Tu perro, tu confidente, tu mejor amigo, el que no se separa de ti llueva o truene, el que sale a recibirte con honores cada día que llegas agotado del trabajo, él siempre merece lo mejor. Por eso, te vamos a contar qué comportamientos que quizá no sepas que le molestan.
Los perros son compañeros leales y cariñosos, pero a menudo malinterpretamos sus necesidades y preferencias. Aunque los consideramos parte de la familia, hay ciertos gestos humanos que pueden resultar incómodos o incluso estresantes. Comprender lo que realmente les molesta es clave para mejorar nuestra relación con ellos y asegurar su bienestar. En este artículo, exploraremos una serie de acciones comunes que los perros suelen detestar, ayudándonos a evitar situaciones que puedan incomodarlos. Estos comportamientos que los perros odian son esenciales de conocer en el ámbito de la etología canina y la psicología canina, de modo que la relación perro-dueño sea lo más armoniosa posible.
¿Por qué a los perros no les gustan los abrazos?
Los abrazos son una expresión de afecto muy común entre los humanos, pero para los perros, este gesto puede tener un significado completamente diferente. A menudo, un abrazo se interpreta como un acto de dominación. Los perros, por naturaleza, no se abrazan entre ellos y cuando un humano lo hace, puede hacerles sentir atrapados o controlados. Muchos perros muestran señales de incomodidad, como el cuerpo tenso o el desvío de la mirada, lo que indica que no están disfrutando de este contacto tan cercano. Aunque algunos pueden tolerarlo por el vínculo que han establecido con su dueño, no significa que lo encuentren agradable.
Además, los estudios han demostrado que la mayoría de los perros muestran signos de ansiedad cuando son abrazados. Investigaciones han revelado que más del 80% de los perros fotografiados mientras eran abrazados mostraban señales de malestar, como orejas hacia atrás o lamerse los labios. Para ellos, el gesto de un abrazo es más una imposición que una muestra de cariño, algo que debe tenerse en cuenta, especialmente cuando los niños interactúan con perros desconocidos.
Es esencial entender que, aunque los perros pueden soportar estos gestos por amor a sus dueños, no es una experiencia placentera para ellos. La recomendación es optar por caricias suaves en áreas como el lomo, de modo que el animal se sienta más cómodo. Este enfoque no solo respeta su espacio personal, sino que también fortalece la confianza y el vínculo entre perro y humano, promoviendo un auténtico human-animal bond.
Abrazos como símbolo de dominación
Para los perros, el lenguaje corporal es fundamental en la comunicación. Un abrazo, que para nosotros es un gesto de amor, puede ser percibido como una acción de control. En el mundo canino, los actos que limitan su movimiento se interpretan como dominación. Estos gestos pueden ser confusos cuando un humano los realiza, pues los perros no los entienden de la misma forma que los humanos.
Los perros suelen mostrar su incomodidad de maneras sutiles. Un perro que se siente dominado puede intentar liberarse del abrazo o mostrar estrés, como jadeos excesivos. Es crucial aprender a leer estas señales para evitar situaciones que generen ansiedad. Al respetar sus límites y buscar maneras más amables de demostrar afecto, se fomenta una relación basada en la confianza y el respeto mutuo.

Miradas fijas: Una amenaza para los perros
En el mundo canino, el contacto visual prolongado puede ser interpretado como un desafío o una amenaza. A diferencia de los humanos, que a menudo utilizan la mirada para conectar emocionalmente, los perros pueden sentirse intimidados cuando se les observa fijamente. Este tipo de conducta puede generar respuestas de estrés, como alejarse, ladrar o incluso gruñir.
Es importante recordar que, aunque el objetivo sea mostrar cariño, el perro puede no interpretarlo de la misma forma. Para evitar malentendidos, se recomienda interactuar con los perros de manera relajada y evitar el contacto visual directo por periodos prolongados, sobre todo si el perro no nos conoce bien. Un tono de voz suave o gestos corporales calmados contribuyen a que el animal se sienta más seguro y cómodo.
El impacto del estado de ánimo del dueño en el perro
Los perros son animales sumamente empáticos y tienden a reflejar el estado emocional de sus dueños. Si la persona está estresada o ansiosa, el perro probablemente también lo estará. Esta capacidad de mimetizarse con las emociones humanas es una de las razones por las que resultan compañeros tan especiales, pero también implica que nuestras emociones pueden afectarlos de manera significativa.
Cuando un dueño está de mal humor, el perro puede mostrar signos de estrés, como inquietud o cambios en el apetito. Al no entender las causas de nuestras emociones, el perro solo percibe el entorno emocional. Por ello, es crucial mantener un clima positivo y estable para el bienestar de nuestra mascota. Actividades conjuntas, como paseos largos o juegos, pueden mejorar el estado anímico y reforzar el vínculo afectivo.
