Al pensar en herramientas prehistóricas, es muy probable que nos imaginemos útiles fabricados con piedra o hueso. Tales imágenes mentales tiene su razón de ser: la piedra y el hueso resisten mejor que los materiales orgánicos el paso de tiempo. Sin embargo, una reciente investigación arqueológica en China ha logrado transformar la narración histórica al descubrir, en el yacimiento de Gantangqing, ubicado en el suroeste del país, un conjunto excepcional de instrumentos fabricados en madera.
El equipo interdisciplinar ha identificado herramientas de madera que utilizaron los homínidos hace unos 300.000 años, lo que supone un descubrimiento sin precedentes en Asia Oriental y un hito en el estudio de las capacidades tecnológicas de nuestros ancestros. Los resultados de la investigación, que se han publicado en la revista Science, no solo aportan pruebas del uso sofisticado de la madera como materia prima, sino que también revela un estilo de vida centrado en el aprovechamiento de recursos vegetales en un un ecosistema lacustre subtropical.

Condiciones excepcionales para una conservación extraordinaria
La madera, a diferencia de la piedra o el hueso, es un material orgánico altamente perecedero. Se descompone con rapidez por la acción de los microorganismos, la oxidación y los cambios ambientales. Por ello, encontrar en el registro arqueológico herramientas de madera anteriores a los 50.000 años resulta raro fuera de África y Eurasia occidental. El yacimiento de Gantangqing, por tanto, representa una excepción notable.
Las herramientas se hallaron entre 2014–2015 y 2018–2019 en sedimentos arcillosos con bajo contenido de oxígeno, situados en una antigua línea de costa del lago Fuxian. Estas condiciones anaeróbicas actuaron como un agente de conservación natural que consiguieron preservar los objetos de madera durante cientos de miles de años. Así, tal rareza ha convertido el yacimiento en uno de los más importantes del Paleolítico temprano en Asia.
Tecnología de la madera: formas, funciones y materiales en Gantangqing
El equipo recuperó un total de 35 objetos de madera modificados que se elaboraron, principalmente, con pino, aunque algunos se tallaron en maderas duras. Los útiles presentaban una notable diversidad morfológica. Algunos tenían extremos redondeados, otros contaban con un filo similar a los de los cinceles o mostraban hojas con rebordes. También se registraron herramientas curvas que quizás se emplearon para cortar raíces.
Entre ellos, además, se identificaron dos grandes palos cavadores diseñados para un uso a dos manos. Estas piezas no cuentan con paralelos documentados en otros yacimientos paleolíticos, lo que sugiere una adaptación localizada que deriva de las tareas específicas que exigía el entorno. Además, se recuperaron herramientas de menor tamaño para la realización de tareas manuales finas y, al menos, cuatro utensilios con forma de gancho.
El análisis microscópico mostró que 19 de los objetos presentaban rastros de raspado, resultado del modelado o del uso, mientras que 17 poseían superficies alisadas mediante un pulido deliberado. También se encontraron huellas de un uso intensivo, como residuos de suelo adheridos, ranuras paralelas en los bordes y los patrones característicos de desgaste. Todos estos datos confirman su uso funcional como herramientas.

La datación de este inusual hallazgo
Para determinar la antigüedad de las herramientas, el equipo aplicó una serie de técnicas avanzadas que le permitieron fechar los sedimentos en los que se encontraban los artefactos. La luminiscencia estimulada por infrarrojos (IRSL) permitió analizar más de 10.000 granos minerales extraídos de distintos estratos.
Los resultados indican que los depósitos se acumularon entre 350.000 y 200.000 años atrás. Además, el análisis de un diente de mamífero hallado en el mismo nivel ofreció una fecha más precisa: 288.000 años, lo que corroboró las estimaciones previas. La integración de todos los datos mediante modelado estadístico permitió fechar los niveles arqueológicos que contenían las herramientas entre 360.000–300.000 y 290.000–250.000 años antes del presente. Estas fechas sitúan el yacimiento de Gantangqing dentro del Pleistoceno Medio, un momento clave para la evolución humana en Asia.

