Descifran tablillas babilónicas de hace 3.800 años con profecías sobre eclipses que anunciaban muertes reales, plagas y guerras apocalípticas

Los eclipses no eran solo fenómenos astronómicos para los babilonios: eran señales divinas que podían anunciar el fin de una dinastía o la muerte del rey.
Revelan los mensajes ocultos en tablillas de hace 3.800 años
Revelan los mensajes ocultos en tablillas de hace 3.800 años. Representación artística. Foto: ChatGPT-4o/Christian Pérez

En algún momento del siglo XVIII a. C., en la ciudad mesopotámica de Sippar —hoy en ruinas en el actual Irak—, un escriba babilonio talló cuidadosamente en una tableta de arcilla húmeda una serie de advertencias que parecían extraídas del juicio final. Las palabras, grabadas en escritura cuneiforme, no eran simples supersticiones, sino parte de un complejo sistema de vigilancia astronómica al servicio del poder.

Estas tabletas, que llevan más de un siglo custodiadas por el British Museum, acaban de ser descifradas por los investigadores Andrew George y Junko Taniguchi, quienes han desvelado un inquietante compendio de 61 presagios ligados a eclipses lunares. El hallazgo, publicado en el Journal of Cuneiform Studies, representa la colección más antigua de este tipo jamás registrada y nos ofrece una visión sin precedentes del modo en que los babilonios interpretaban los movimientos celestes como señales divinas.

Lejos de ser un simple calendario o registro de observaciones, estas tabletas eran herramientas de alto voltaje político y religioso. Sus advertencias no iban dirigidas al pueblo llano, sino al mismísimo rey, cuyo destino, según los astrónomos babilonios, estaba atado al cielo.

Una astrología para proteger el trono

La antigua Babilonia no separaba religión de ciencia, ni el cielo de la tierra. Las estrellas eran vistas como un lenguaje codificado de los dioses, y los eclipses lunares, en particular, tenían un peso fatalista. Para los asesores reales, cada oscurecimiento del satélite podía anunciar desastres naturales, guerras, traiciones palaciegas o incluso la muerte del soberano.

Este tipo de interpretación no era arbitraria. El momento exacto del eclipse —si ocurría en la primera, segunda o tercera parte de la noche—, el lugar desde donde se ocultaba la luna, la dirección del paso de la sombra terrestre y su duración eran todos elementos clave para interpretar los augurios. Un eclipse al comienzo de la noche podía ser señal de una peste; uno en el último tramo, de una revolución. Y si la luna se cubría de forma repentina y total, la advertencia era inequívoca: un rey estaba destinado a morir.

Unas antiguas tablillas cuneiformes babilónicas con enigmáticos presagios, conservadas en el Museo Británico
Unas antiguas tablillas cuneiformes babilónicas con enigmáticos presagios, conservadas en el Museo Británico. Foto: British Museum/Christian Pérez

La labor del astrónomo babilonio no se limitaba a observar; también debía intervenir. Si los augurios eran negativos, se activaban protocolos de emergencia. Se realizaban rituales de purificación, se sacrificaban animales para consultar a los dioses y, en casos extremos, se nombraba a un rey sustituto: un hombre cualquiera que asumiría el trono simbólicamente durante unos días para absorber el mal destino… antes de ser ejecutado.

Ciencia y superstición en la cuna de la civilización

Las tabletas recientemente traducidas no solo reflejan un temor casi obsesivo por los eclipses, sino que revelan una forma de pensamiento extremadamente meticulosa. Los babilonios no eran meros creyentes en lo sobrenatural; eran observadores sistemáticos del firmamento.

Durante siglos, Babilonia fue uno de los centros astronómicos más avanzados del mundo antiguo. Las escuelas de escribas formaban especialistas que sabían leer los cielos y registrar los patrones de los cuerpos celestes con una precisión asombrosa para su época. Esos conocimientos se codificaban en listas como las ahora descifradas, que combinaban experiencia empírica y tradición oral para establecer una especie de manual de profecías astronómicas.

Muchas de estas predicciones tienen un tono casi apocalíptico. Se habla de invasiones de los gutis y los elamitas, pueblos enemigos de la región; de plagas mortales; de sequías devastadoras; de perros rabiosos cuyos mordiscos siempre resultaban fatales. Lo fascinante es que, en algunos casos, estos presagios podrían haber tenido un origen real, en eventos pasados que quedaron grabados en la memoria colectiva y convertidos en augurios universales.

El sistema de interpretación astral babilonio fue tan influyente que sobrevivió siglos, inspirando prácticas similares en otros pueblos mesopotámicos y, más adelante, en Grecia y Roma. Aunque con el tiempo su carácter mágico se diluyó, su base observacional perduró en la astronomía moderna.

Un hallazgo que reescribe la historia de la astrología

Hasta ahora, los únicos compendios similares conocidos eran un conjunto de 32 tablillas encontradas cerca del Éufrates, pero que no diferenciaban entre eclipses solares y lunares. Las cuatro tabletas analizadas por George y Taniguchi, en cambio, sí lo hacen con precisión, y su origen común en Sippar sugiere que formaban parte de un archivo oficial o biblioteca palaciega.

Una tablilla cuneiforme que contiene un registro de eclipses lunares
Una tablilla cuneiforme que contiene un registro de eclipses lunares. Foto: British Museum

Esta colección se convierte así en el conjunto más antiguo y sofisticado de predicciones lunares jamás hallado. Y su importancia va más allá de lo anecdótico: demuestra que, hace cuatro milenios, ya existía en Mesopotamia una tradición astronómica sólida, ligada estrechamente al poder político y al culto religioso.

El estudio de estas tablillas nos obliga a replantear cómo entendemos la relación entre ciencia y religión en las civilizaciones antiguas. Para los babilonios, observar el cielo no era una curiosidad académica, sino una cuestión de supervivencia nacional.

Más aún, este sistema demuestra hasta qué punto los líderes antiguos confiaban su destino a los signos celestes. Los reyes podían construir palacios, dirigir ejércitos y someter pueblos, pero ante un eclipse lunar, no eran más que piezas en el tablero de los dioses.

Cuando el cielo era un texto sagrado

Hoy, en una era de telescopios y estaciones espaciales, cuesta imaginar un mundo en el que un eclipse desencadenaba sacrificios humanos o podía hacer temblar un trono. Pero esas tabletas de arcilla, que durante más de 100 años permanecieron mudas en una vitrina del museo, nos recuerdan que durante milenios, el cielo fue algo más que un espectáculo natural: era un texto sagrado, una advertencia perpetua escrita por los dioses en la oscuridad de la noche.

Y en ese texto, los eclipses no eran simplemente sombras pasajeras, sino líneas subrayadas en rojo en el gran libro del destino.

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