Señales confusas en el lenguaje corporal
Los perros dependen en gran medida del lenguaje corporal para interpretar el mundo que los rodea. A menudo comprenden mejor nuestros gestos que nuestras palabras. Las señales contradictorias pueden generar confusión, provocando comportamientos inesperados. Por ejemplo, usar un tono firme para decir "quieto" mientras se hace un gesto que invita a acercarse confunde al animal.
Es fundamental ser coherentes en nuestra comunicación no verbal con los perros. Utilizar gestos claros y consistentes les permite responder adecuadamente. Al reconocer y corregir nuestras propias señales confusas, facilitamos una convivencia armoniosa y fortalecemos la relación perro-dueño.
La frustración de no atrapar un juguete
El juego es una parte esencial de la vida de un perro. Actividades como atrapar un juguete estimulan su mente y cuerpo, reforzando la motivación y la salud mental. Sin embargo, cuando se evita constantemente que el perro lo atrape, puede aparecer frustración y estrés. Para el perro, capturar un objeto forma parte de su instinto y es altamente gratificante.
Permitir que el perro logre atrapar su juguete le proporciona una sensación de logro y refuerza el vínculo positivo con el dueño. Al mismo tiempo, es importante establecer límites y asegurarse de que el juego no se convierta en algo descontrolado. De esta manera, se equilibra la diversión con un adecuado manejo de la conducta, contribuyendo a su bienestar.
La importancia de las reglas y rutinas
Los perros son animales de costumbres y encuentran seguridad en las rutinas y reglas claras. La falta de estructura puede generar ansiedad y comportamientos no deseados. Un entorno predecible brinda estabilidad y ayuda a que el perro se sienta más relajado.
Establecer horarios regulares para comer, pasear y jugar, así como límites definidos sobre lo que está permitido, resulta fundamental para el bienestar del perro. Esta rutina no solo favorece la tranquilidad del perro, sino que también simplifica la convivencia, facilitando el adiestramiento y reduciendo el estrés para ambas partes.
Exploración limitada: No dejar olfatear
El olfato es el sentido más desarrollado en los perros y les proporciona valiosa información sobre el entorno. Durante los paseos, la oportunidad de olfatear libremente es esencial para su bienestar mental y emocional. Restringir esta conducta natural puede generar frustración e impedirles sentirse seguros en el lugar donde se encuentran.
Permitir que el perro dedique tiempo a explorar con su nariz en los paseos enriquece su experiencia y reduce el estrés. Esto no implica recorridos interminables, sino ser conscientes de la importancia de este comportamiento y darle la prioridad adecuada para favorecer un estado de serenidad y confianza en el perro.
Acariciar la cara: Una invasión del espacio personal
Acariciar la cara de un perro puede parecer una muestra de cariño inofensiva, pero para muchos, este gesto resulta incómodo e incluso intimidante. La cara es una zona muy sensible, y un contacto inesperado puede ser visto como una invasión a su espacio personal. Aunque algunos perros toleran estas caricias, no significa que las disfruten.
Para evitar situaciones estresantes, es preferible acariciar zonas donde el perro se sienta más cómodo, como el lomo o el pecho. Esto respeta sus límites y promueve un vínculo basado en la confianza. Enseñar a otras personas, en especial a los niños, a no forzar caricias en la cara del perro ayuda a prevenir malentendidos y reacciones negativas.
El respeto a los perros desconocidos
Muchas veces se desea interactuar con un perro que se ve en la calle, pero no todos están cómodos con el contacto de extraños. Algunos pueden ser tímidos o haber tenido experiencias que les generan desconfianza. Forzar el acercamiento puede causar ansiedad y desembocar en conductas defensivas.
Es vital pedir permiso al dueño antes de interactuar con un perro desconocido y observar las reacciones del animal. Si se muestra relajado, se puede proceder con cuidado, permitiendo que él tome la iniciativa de acercarse. Esto fomenta una experiencia positiva y reduce el riesgo de incomodidad o rechazo.

Interacciones forzadas con perros no amigables
Al igual que las personas, los perros tienen preferencias y no siempre congenian con todos los de su especie. Obligar a un perro a interactuar con otro con el que no se lleva bien puede generar estrés y comportamientos agresivos. Es esencial reconocer las señales de incomodidad y no exponer al perro a situaciones que lo hagan sentir inseguro.
Supervisar cuidadosamente las presentaciones entre perros, asegurándose de que ambos estén relajados, es clave para evitar conflictos. Si un perro muestra señales de querer retirarse, se recomienda respetar su decisión y no insistir. Brindar libertad para escoger sus amistades fomenta la confianza y refuerza el bienestar emocional.
