En los años 80 y 90 del siglo XX, España lanzó la campaña «Pezqueñines ¡No, gracias!» con el objetivo de concientizar sobre la importancia de evitar la pesca, distribución y consumo de especies que no alcanzan las tallas mínimas. Este eslogan, respaldado por el entonces Ministerio de Agricultura, se hizo extraordinariamente popular gracias a la emisión televisiva de un anuncio, desde 1983 hasta 1993, que decía:
El pez que aún es pequeño tiene que crecer. Peces pezqueñines no debes comer. Pezqueñines ¡No gracias! Para que pueda crecer, y me haga grande y rico y alimente bien. Pezqueñines ¡No gracias! Debes dejarlos crecer.
En una clara llamada a la responsabilidad en la preservación de las poblaciones pesqueras, la campaña fue tan exitosa que su impacto perdura hasta hoy. Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones —y sus resultados acordes—, la política de tallas mínimas en la pesca ha tenido efectos secundarios inesperados para los ecosistemas.

Las consecuencias inmediatas
La implementación de políticas de tallas mínimas respondía a la necesidad cada vez más apremiante de conservar y gestionar los recursos pesqueros de manera más sostenible. Al establecer límites de tamaño de los peces que pueden ser capturados, se pretendía garantizar que estos individuos llegaran a la etapa adulta y de reproducción antes de ser pescados, y contribuir así a la perpetuación de las poblaciones y al equilibrio de los ecosistemas marinos.
Además, con un buen número de individuos reproductores en el medio ambiente, se fomentaba la preservación de la diversidad genética de las poblaciones, fortaleciendo su capacidad de adaptación frente a los cambios ambientales.
Sin embargo, estas medidas de conservación tuvieron consecuencias sociales y económicas. Los pescadores, cuya subsistencia depende de la captura de peces, se enfrentaron a restricciones operativas que impactaron directamente en sus actividades. Los individuos más pequeños suelen ser los más abundantes, y estas limitaciones afectaron al rendimiento económico de los pescadores. Por otro lado, adaptarse a estas regulaciones supuso asumir cambios en las prácticas de pesca y en la infraestructura utilizada. La transición a métodos de pesca más selectivos exigía cierta curva de aprendizaje y ajuste para los pescadores.

Pero las consecuencias, económicamente limitantes a corto plazo, resultaron ser efectivas en el largo plazo. La preservación de las poblaciones pesqueras aseguró el suministro continuo de recursos para la industria pesquera y además ayudó al mantenimiento del equilibrio ecológico, asegurando que los océanos sigan siendo un recurso vital y sostenible para las generaciones futuras.
Consecuencias evolutivas de la preservación de los 'pezqueñines'
Pero la implementación de las políticas de tallas mínimas en la pesca también tuvo consecuencias, en términos evolutivos, en las poblaciones de peces, que ahora, 40 años después del inicio de la campaña, se han hecho evidentes.

En este caso, la captura de presas grandes y la liberación de las más pequeñas genera una presión selectiva artificial sobre las especies, específicamente sobre el tamaño. La política se diseñó para evitar la captura de peces juveniles, pero dentro de la diversidad de cada especie, individuos adultos de especies diferentes alcanzan tamaños diferentes.
Un pez que alcanza la edad adulta con un tamaño menor al reglamentario no podrá ser capturado y tendrá muchas más oportunidades de dar descendencia. Su prole será, a su vez, heredera de sus genes, que codifican para un tamaño más pequeño, y por lo tanto, incluso de adultos, tendrán menos probabilidades de ser capturados. La preferencia por individuos grandes lleva, finalmente, a la transmisión en las poblaciones de genes asociados con tamaños reducidos.

Estos cambios evolutivos plantean interrogantes importantes sobre el potencial adaptativo a largo plazo de las especies bajo la influencia de las prácticas pesqueras. Si la presión selectiva continúa favoreciendo individuos más pequeños, ¿cómo afectará a la estructura genética de las poblaciones?, ¿es posible que surjan adaptaciones que alteren significativamente las dinámicas poblacionales y los ecosistemas en su conjunto? ¿Cómo afectará a la resiliencia de las nuevas poblaciones de cara a futuras presiones ambientales? Son preguntas que están por responder.
¿Cómo evitar las consecuencias indeseadas?
La política de tallas mínimas se implantó como una necesidad, y se demostró eficaz y positiva en muy poco tiempo. Pero la aparición de consecuencias inesperadas e indeseadas desde el punto de vista evolutivo nos indica que, por muy buena que parezca una solución, dista mucho de ser perfecta.

Mantener un equilibrio en el ecosistema marino es fundamental para la salud global del océano. Las poblaciones de peces desempeñan roles específicos en la red trófica y en la regulación de las poblaciones de otras especies. La pérdida de equilibrio debido a la sobreexplotación pesquera podría tener efectos en cascada, y afectar no solo a los peces objetivo, sino también a sus depredadores y presas, desencadenando un desequilibrio que podría comprometer la estabilidad del ecosistema a largo plazo. Pero el cambio en el tamaño de los individuos también puede provocar cambios en el ecosistema difíciles de prever.
Las políticas de tallas mínimas son una herramienta excelente para garantizar la sostenibilidad de la industria pesquera y la conservación de la biodiversidad marina, pero las medidas no pueden quedarse ahí. Hay que buscar nuevas estrategias que permitan desarrollar la actividad pesquera de forma más sostenible, sin alterar rasgos esenciales en el mantenimiento del equilibrio ecosistémico marino, por efecto de la selección artificial.
Referencias:
- Ahti, P. A. et al. 2020. Size does matter — the eco-evolutionary effects of changing body size in fish. En Environmental Reviews. Canadian Science Publishing. DOI: 10.1139/er-2019-0076
- Fenberg, P. B. et al. 2008. Ecological and evolutionary consequences of size-selective harvesting: how much do we know? Molecular Ecology, 17(1), 209-220. DOI: 10.1111/j.1365-294X.2007.03522.x
- Monk, C. T. et al. 2021. The battle between harvest and natural selection creates small and shy fish. Proceedings of the National Academy of Sciences, 118(9), e2009451118. DOI: 10.1073/pnas.2009451118