En la vasta historia de Eurasia, pocos imperios han sido tan fundamentales y, a la vez, tan desconocidos como el Imperio kushán. Surgido del dinamismo de los pueblos nómadas que ocupaban los territorios de Asia Central, los kushanes dominaron una vasta región entre los siglos II y IV d.C. y controlaron territorios clave tanto al norte como al sur del Hindu Kush. A pesar de su importancia como puente entre el mundo iranio, el indio y el romano, los kushanes han permanecido, en gran medida, en la sombra de las grandes narrativas históricas. A continuación, exploramos el origen, expansión y legado de esta potencia política y militar del mundo antiguo.
Los orígenes nómadas: de los yuezhi a los Kushanes
El Imperio kushán hunde sus raíces en las migraciones de los yüeh-zhi o yuezhi, un conglomerado de tribus nómadas que, tras ser derrotadas por los Xiongnu entre los siglos III y II a.C., emigraron hacia el oeste. Los yuezhi, que se identifican con los tocarios mencionados en las fuentes grecorromanas, terminaron asentándose en la región de Bactria, al norte del Hindu Kush, donde cimentaron su poder político.
Entre las cinco tribus principales de los yuezhi, hubo una, los guishuang, que daría origen al linaje kushán. A través de las fuentes escritas chinas y la evidencia numismática, sabemos que Kujula Kadphises, el primer gran líder kushán, unificó las tribus y emprendió un proceso de expansión que lo llevaría a conquistar la región del Kabul y enfrentarse tanto a los partos como a otros poderes locales. Surgía así el germen del imperio.

La consolidación del poder: Kujula Kadphises y sus sucesores
Kujula Kadphises fue el primer gobernante en proclamarse como “el Kushán” y en acuñar moneda propia, un símbolo claro de soberanía. Su reinado marcó la transición de los kushanes de un conglomerado tribal a un imperio organizado. Posteriormente, su hijo Vima Takto, conocido anteriormente como "Soter Megas" en la numismática, extendió aún más los dominios kushanes hacia la llanura del Ganges.
Evidencias epigráficas como la inscripción de Rabatak confirman la genealogía real y establecen que Vima Kadphises, hijo de Vima Takto, consolidó el control sobre el norte de India. Una de sus innovaciones más duraderas fue la introducción de una moneda sólida de oro, prueba de la riqueza que el Imperio kushán alcanzó gracias al dominio de las rutas comerciales entre India, Asia Central y el mundo romano.

Kanishka el Grande y la edad de oro del Imperio kushán
Kanishka I representa la figura más emblemática del Imperio kushán. Bajo su reinado, el imperio alcanzó su máxima extensión territorial: llegó a abarcar desde el Oxus hasta el Ganges medio. Kanishka consolidó su autoridad política, impulsó el comercio internacional y apoyó de forma activa el florecimiento cultural y religioso, en particular el budismo.
Aunque en las reconstrucciones tradicionales se le ha vinculado con la difusión del budismo, las fuentes, como las inscripciones de Surkh Kotal y Rabatak, muestran que también patrocinó deidades iranias e hindúes. Así, Kanishka ejemplifica un modelo imperial basado en la tolerancia y la integración cultural, clave para la estabilidad del imperio.
La expansión hacia el Tarim Basin también permitió a los kushanes controlar rutas de gran importancia en la Ruta de la Seda. Esto potenció aún más su influencia económica y cultural.

Un imperio entre Roma y Partia
Los contactos entre los kushanes y las demás potencias contemporáneas que dominaban el panorama histórico fueron intensos. Las embajadas kushanas, por ejemplo, visitaron la corte de Antonino Pío en Roma, y sus enfrentamientos con los partos en Asia Central marcaron una dinámica de competencia regional. El Imperio kushán emergió como un actor clave en el delicado equilibrio de poder entre Roma, Partia y China.
El comercio de bienes de lujo, además, sobre todo de la seda y las especias, se vio enormemente favorecido por el imperio. Se generó así una época de prosperidad en las ciudades de Gandhara, Mathura y Bactria.
El inicio del declive: crisis internas y presiones externas
Tras la muerte de Kanishka, su sucesor Huvishka mantuvo la estabilidad durante un tiempo, pero la presión creciente de los sasánidas en el oeste y la fragmentación interna debilitaron de manera progresiva al Imperio kushán. Vasudeva I fue el último gran emperador kushán. Tras su reinado, los territorios del norte fueron absorbidos por los sasánidas, y el dominio kushán se retrajo a regiones más limitadas del norte de India. La creación del linaje kushano-sasánida en Bactria simboliza esta transformación, en la que la identidad kushán se diluyó en nuevas formaciones políticas.

El legado kushán
El Imperio kushán dejó un legado duradero en Asia Central y el subcontinente indio. La consolidación de la región de Tokharistán, del impulso al comercio transcontinental y la difusión del arte y la iconografía gandharense son huellas indelebles de su influencia.
Otras contribuciones que perduraron mucho más allá de la desaparición política del imperio fueron la adopción del idioma bactriano como lengua oficial, el establecimiento de un modelo monetario sólido y la promoción del budismo en Asia Central. Por otro lado, la estructura imperial kushán sirvió como modelo para futuros imperios regionales, desde los turcos hasta los primeros estados islámicos de la región.
El Imperio kushán fue una potencia nómada que logró crear uno de los primeros grandes imperios de Eurasia, conectando mundos diversos a través del comercio, la diplomacia y la cultura. Su historia, aunque fragmentaria, revela la magnitud de su impacto en el devenir histórico de Asia Central y el norte de India. A través de su legado, los kushanes se muestran como uno de los grandes artífices del mundo antiguo.
Referencias
- Rezakhani, Khodadad. 2022. "The Kushan Empire", en Michael Gehler y Robert Rollinger (eds.), Empires to be remembered: Ancient worlds through modern times, pp. 299-331. Wiesbaden: Springer Fachmedien Wiesbaden.