Nos hemos acostumbrado de tal manera a la luz artificial que la organización de nuestro día depende de ella. Sin la luz artificial, difícilmente podríamos pasear por las calles de madrugada o leer entrada la noche. Los mecanismos que buscan espantar las tinieblas a fuerza de ingenio y tecnología no es nada nuevo. También en el Imperio romano, la iluminación de los hogares y los espacios públicos fue un aspecto crucial de la vida cotidiana. Aunque, en los territorios del Mediterráneo, la luz natural abundaba durante el día, la iluminación artificial se volvía indispensable al caer la noche, especialmente en invierno cuando las horas de luz solar eran más cortas. En este contexto, la iluminación artificial no solo facilitaba las actividades nocturnas, sino que también desempeñaba un papel importante en la seguridad y la socialización.
Sistemas de iluminación en las casas romanas
Lámparas y candelabros
La iluminación en las casas romanas influía de manera significativa en las actividades nocturnas. Las lámparas de aceite (lucernae) constituían el sistema de iluminación más común y se utilizaban tanto para iluminar espacios grandes como pequeños. Sin embargo, estas lámparas requerían estar cerca para proporcionar suficiente luz, ya que su intensidad era limitada. Por ejemplo, para iluminar una habitación de tamaño considerable, se necesitaban varias lámparas, lo que indica que la iluminación resultaba más efectiva en espacios reducidos o cuando se utilizaba para tareas específicas como leer o realizar trabajos manuales.
Las candelas, que consistían en una capa de cera o sebo envuelta en un pabilo vegetal, eran más comunes en las salidas nocturnas de los señores, mientras que las antorchas, hechas de madera resinosa, se reservaban para ocasiones especiales. En los hogares romanos, sobre todo en los de clase alta, la iluminación se lograba mediante luminarias de terracota y metal. Las lámparas de terracota eran las más comunes y se utilizaban en la mayoría de los hogares, mientras que las de metal, como los candelabros de bronce, se reservaban para las áreas de recepción y los salones de las casas más lujosas.
Estos candelabros, que podían alcanzar hasta 1,5 metros de altura, solían decorarse con patas de león, caballo, cabra o incluso trompas de elefante. Se utilizaban para iluminar las pinturas murales coloridas y los revestimientos de mármol que adornaban las paredes de las habitaciones.

Una cuestión de estatus
La iluminación en los hogares romanos, por tanto, también funcionana como un elemento de representación social. En las casas grandes, las cenas y banquetes se convertían en eventos importantes que requerían una iluminación adecuada para resaltar la riqueza y el estatus del anfitrión. Los preparativos para estas cenas, que podían durar varias horas, necesitaban una iluminación artificial tanto en la cocina como en el comedor principal.
La luz y el diseño arquitectónico
Los romanos, además, recurrían a otras técnicas para mejorar la iluminación de sus casas. La ubicación de las salas de estar y comedor se planificaba con minucia para aprovechar la luz natural durante el día. Los planos arquitectónicos solían seguir recomendaciones como las de Vitruvio, quien sugería orientar las salas de comer hacia el este para el otoño y la primavera, y hacia el norte para el verano.

Iluminación pública y seguridad
En cuanto a la iluminación en los espacios públicos, la responsabilidad de mantener las calles iluminadas recaía en gran medida en los propios habitantes de las urbes. Aunque no hay evidencia literaria directa, se cree que se acostumbraba a colocar lámparas en las entradas de las casas durante la noche para iluminar las calles. Sin embargo, según comentarios de autores como Basilio de Cesarea y Procopio, en la Antigüedad tardía la iluminación pública parece haber disminuido en algunas partes del Imperio romano, especialmente en el este.
La seguridad nocturna constituía un aspecto crucial en las ciudades romanas. En Ostia, por ejemplo, los vigiles (una especie de cruce entre la policía y el servicio de bomberos) tenían la tarea de proteger a los habitantes de ladrones y otros delincuentes. Uno de sus funcionarios se denominaba exactus lanternarum: era el responsable de supervisar las lámparas y antorchas utilizadas para iluminar las calles durante la noche. Los vigiles también actuaban como sebaciarii, los encargados de preparar las antorchas de sebo para las rondas nocturnas.

La iluminación en los espacios públicos
En los baños públicos, otro espacio social importante en la vida romana, la iluminación artificial resultaba esencial. Los baños requerían controlar la temperatura y limitar la luz natural, por lo que las lámparas se utilizaban en varias áreas para mantener un ambiente acogedor. En el caso de las termas de Nettuno en Ostia, se encontraron 27 lámparas en el área de la caldera, lo que indica el uso intensivo de la iluminación artificial en estos espacios.ney/
La producción y el uso de lámparas también reflejaban las condiciones económicas y sociales de la época. Según el Edicto sobre Precios Máximos de Diocleciano, del año 301 d.C., un lote de diez lámparas de cerámica costaba cuatro denarios. Este precio las hacía accesibles para la mayoría de la población, considerando que el salario anual de un trabajador libre era de entre 125 y 250 denarios.

Innovaciones tecnológicas en la iluminación
En la Antigüedad tardía, la innovación tecnológica en la iluminación se centró en el uso del vidrio. Aunque, en un principio, su uso fue más común en el Mediterráneo oriental, el uso de lámparas de vidrio se extendió por el occidente. Estas lámparas, que consistían en un recipiente de vidrio con una capa de aceite en la parte superior y una mecha flotante, ofrecían una alternativa a las lámparas de terracota cuando la disponibilidad de aceite para combustible se volvía problemática.
La antigua Roma: un mundo de luz
Como sucede en el presente, la iluminación en el Imperio romano fue un aspecto vital de la vida cotidiana. No solo permitía que se pudieran llevar a cabo ciertas actividades durante la noche, sino que también reflejaba el estatus social y contribuía a la seguridad y la socialización en hogares y espacios públicos. Nuevas formas de iluminación, como las lámparas de vidrio, ofrecieron soluciones innovadoras para las necesidades de iluminación en una época de cambios económicos y sociales.
Referencias
- Bielfeldt, Ruth y Johannes Eber (eds.). 2023. Nuova luce da Pompei a Roma. Roma: Musei Capitolini.