En las aguas turquesas del Mediterráneo, frente a la moderna ciudad egipcia de Alejandría, un equipo de arqueólogos ha recuperado los vestigios de una ciudad antigua que durante siglos permaneció sepultada bajo el lecho marino. Se trata de Canopo, uno de los grandes centros urbanos del Egipto helenístico y romano, cuyos restos han vuelto a la superficie después de más de dos mil años de olvido.
Durante una operación reciente, llevada a cabo por el Instituto Europeo de Arqueología Subacuática en colaboración con el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto, se extrajeron del agua impresionantes esculturas, restos arquitectónicos y objetos cotidianos que confirman la importancia histórica de esta urbe. Los trabajos arqueológicos se centraron en la zona oriental de la ciudad sumergida, en las inmediaciones de la localidad actual de Abu Qir.
El hallazgo incluye estatuas de mármol y granito de figuras reales, fragmentos de templos, una esfinge de cuarcita con inscripciones del faraón Ramsés II y piezas de infraestructura portuaria, como un muelle de 125 metros que habría funcionado como embarcadero hasta la época bizantina. También se han identificado estanques tallados en roca que se utilizaban para el almacenamiento de agua dulce y la cría de peces, una evidencia más de la compleja vida urbana y económica que caracterizó a Canopo en la Antigüedad.
Canopo, la ciudad que desafió al tiempo (y al mar)
Antes de que existiera Alejandría, Canopo ya era un emporio comercial y espiritual clave en el delta del Nilo. Su estratégica posición en la costa la convirtió en un nodo esencial para el comercio griego y romano. Estrechamente vinculada con los mitos y los cultos religiosos de su tiempo, Canopo fue conocida por su templo dedicado a Serapis y por la mezcla de creencias egipcias, griegas y romanas que se practicaban en su territorio.

Pero la ciudad no sobrevivió a los embates de la naturaleza. Una combinación de terremotos, tsunamis y un proceso geológico conocido como licuefacción del suelo provocó su hundimiento progresivo. Para finales del siglo II d.C., gran parte de Canopo había desaparecido bajo las aguas del Mediterráneo. Sus suburbios occidentales quedaron enterrados bajo la actual Abu Qir, mientras que los orientales pasaron a formar parte del patrimonio sumergido de Egipto.
La actividad sísmica en la región, junto con el aumento del nivel del mar, fue el detonante de esta transformación geográfica. Lo que en la Antigüedad fue un próspero asentamiento costero, acabó siendo un paisaje submarino que solo ahora comenzamos a redescubrir.
Estatuas, templos y monedas: fragmentos de una civilización sumergida
Entre los objetos recuperados recientemente destaca un busto de mármol blanco de un noble romano, parcialmente conservado, que muestra una vestimenta elaborada y un trabajo de talla refinado. Junto a él, una estatua de una reina ptolemaica de granito negro casi intacta ha captado la atención de los investigadores por su magnífico estado de conservación y su simbología.
También se han extraído monedas romanas, elementos portuarios como anclas de piedra y piezas de embarcaciones comerciales. En el lecho marino se han hallado restos de un navío mercante, lo que confirma la intensa actividad marítima de la zona, además del uso de grúas portuarias durante la antigüedad tardía.
Estos descubrimientos forman parte ahora de la exposición "Secretos de la ciudad sumergida", inaugurada en el Museo Nacional de Alejandría, donde se exhiben 86 piezas procedentes de Canopo y Heraclión. La muestra busca acercar al público el fascinante mundo de las ciudades hundidas del delta del Nilo, su riqueza material y su legado espiritual.
Una advertencia desde el pasado: el futuro de Alejandría
La historia de Canopo no es solo un relato del pasado; también es un presagio del futuro. Alejandría, la gran metrópolis fundada por Alejandro Magno en el 331 a.C., afronta hoy desafíos similares a los que un día condenaron a su antecesora. La ciudad se hunde unos tres milímetros al año, y los expertos advierten que, incluso en el escenario más optimista de las Naciones Unidas, un tercio de la ciudad será inhabitable o estará bajo el agua para 2050.

La relación entre el patrimonio sumergido y el cambio climático adquiere aquí un nuevo significado. Los restos de Canopo son, en cierto modo, una cápsula del tiempo que muestra las consecuencias de los desastres naturales en las ciudades costeras. Hoy, cuando las ciudades del Mediterráneo enfrentan amenazas similares por el aumento del nivel del mar, los hallazgos arqueológicos sirven también como advertencia.
Este tipo de descubrimientos arqueológicos no solo enriquecen el conocimiento histórico, sino que también abren una ventana de reflexión sobre la fragilidad de las civilizaciones humanas frente a la naturaleza. Canopo, que alguna vez fue sinónimo de esplendor y poder, desapareció sin dejar rastro en tierra firme. Solo el mar guardó su memoria.
La arqueología subacuática como herramienta de memoria
Desde hace más de tres décadas, el equipo liderado por el arqueólogo francés Franck Goddio ha explorado las profundidades del delta del Nilo. Gracias a técnicas de detección avanzadas, como la magnetometría y el sonar de barrido lateral, han logrado mapear y excavar extensas zonas que revelan no solo ciudades sumergidas, sino también un modo de vida perdido.
La ciudad de Heraclión (también conocida como Thonis), descubierta cerca de Canopo, comparte el mismo destino y ha aportado hallazgos igualmente notables. Ambas ciudades formaban un triángulo portuario con Naucratis, articulando la red comercial que unía Egipto con el mundo helénico. Hoy, ese triángulo sumergido está siendo reconstruido a través de los fragmentos que emergen del agua.
A pesar de los avances técnicos, los arqueólogos son conscientes de las limitaciones que impone el entorno. Solo una pequeña parte de lo que yace bajo el mar puede ser recuperada, y siempre bajo estrictos criterios de conservación. La mayor parte del patrimonio seguirá en el fondo marino, no solo como ruina silenciosa, sino como archivo vivo de una civilización que aún tiene mucho que contar.