescribir lo que creíamos saber sobre un periodo entero de nuestra historia.

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