Correa tensa: Fuente de estrés
La forma de manejar la correa durante los paseos influye de manera significativa en la experiencia del perro. Una correa tensa transmite nerviosismo y puede hacer que el perro se sienta ansioso o a la defensiva. En cambio, una correa suelta promueve un paseo más relajado y agradable.
Es aconsejable aprender a manejar la correa de modo suave para evitar enviar señales de tensión al perro. Mantenerla floja, cuando sea seguro hacerlo, y evitar tirones bruscos ayuda al perro a disfrutar del exterior. Además, el uso de arneses antitirones puede ser beneficioso para aquellos que tienden a jalar excesivamente.
Paseos breves y su impacto negativo
Los paseos son una actividad esencial para la salud física y mental del perro. Sin embargo, los paseos apresurados pueden resultar insuficientes para satisfacer sus necesidades de exploración y ejercicio. Esto puede afectar su bienestar y provocar comportamientos problemáticos en casa.
Un paseo de calidad ofrece al perro suficiente tiempo para caminar, olfatear y socializar. Planificar rutas variadas y dejar espacio para la curiosidad del perro enriquece su experiencia y fortalece la relación perro-dueño. Contribuye a un animal más equilibrado y feliz en su día a día.
El efecto del mal humor del dueño
El estado de ánimo del dueño tiene una gran influencia en el comportamiento y la estabilidad emocional del perro. Al ser criaturas empáticas, los perros detectan con facilidad el estrés o la tristeza. Esto puede generar inquietud, temor o incluso actitudes destructivas en el perro, que no comprende el porqué del cambio de humor.
Para evitar este efecto negativo, resulta útil mantener un ambiente sereno y dedicar tiempo a actividades que favorezcan un clima positivo, como juegos o largos paseos. Así se previene la ansiedad en el perro y se afianza un vínculo donde prime el equilibrio emocional de ambos.
Disfraces no deseados y su incomodidad
Si bien puede resultar gracioso ver a un perro con un disfraz llamativo, no todos los perros disfrutan de esta experiencia. Algunos se sienten limitados en su movilidad o incómodos con la ropa, provocando ansiedad y estrés. Identificar estas señales es fundamental para evitar incomodar al animal.
Observar la reacción del perro al colocarle un disfraz permite determinar si se siente a gusto. Si intenta quitárselo o muestra señales de molestia, es preferible evitar forzar la situación. Alternativas como collares decorativos o accesorios ligeros pueden ser opciones menos invasivas que respetan su comodidad.
Acariciar durante el miedo: Refuerzo de la ansiedad
Cuando un perro experimenta miedo, la reacción instintiva de una persona suele ser acariciarlo o hablarle de manera reconfortante. Sin embargo, este tipo de consuelo puede reforzar la idea de que existe una razón real para temer, incrementando la ansiedad del perro.
Es más eficaz mantener un ambiente sereno, sin dramatizar la situación, y permitir que el perro supere su miedo gradualmente. Un profesional en etología canina o un adiestrador con experiencia puede orientar en técnicas que fomenten la autoconfianza del perro y ayuden a superar sus temores de manera saludable.
Premios sin control y sus consecuencias
Los premios constituyen una herramienta eficaz en el adiestramiento canino, pero si se emplean de forma desmedida pueden generar conductas indeseadas. El perro podría acostumbrarse a recibir recompensas por acciones básicas, perdiendo motivación para aprender o cooperar de manera voluntaria.
Para lograr un buen equilibrio, es importante premiar conductas específicas, de forma coherente y en el momento adecuado. Así, el perro comprende qué acciones dan lugar a recompensas. Variar los tipos de premio (comida, caricias o palabras de aliento) evita la monotonía y mantiene el interés del animal en el proceso de aprendizaje.
Pelota descontrolada: Comportamientos compulsivos
Para muchos perros, jugar a lanzar la pelota es una actividad favorita, pero cuando se practica de manera excesiva y sin pautas, pueden surgir comportamientos obsesivos. Algunos perros desarrollan ansiedad si no pueden acceder al juego de forma constante, evidenciando estrés.
Lo recomendable es establecer límites claros y no prolongar el juego hasta el agotamiento. Detener la sesión antes de que el perro se obsesione y ofrecer descansos le permite manejar su energía de manera saludable. Alternar con diferentes tipos de juegos mantiene su mente estimulada y reduce la probabilidad de conductas compulsivas.
Enfrentar al perro a sus miedos
Obligar a un perro a enfrentarse bruscamente a lo que le provoca miedo puede empeorar el problema. Este método aumenta la ansiedad y puede afianzar la fobia. Una aproximación gradual y positiva, con recompensas, suele ser mucho más efectiva para ayudar al perro a superar sus temores.
