Un novedoso estudio demuestra que los moáis se movían caminando: un hallazgo que reescribe la historia

Un nuevo estudio combina arqueología experimental y modelado 3D para demostrar cómo los moáis de Rapa Nui eran transportados de pie mediante balanceo. Un hallazgo que cambia la forma de entender la ingeniería ancestral.
Fuente: Canva

En medio del Pacífico sur, en uno de los lugares más aislados del planeta, se alzan casi mil estatuas de piedra con expresión imperturbable. Los moáis de Rapa Nui, conocidos mundialmente por su tamaño colosal y su enigmática presencia, han sido objeto de preguntas y teorías durante siglos. ¿Cómo fue posible que una cultura sin maquinaria moderna ni animales de carga lograra transportar bloques de piedra de más de 80 toneladas a lo largo de kilómetros? La respuesta, ahora, parece estar más cerca que nunca.

Un nuevo estudio publicado en el Journal of Archaeological Science propone una solución que combina análisis arqueológico, modelado 3D y trabajo de campo experimental. La investigación, liderada por Carl Lipo, antropólogo de la Universidad de Binghamton, plantea que los moáis fueron trasladados “caminando” mediante una técnica de balanceo controlado, utilizando cuerdas y la forma específica de las estatuas. Lo que durante mucho tiempo fue considerado un misterio inabordable, ahora se presenta como un logro de ingeniería ancestral tan lógico como impresionante.

La hipótesis del movimiento en pie

Durante años se sostuvo que los moáis fueron transportados en posición horizontal sobre estructuras de madera o rodillos, una idea que planteaba serios desafíos logísticos y ambientales. En cambio, la hipótesis que Lipo y su equipo defienden propone un método menos destructivo y más eficiente: las estatuas eran desplazadas en posición vertical, mediante un movimiento de balanceo hacia los lados que imitaba el caminar humano. Esta idea no es nueva, pero hasta ahora no había sido demostrada con suficiente evidencia empírica.

Para validar la hipótesis, el equipo diseñó un experimento controlado con una réplica de moái de 4,35 toneladas. Un grupo de solo 18 personas logró mover la estatua 100 metros en 40 minutos, aplicando tensión a través de cuerdas sujetas en ambos lados y guiando el desplazamiento en zigzag. El éxito del experimento se apoyó, además, en modelos digitales detallados que simularon las condiciones físicas reales y compararon distintas opciones de transporte.

Según los autores, las formas específicas de los moáis no son accidentales. La base en forma de D y la inclinación hacia adelante estarían diseñadas precisamente para facilitar este tipo de transporte. El estudio concluye que “el diseño de los moáis presenta características consistentes con un sistema de transporte basado en el balanceo controlado”, lo que representa una evidencia clave para sustentar esta propuesta.

Las formas específicas de la base y la inclinación hacia adelante facilitaron el desplazamiento en vertical. Fuente: Journal of Archaeological Science

Pruebas físicas y modelado 3D

Uno de los elementos más sólidos del estudio es la combinación entre tecnología moderna y análisis arqueológico. El equipo utilizó escáneres láser de alta resolución para crear modelos tridimensionales de distintas estatuas. Estos modelos permitieron analizar cómo afecta la geometría del moái a su estabilidad, centro de masa y comportamiento durante el movimiento.

El análisis reveló que las estatuas con bases más anchas y bordes redondeados eran más estables durante el balanceo, mientras que aquellas con base plana tendían a volcarse con facilidad. Además, el ángulo de inclinación hacia adelante ayudaba a mantener el impulso del movimiento sin que la estatua perdiera el equilibrio. Estas características, que antes se interpretaban como errores de tallado o desgaste, adquieren así un nuevo sentido funcional y técnico.

En el propio estudio se señala que “el patrón de desgaste en las bases coincide con el tipo de fricción que produciría un movimiento de vaivén controlado”. Este tipo de evidencia material fortalece la interpretación de que los moáis eran transportados de pie y no tumbados, como sostenían teorías anteriores.

