¿Por qué Lucy no era veloz? Un estudio cambia lo que sabemos de la evolución al explicar por qué correr fue la clave para el éxito del Homo sapiens

Un reciente estudio revela las limitaciones de Lucy para correr, destacando cómo la evolución de la carrera marcó un antes y un después en la historia humana.
El secreto detrás de la lenta carrera de nuestros ancestros
El secreto detrás de la lenta carrera de nuestros ancestros. Foto: Wikimedia/Istock/Christian Pérez

Hace más de 3 millones de años, en los vastos paisajes de lo que hoy es Etiopía, Australopithecus afarensis dejó su huella en la historia de la humanidad. Entre ellos destaca Lucy, el fósil más icónico de nuestra prehistoria. Aunque su andar erguido marcó un hito evolutivo, un reciente estudio ha sacado a la luz un dato crucial: Lucy no habría sido una corredora eficiente. Este hallazgo no solo nos ofrece una nueva perspectiva sobre la vida de nuestros ancestros, sino que también redefine cómo entendemos el origen de nuestras capacidades físicas.

Más que caminar, ¿podía correr?

El estudio, publicado en Current Biology, combinó simulaciones digitales y modelado 3D basados en el esqueleto de Lucy, aportando datos reveladores sobre sus capacidades motoras. Aunque Lucy podía caminar erguida, su capacidad para correr era limitada tanto en velocidad como en eficiencia. Los investigadores determinaron que, incluso en las mejores condiciones, su velocidad máxima era de unos 5 metros por segundo, significativamente inferior a los estándares humanos modernos. Para ponerlo en perspectiva, un corredor promedio puede alcanzar casi el doble de velocidad, mientras que los atletas de élite triplican esa cifra.

Este análisis detallado no solo aborda la velocidad, sino también el costo energético de correr. Para Lucy, esta actividad habría requerido entre 1,7 y 2,9 veces más energía que para un humano actual, lo que la hacía poco práctica como estrategia de supervivencia.

Descubren por qué Lucy, de hace más de 3 millones de años, no podría haber huido de un depredador
Descubren por qué Lucy, de hace más de 3 millones de años, no podría haber huido de un depredador. Foto: Wikimedia

Las claves están en los tendones y los músculos

La estructura anatómica de Lucy resulta ser el principal obstáculo en su desempeño como corredora. Su pequeño tamaño, brazos largos y una ausencia notable de un tendón de Aquiles desarrollado como el de los humanos modernos la colocan en desventaja. Este tendón, junto con las fibras musculares cortas de la pantorrilla, es crucial para el almacenamiento y liberación de energía durante la carrera, lo que reduce significativamente el esfuerzo necesario.

Sin esta “ingeniería natural” que caracteriza a los Homo sapiens, Lucy dependía de una biomecánica menos eficiente. Aunque las simulaciones añadieron características musculares más humanas a su modelo, los resultados mostraron que sus capacidades seguían siendo inferiores, subrayando la importancia de las proporciones corporales y los músculos especializados en la evolución de nuestra especie.

Imágenes que muestran las simulaciones de la zancada más rápida de Australopithecus afarensis
Imágenes que muestran las simulaciones de la zancada más rápida de Australopithecus afarensis. Foto: K. T. Bates et al., Current Biology (2024)

Un nuevo enfoque sobre la evolución del running

Este hallazgo refuerza una teoría fascinante: las habilidades de correr no surgieron como una extensión natural de caminar, sino que requirieron adaptaciones evolutivas específicas. Estas adaptaciones parecen haber aparecido con la llegada del género Homo, hace unos 2 millones de años, marcando un punto de inflexión en nuestra historia.

La capacidad de correr a larga distancia ofreció ventajas evolutivas significativas. Desde la caza de persistencia, que permitía a nuestros ancestros agotar a sus presas, hasta la posibilidad de huir de depredadores o explorar territorios más amplios, correr se convirtió en una herramienta clave para la supervivencia. Lucy, con sus limitaciones, probablemente dependía más de la recolección cercana y de su habilidad para trepar árboles que de recorrer largas distancias a pie.

El impacto en la narrativa de nuestra evolución

Lucy, descubierta en 1974, ya había revolucionado nuestra comprensión de la evolución humana. Su esqueleto, conservado en un 40 %, ofreció la primera evidencia clara de que los homínidos caminaban erguidos millones de años antes de la aparición de los Homo sapiens. Ahora, este nuevo análisis añade una capa más compleja a su historia.

Lo que este estudio destaca es que la evolución de la locomoción humana no fue un proceso lineal. Mientras que Lucy representa un importante paso hacia el bipedalismo, sus limitaciones para correr nos recuerdan que el camino hacia nuestras capacidades actuales fue largo y lleno de hitos específicos. Este hallazgo también plantea preguntas sobre cómo las diferentes especies de homínidos se adaptaron a sus entornos y cuáles fueron las presiones selectivas que moldearon nuestras habilidades.

Este estudio demuestra que correr no siempre fue una habilidad humana
Este estudio demuestra que correr no siempre fue una habilidad humana. Fotos: Wikimedia

Lo que queda por descubrir

Aunque este estudio arroja luz sobre las capacidades de Lucy, también abre nuevas preguntas. Los investigadores planean incluir factores como la resistencia ósea, la dinámica del torso y la influencia del cansancio en futuras simulaciones. Estas variables podrían ofrecer una imagen aún más detallada de cómo se movían nuestros ancestros.

Lucy sigue siendo un icono de nuestra prehistoria, no solo por lo que sabemos de ella, sino por lo que aún queda por descubrir. Cada nuevo hallazgo nos acerca a comprender las complejidades de nuestra evolución, recordándonos que cada paso, literalmente, cuenta en la historia de la humanidad.

Referencias:

  • Bates KT, McCormack S, Donald E, et al. Running performance in Australopithecus afarensis. Curr Biol. Published online December 14, 2024. DOI: 10.1016/j.cub.2024.11.025

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