Un entorno lacustre exuberante
El análisis ambiental de Gantangqing también ha permitido reconstruir de manera detallada el ecosistema que habitaban estos antiguos humanos. A partir del polen fósil extraído de los sedimentos, se identificaron al menos 40 familias de plantas que revelan un clima cálido y húmedo, propio de las regiones tropicales o subtropicales. Entre las especies predominaban árboles, lianas, hierbas y arbustos característicos de las zonas húmedas.
La presencia de plantas acuáticas sugiere un hábitat lacustre o palustre, y los restos faunísticos hallados —rinocerontes, tortugas, aves zancudas y patos buceadores— refuerzan esta interpretación. En conjunto, el paisaje debió ser una mosaico ecológico de praderas, matorrales y bosques, con cuerpos de agua permanentes de entre 2 y 3 metros de profundidad, como mínimo.
Un sistema de subsistencia basado en los vegetales
Las herramientas de Gantangqing muestran un notable grado de especialización en su diseño para adaptarse a la recolección de recursos vegetales. En el la zona, se ha documentado la presencia de especies comestibles como los piñones, las avellanas, las bayas similares a frambuesas, las uvas, los kiwis y los helechos, además de plantas acuáticas con hojas, semillas y rizomas aprovechables.
Los investigadores proponen que los homínidos que habitaban Gantangqing hacían incursiones estacionales a la orilla del lago, provistos de palos cavadores. Las comunidades demostraban un notable grado de planificación: así, sabían reconocer los ciclos de la vegetación, identificar qué partes de cada especie eran comestibles y elaborar herramientas distintas para usarlas en tareas concretas. La arqueología, por tanto, ha demostrado que las poblaciones de Gantangqing dependían, en gran medida, de los vegetales. Esta evidencia contrasta con otros yacimientos coetáneos de zonas templadas o frías, donde la caza fue la principal actividad económica.
Un hallazgo sin precedentes en Asia Oriental
Más recolección y menos caza
Las herramientas de Gantangqing representan la evidencia más antigua conocida del uso de palos cavadores y de la explotación sistemática de tubérculos en el ámbito biogeográfico oriental. La sofisticación tecnológica de estos objetos, unida a su diversidad funcional, contradice la imagen de una Asia Paleolítica tecnológicamente rezagada respecto a Europa o África.
En comparación con yacimientos como Schöningen (Alemania), donde predominan las lanzas de caza, o Clacton (Reino Unido) y Florisbad (Sudáfrica), donde se hallaron útiles de madera menos variados en diseño y función, los hallazgos de Gantangqing revelan una forma de vida distinta, más centrada en la recolección que en la caza.

¿Una edad de la madera?
Por otro lado, este descubrimiento refuerza la hipótesis de que la llamada Edad de piedra no estuvo dominada de manera sistemática, valga la redundancia, por la piedra. De hecho, incluyó un uso intensivo de materiales orgánicos que, por desgracia, rara vez sobreviven en el registro arqueológico.
Gracias a unas condiciones de conservación excepcionales, hoy podemos vislumbrar una faceta hasta ahora poco explorada del pasado humano: aquella en que la recolección y el trabajo con materiales perecederos ocuparon un lugar central en la vida cotidiana. El yacimiento de Gantangqing no solo enriquece el conocimiento sobre el Paleolítico en Asia, sino que también nos recuerda la necesidad de repensar nuestras narrativas sobre la prehistoria.
Referencias
- Thiry, Médard y Milnes, Anthony. 2024. “Reports Engineered ‘landmarks’ associated with Late Paleolithic engraved shelters”. Journal of Archaeological Science: Reports, 55: 1-25. DOI: 10.1016/j.jasrep.2024.104490