Tras una década de misterio, monedas de oro halladas a 600 metros de profundidad confirman que el galeón San José, el naufragio más valioso del mundo, yace frente a Cartagena

Gracias a un análisis arqueológico con robots submarinos, un nuevo estudio revela cómo las monedas del galeón San José muestran los símbolos del poder colonial español en pleno siglo XVIII.
Reconstrucción artística de las monedas a partir de los datos del paper. Fuente: ChatGPT / E. F.

A veces la historia se conserva en objetos tan pequeños como una moneda. Y cuando esos objetos descansan a 600 metros bajo el mar, el hallazgo se convierte en un desafío técnico y científico sin precedentes. En el caso del galeón San José (uno de los españoles hundidos), lo que ha salido a la luz no es solo un tesoro en sentido material, sino una auténtica cápsula del tiempo del poder colonial español.

Un nuevo estudio publicado en Antiquity presenta los resultados de un análisis arqueológico no invasivo realizado sobre el pecio del San José, un barco de la Flota de Tierra Firme hundido en 1708 frente a las costas de Cartagena. Mediante tecnología de fotogrametría y vehículos operados remotamente, los investigadores han podido identificar monedas acuñadas en Lima en 1707, con símbolos, marcas y detalles que revelan cómo España estampaba su autoridad en cada pieza de oro que cruzaba el Atlántico.

El naufragio más codiciado del mundo hispánico

El San José fue uno de los principales buques encargados de transportar riquezas desde el Virreinato del Perú hasta la metrópoli española. En su viaje final llevaba oro, plata, piedras preciosas y mercancías destinadas a sostener los esfuerzos de guerra en Europa. Fue atacado por navíos británicos durante la Guerra de Sucesión Española y explotó tras un impacto en sus reservas de pólvora. Sus restos se perdieron durante más de tres siglos.

Durante ese tiempo, su búsqueda se convirtió en una obsesión para gobiernos, arqueólogos y empresas privadas. El valor del cargamento se estima hoy en más de 17.000 millones de dólares, pero el verdadero valor reside en la historia que las monedas y los objetos pueden contar. No se trata solo de una riqueza material, sino de una riqueza documental y cultural.

En 2015, el gobierno colombiano anunció que había localizado el naufragio. Sin embargo, no fue hasta 2021 y 2022 cuando se llevaron a cabo campañas arqueológicas sistemáticas, centradas en el estudio visual del sitio y sus objetos, sin recuperarlos del lecho marino. “Desde 2015, cuatro campañas no invasivas han documentado el pecio del galeón San José en el Caribe colombiano”, explican los autores en el artículo.

Fuente: Antiquity

Tecnología bajo el agua: arqueología sin tocar el pasado

Las condiciones del yacimiento obligaron a usar tecnología de punta. Debido a la profundidad en la que se encuentra el galeón, los arqueólogos no pueden bucear directamente hasta él. En su lugar, utilizaron vehículos operados remotamente (ROV), como el Lynx Saab Seaeye, capaces de trabajar en condiciones extremas.

Estos dispositivos capturaron miles de imágenes de alta resolución, que se procesaron mediante técnicas de fotogrametría para generar reconstrucciones tridimensionales detalladas. Gracias a este sistema, se pudo estudiar la disposición de los objetos y analizar en profundidad detalles como inscripciones y marcas visuales. “Estas réplicas digitales precisas permiten identificar patrones en la distribución de materiales, como artefactos, cargamento y restos estructurales”, señalan los autores.

La ventaja de este enfoque es doble: por un lado, permite preservar intacto el yacimiento, y por otro, ofrece una base de datos digital para estudiar sin mover una sola piedra. La arqueología se transforma así en un ejercicio de observación extrema, donde cada imagen aporta nueva información sin alterar el entorno.

Fuente: ChatGPT / E. F.

El lenguaje visual del Imperio español en una moneda

Las monedas analizadas, conocidas como macuquinas, eran monedas irregulares, golpeadas a mano a partir de lingotes de oro. Los ejemplares identificados tienen un diámetro de 32,5 milímetros y una masa estimada de 27 gramos. En su anverso aparece una variante de la cruz de Jerusalén con el escudo cuartelado de Castilla y León; en el reverso, las Columnas de Hércules coronadas sobre las olas del mar, símbolo distintivo de la Casa de Moneda de Lima.

Además, las monedas contienen otras marcas de interés: la letra “L” indica su procedencia (Lima), el número “8”señala la denominación en escudos y la letra “H” identifica al ensayador Francisco de Hurtado, activo en 1707. También aparecen las letras “P. V. A.”, abreviatura del lema imperial Plus Ultra“En la parte central de las columnas, pueden verse tres letras ‘P. V. A.’ que marcan la expresión del lema ‘Plus Ultra’”, detalla el artículo.

Estas marcas no son solo datos técnicos: eran formas visuales de imprimir el poder imperial en cada pieza de oro. Simbolizaban la autoridad real, la legitimidad de origen y la conexión entre las colonias americanas y la monarquía borbónica. Cada moneda era una miniatura propagandística del imperio.

De las minas andinas al fondo del mar

El oro usado para acuñar estas monedas provenía probablemente de minas situadas en Puno y Huamanga, en el actual Perú. La Casa de Moneda de Lima había retomado su actividad en 1683 y comenzó a acuñar oro en 1696. En 1706, el virrey Marqués de Castelldosrius fue encargado de enviar los tributos acumulados hacia la península. Las macuquinas formaban parte de ese envío.

El trayecto era complejo: desde el Pacífico, las cargas se trasladaban a través del istmo de Panamá hasta Portobelo, en la costa del Caribe. Allí se reunían con la Flota de Tierra Firme, y desde ese punto zarpaban hacia Cartagena y luego hacia Europa. En 1708, el San José era el buque insignia de esa flota. Su hundimiento significó la pérdida de un enorme cargamento destinado al Tesoro Real.

El hallazgo de monedas acuñadas en 1707 en Lima, junto con otros elementos arqueológicos, permite confirmar sin margen de duda que el barco hallado es el San José. El estudio señala que “el hallazgo de las cobs creadas en 1707 en la Casa de Moneda de Lima apunta a una embarcación que navegaba la ruta de Tierra Firme en el siglo XVIII temprano”.

Una moneda como testigo de su tiempo

Más allá de la identificación del pecio, el estudio aporta una reflexión clave sobre el papel de las monedas en arqueología. Las macuquinas, al no haber sido modificadas ni retiradas del contexto, ofrecen una oportunidad excepcional para estudiar el comercio, la política y la ideología visual de su época. “Este hallazgo ofrece una oportunidad única para explorar un sitio arqueológico submarino y profundizar en nuestra comprensión del comercio marítimo del siglo XVIII”, afirman los autores.

Estas monedas no solo reflejan rutas económicas; también son una forma de leer el pasado desde sus manifestaciones más tangibles. El hallazgo confirma que el oro viajaba no solo como riqueza, sino como símbolo de poder, control y fe imperial, representado gráficamente con todo cuidado.

Este tipo de análisis, basado en observación no invasiva, se convierte en modelo para futuras investigaciones subacuáticas. Permite combinar rigor científico, conservación patrimonial y tecnología de vanguardia, todo sin alterar el entorno original del hallazgo.

Referencias

  • Daniela Vargas Ariza, Antonio Jaramillo Arango, Jesús Alberto Aldana Mendoza, Carlos Del Cairo Hurtado y Juan David Sarmiento Rodriguez. The cobs in the archaeological context of the San José Galleon shipwreck. Antiquity (2025). https://doi.org/10.15184/aqy.2025.10095.

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