320 millones de árboles mueren al año a causa de los rayos: un hallazgo inesperado de consecuencias invisibles

Un nuevo estudio estima que los rayos matan 320 millones de árboles al año, liberando enormes cantidades de CO₂ y afectando la estructura de los bosques tropicales. Este impacto invisible podría empeorar con el cambio climático.
Fuente: ChatGPT / E. F.

Cuando se escucha el trueno tras un relámpago, muchos piensan en tormentas pasajeras o en la posibilidad de un incendio forestal. Pero hay una consecuencia mucho menos conocida y, sin embargo, alarmante: los árboles muertos directamente por el impacto de un rayo. Se estima que cada año, en todo el mundo, unos 320 millones de árboles mueren como resultado directo de una descarga eléctrica atmosférica. Y lo más sorprendente es que esta cifra no incluye a los árboles quemados por incendios iniciados por rayos, sino solo a aquellos dañados letalmente por la electricidad misma. Y no hay que irse al lugar del planeta donde se producen más rayos, está extendido por toda la Tierra.

Un estudio reciente dirigido por investigadores de la Universidad Técnica de Múnich ha demostrado que este fenómeno tiene una influencia más profunda y extendida de lo que se pensaba. La investigación no solo ofrece por primera vez una estimación global precisa de cuántos árboles mueren por rayos, sino que también pone en evidencia cómo esta causa de mortalidad, en apariencia anecdótica, está afectando el almacenamiento de carbono, la composición de los bosques y, en última instancia, el equilibrio climático del planeta .

Un asesino difícil de detectar

Detectar que un árbol ha muerto por un rayo no es sencillo. Muchas veces, las señales visibles desaparecen con la descomposición, y otras veces, el árbol muere lentamente. Además, los rayos pueden no matar solo al árbol impactado directamente, sino también a otros cercanos debido a un fenómeno llamado flashover, en el que la electricidad salta entre las copas vecinas. Esto complica aún más la atribución de la causa de muerte.

Tal como señala el artículo científico, “la detección y cuantificación adecuada de la mortalidad directa de árboles causada por rayos es altamente desafiante”. Por eso, hasta ahora, la mayoría de los datos provenían de observaciones puntuales en ciertas selvas tropicales, sin posibilidad de hacer una proyección global.

Fuente: Global Change Biology.

Una nueva forma de estimar la mortalidad por rayos

Para abordar esta limitación, el equipo alemán recurrió a modelos computacionales avanzados. Utilizaron un modelo global de vegetación dinámica llamado LPJ-GUESS, en el que incorporaron un nuevo módulo de mortalidad por rayos. Este modelo fue calibrado con datos obtenidos en bosques tropicales de Panamá, donde se habían registrado decenas de rayos con cámaras, drones y observaciones de campo.

Este enfoque permitió no solo estimar el número global de árboles muertos por rayos, sino también identificar qué regiones están más afectadas. El modelo demostró que “el número de árboles muertos anualmente por rayos oscila entre 301 y 340 millones”, lo que representa entre el 2,1 % y el 2,9 % de toda la biomasa vegetal muerta cada año. Esto convierte a los rayos en una causa significativa, aunque inadvertida, de pérdida de vegetación.

Consecuencias climáticas inesperadas

Uno de los hallazgos más importantes del estudio tiene que ver con las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) asociadas a esta forma de mortalidad arbórea. Los árboles muertos por rayos liberan CO2 al descomponerse, y la cantidad total emitida por esta vía alcanza entre 0,21 y 0,30 gigatoneladas de carbono por año. Para ponerlo en perspectiva, es una cantidad comparable a la liberada por la quema de biomasa viva en incendios forestales, que asciende a unas 0,34 gigatoneladas anuales si no se cuenta la combustión de suelos y madera muerta .

Esta contribución es especialmente importante si se considera que los grandes árboles, que son los más susceptibles a morir por rayos, almacenan una proporción significativa del carbono de los bosques. Su pérdida, por tanto, impacta desproporcionadamente en el balance de carbono terrestre. Los autores concluyen que “la biomasa global sería entre un 1,3 % y un 1,7 % más alta en un mundo sin rayos” .

Fuente: Global Change Biology.

Una amenaza creciente por el cambio climático

Además de cuantificar el daño actual, los investigadores exploraron escenarios futuros. La mayoría de los modelos climáticos prevén un aumento en la frecuencia de rayos debido al calentamiento global. Esto no solo afectaría a las zonas tropicales, donde hoy se concentra la mayor parte del fenómeno, sino también a regiones de latitudes medias y altas, como los bosques templados y boreales.

Como explica el paper, “la frecuencia de rayos aumentará principalmente en las regiones de latitudes medias y altas”, lo que hace prever una expansión del problema a zonas donde hasta ahora era menos relevante . Los árboles de estas regiones, además, pueden ser más vulnerables por sus características eléctricas, como la mayor resistencia de su madera.

Un impacto desigual en los distintos tipos de bosques

El modelo mostró que los bosques tropicales africanos son los más afectados, tanto por la alta densidad de rayos como por la abundancia de árboles grandes. Allí, el impacto de los rayos en la biomasa total es especialmente elevado. En cambio, los bosques boreales, con menores densidades de rayos, sufren menos pérdidas directas, aunque podrían volverse más vulnerables en el futuro.

Los árboles de gran tamaño no solo mueren con mayor frecuencia, sino que su desaparición afecta la estructura de todo el ecosistema, ya que crean claros, modifican la luz disponible y facilitan el crecimiento de nuevas generaciones. Según el modelo, los rayos reducen la cantidad de árboles grandes entre un 2,3 % y un 3 % a nivel global, lo que supone la pérdida de más de mil millones de individuos en esa categoría en el periodo simulado.

Limitaciones y próximos pasos

Aunque el modelo reproduce bien los patrones observados en Panamá, su aplicabilidad a otras regiones todavía presenta incertidumbres. Las observaciones sobre mortalidad por rayos son escasas fuera de los trópicos y, cuando existen, suelen estar sesgadas por las metodologías empleadas, como los estudios basados en incendios o cicatrices visibles. También faltan datos sobre factores que influyen en el impacto de los rayos, como la humedad del suelo o la topografía.

Los autores del estudio destacan que “los modelos de ecosistemas deberían incluir la mortalidad por rayos para proyectar con mayor fiabilidad la dinámica de la vegetación y el ciclo del carbono terrestre”  Es una recomendación que va más allá del trabajo técnico y apela a una mejora general en los modelos climáticos, que aún tienden a pasar por alto fenómenos que, como este, son difíciles de detectar pero ambientalmente significativos.

Más allá del fuego: el rayo como perturbación ecológica

El rayo ha sido tradicionalmente estudiado como causa de incendios forestales. Sin embargo, este trabajo demuestra que su papel como agente de perturbación directa también debe considerarse. La mortalidad por rayo no genera humo visible ni grandes superficies quemadas, pero está constantemente alterando la estructura y función de los ecosistemas forestales.

Además, los árboles dañados por rayos pueden ser más susceptibles a plagas, enfermedades o caídas por viento. Esto abre nuevas líneas de investigación sobre cómo interactúan distintas formas de perturbación en los bosques y cómo esto podría afectar su resiliencia en un clima cambiante.

Referencias

  • Andreas Krause, Konstantin Gregor, Benjamin F. Meyer, Anja Rammig. Simulating Lightning-Induced Tree Mortality in the Dynamic Global Vegetation Model LPJ-GUESS. Global Change Biology. 2025; 31:e70312. DOI: https://doi.org/10.1111/gcb.70312.

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