Contar con la asesoría de un profesional en psicología canina o adiestramiento especializado puede ser muy útil en estos casos. Estas guías brindan técnicas y ejercicios adaptados al ritmo del perro, reforzando la confianza y reduciendo los niveles de estrés durante el proceso.
Olores fuertes y su efecto en los perros
El sentido del olfato en los perros es notablemente sensible, por lo que perfumes intensos, productos de limpieza fuertes o ambientadores pueden resultarles abrumadores. Estos olores pueden causar incomodidad e incluso afectar su salud respiratoria.
Para proteger al perro, se recomienda usar productos aptos para animales y mantener buena ventilación en los espacios. Evitar exponer al perro de forma prolongada a químicos o fragancias intensas no solo mejora su calidad de vida, sino que también promueve un hogar más saludable.
La ansiedad de quedarse solo
Estar solo por mucho tiempo puede causar ansiedad en perros especialmente sociables o dependientes, quienes pueden manifestar comportamientos destructivos o ladridos continuos. La soledad prolongada afecta tanto la salud mental como la emocional del perro.
Proporcionar un ambiente enriquecido, con juguetes interactivos o música relajante, puede reducir el estrés de la separación. Asimismo, establecer una rutina clara y contemplar la posibilidad de contar con la visita de un cuidador o amigo son formas de asegurar el bienestar del perro cuando debe quedarse solo.
Ignorar al perro al llegar a casa
Tras varias horas de ausencia, es natural que el perro busque atención en cuanto su dueño regresa. Ignorar este momento puede provocar tristeza y frustración, puesto que el animal ha estado esperando para recibir afecto y conexión.
Dedicar unos minutos a saludar al perro y compartir algo de tiempo fortalece el vínculo y contribuye a su estabilidad emocional. Una rutina de bienvenida, que incluya un breve juego o un paseo corto, puede ayudar al perro a liberar energía y a equilibrar su estado de ánimo tras haber permanecido solo.
Cómo el aburrimiento afecta la salud mental del perro
El aburrimiento es un factor que influye de forma negativa en la salud mental de un perro, pudiendo fomentar conductas como la destrucción de objetos o el ladrido excesivo. La estimulación física y mental es indispensable para mantener un nivel adecuado de bienestar y evitar la aparición de problemas de conducta.
Proporcionar paseos regulares, juegos interactivos y entrenamiento de obediencia no solo refuerza la relación perro-dueño, sino que enriquece la vida del animal. Al ofrecerle suficientes desafíos y actividades, se reduce el riesgo de aburrimiento y se mejora de forma significativa su calidad de vida.

El desagrado de los baños frecuentes
Algunos perros disfrutan el agua, pero a la mayoría no les agradan los baños frecuentes. Bañarlos en exceso puede eliminar los aceites naturales de su piel, ocasionando sequedad e irritación. Además, la manipulación durante el baño puede resultarles estresante por la restricción de movimiento.
Para preservar la salud de la piel y el pelaje, se recomienda espaciar los baños según las necesidades de cada perro y utilizar productos de higiene adecuados. Acostumbrar al animal al proceso desde cachorro, mediante refuerzos positivos, facilita la experiencia y reduce la ansiedad asociada al baño.
Soplar en la cara: Una reacción negativa
Soplar en la cara de un perro puede considerarse un gesto inofensivo, pero para muchos es irritante y hasta molesto. El aire directo en su rostro puede resultarles desagradable debido a su gran sensibilidad olfativa y auditiva.
Es aconsejable evitar este tipo de actos que pueden interpretarse como invasivos. En su lugar, se pueden emplear otras formas de interacción más agradables, mejorando la confianza y el respeto hacia el perro. Esto contribuye a una convivencia más positiva y refuerza el human-animal bond.
Almohadillas sensibles: Evitar tocarlas
Las almohadillas de las patas son zonas sensibles y llenas de terminaciones nerviosas. Manipularlas sin necesidad puede ocasionarles incomodidad o dolor. Estas estructuras protegen los pies del perro y juegan un papel crucial en su movilidad diaria.
Al cuidar de sus almohadillas, es importante inspeccionarlas con delicadeza, buscando posibles lesiones y utilizando recompensas positivas para que el perro lo asocie con una experiencia no invasiva. Mantenerlas en buen estado y respetar sus límites refuerza la confianza y evita situaciones estresantes para el animal.
Referencias:
- Overall, K. L. (1997). Clinical Behavioral Medicine for Small Animals. Mosby.
- Horowitz, A. (2009). Inside of a Dog: What Dogs See, Smell, and Know. Scribner.
- Bradshaw, J. (2011). Dog Sense. Basic Books.
- McConnell, P. B. (2002). The Other End of the Leash. Ballantine Books.