Más allá de las simulaciones digitales, los resultados obtenidos en los experimentos prácticos también sirvieron como prueba de concepto. La eficiencia lograda con apenas un grupo reducido de personas demuestra que el transporte vertical no solo era posible, sino más eficiente que las alternativas conocidas hasta ahora.

Modelo digital del moái con inclinación frontal, replicado para probar el método de balanceo. Fuente: Journal of Archaeological Science

La importancia de los caminos rituales

Uno de los aspectos más reveladores del estudio es el análisis del sistema vial de Rapa Nui. Lejos de ser simples senderos de paso, los caminos tienen una arquitectura particular: son anchos, con un perfil cóncavo que se ajusta a la forma de las estatuas, y muchas veces siguen rutas ceremoniales hasta plataformas sagradas (ahu).

El equipo observó que los caminos presentan señales de desgaste compatibles con el transporte de grandes bloques en vertical, y que en varias zonas los trayectos parecen haber sido preparados específicamente para este fin. Como indica el estudio, “la construcción de los caminos y el movimiento de las estatuas eran actividades integradas, parte de un mismo proceso social y ceremonial”.

Además, la presencia de caminos paralelos o superpuestos sugiere una logística compleja que requería planificación y coordinación a largo plazo. Esto pone en valor la capacidad organizativa y técnica de los habitantes de la isla, desafiando los estereotipos que los presentan como una sociedad en declive por el colapso ambiental.

El enfoque integrado del estudio permite entender el transporte de los moáis no solo como una hazaña física, sino como una práctica cultural cargada de significado, en la que cada desplazamiento era un evento social, ritual y político.

Respuesta a los escépticos

Las explicaciones sobre el movimiento de los moáis han estado tradicionalmente rodeadas de especulación y teorías sin base empírica. Desde intervenciones extraterrestres hasta tecnologías perdidas, las hipótesis más extravagantes se han difundido con facilidad. Frente a esto, el equipo liderado por Lipo propone una teoría basada en evidencia reproducible, mediciones físicas y arqueología experimental.

En palabras del propio estudio, “desafiamos a otros investigadores a presentar evidencia que refute el transporte por balanceo, ya que no hemos encontrado indicios que lo contradigan”. Esta afirmación no solo busca respaldar la solidez del modelo, sino también marcar un estándar de rigor para futuras investigaciones sobre el pasado de Rapa Nui.

La propuesta también reivindica la capacidad técnica de los pueblos polinesios. Lejos de depender de soluciones sobrenaturales, fueron capaces de resolver problemas complejos de ingeniería con recursos locales, aprovechando principios físicos de equilibrio, palanca y tracción.

Este enfoque rompe con narrativas coloniales que subestiman el ingenio de las culturas no occidentales, y destaca cómo la ciencia moderna puede ayudar a devolver el mérito a quienes lo merecen.

Qué nos enseñan los moáis hoy

Más allá de resolver un enigma arqueológico, este estudio abre una ventana al pensamiento técnico y social de una civilización insular. Los moáis no eran solo esculturas religiosas; eran también símbolos de cooperación, organización y conocimiento aplicado. Su construcción y traslado implicaban trabajo colectivo, planificación, diseño y un profundo entendimiento del entorno físico.

En tiempos en que el acceso a la tecnología parece ser la medida del progreso, resulta valioso recordar que la inteligencia aplicada no depende de computadoras ni máquinas. Los habitantes de Rapa Nui desarrollaron soluciones eficaces con materiales simples, y lo hicieron en armonía con su paisaje y sus creencias.

Este tipo de hallazgos también nos recuerda la importancia de reevaluar las ideas heredadas. Muchas veces, lo que damos por hecho sobre el pasado se basa más en prejuicios que en evidencia. El trabajo de Lipo y su equipo demuestra que, con las herramientas adecuadas, aún es posible revisar la historia con nuevos ojos.

Referencias

  • Carl P. Lipo, Terry L. Hunt, Anna M. Gibbons, Katherine L. Woo, Sean Hixon. The Walking Moai Hypothesis: Archaeological Evidence, Experimental Validation, and Response to Critics. Journal of Archaeological Science. https://doi.org/10.1016/j.jas.2024.105859.

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